En medio de la crisis y la tensión política, la “Primavera Árabe” entra en su segundo año


El Cairo, AFP

La “primavera árabe” entra en su segundo año, en medio de frágiles transiciones democráticas, victorias electorales de islamistas y fuertes tensiones políticas y sociales, estimaron expertos este viernes. De Túnez a Egipto, pasando por Siria y Yemen, los levantamientos populares en esta región del mundo han dado lugar a profundos cambios, en contextos políticos, sociales o religiosos muy distintos según los países o las regiones.

Para Antoine Basbous, quien dirige en París el Observatorio de los Países Árabes, “el primer actor del cambio es la juventud”. No obstante, “su primer beneficiario son los islamistas que están bien estructurados y profundamente arraigados en la sociedad, mientras que los jóvenes no han tenido tiempo de organizarse”, afirma.

Por su parte, Ibrahim Sharqieh, del centro de Doha del grupo de expertos estadounidense Brookings, advierte que sacar del poder a dictadores como el tunecino Zine El Abidine Ben Alí o el egipcio Hosni Mubarak “tal vez haya sido la parte más fácil del cambio. La transición hacia una sociedad democrática es mucho más complicada y aleatoria que derrocar al régimen”, añade.

Túnez, el primer país en movilizarse contra el régimen en diciembre de 2010, parece ser hoy en día el que más ha avanzado en esta transición, tras realizar elecciones en octubre de 2011 para constituir una asamblea constituyente, en las que el islamista Ennahda obtuvo el primer lugar.


En Egipto, islamistas de distintas tendencias obtuvieron una amplia mayoría en las elecciones legislativas, pero militares cuestionados por militantes opositores siguen ocupando el poder, lo cual ha dado lugar a enfrentamientos que han dejado muertos. Se prevén elecciones presidenciales para mayo o junio.

En Libia, un año después de iniciarse el levantamiento, a mediados de febrero de 2011, contra el hoy fallecido líder Muamar Gadafi, las esperanzas de un nuevo país están “en peligro” por las violaciones a los derechos humanos cometidas por las milicias de ex rebeldes con “total impunidad”, lamentó Amnistía Internacional.

Nabil Abdel Fattah, del centro de estudios Al-Ahram, en El Cairo, recalca que “la situación crítica en Siria podría tener repercusiones para la estabilidad de numerosos países vecinos, como Líbano, Israel, Irak, Turquía o Jordania”.

El especialista de Medio Oriente en la universidad de Georgetown, de la ciudad de Washington, Samer Shehata, afirma que “las revoluciones no han acabado en ninguno de los países en que se produjeron”.

En ese contexto, para Sharqieh, el crecimiento de los islamistas no constituye “una amenaza para la democracia, al menos por el momento, porque se trata de partidos capaces de trabajar junto con otras formaciones y de someterse a las reglas democráticas”.

En cambio, para Basbous, los islamistas tienen que “abandonar el eslogan ‘el islam es la solución’”, y Fattah advierte que la base de un partido “puede ser más conservadora que la dirección”.

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