Lucha entre los supermercados y los mercados en La Paz

La Paz, Abi
Desde hace 30 años, una nueva cultura de consumo se enseñorea en La Paz: los supermercados. En un espacio limitado, se encuentran en este tipo de expendios modernos varios tipos de comida arreglada en secciones. Cada año se nota un crecimiento de estas tiendas.

Pero, ¿por qué tanto éxito? ¿Llegamos al cambio de consumo? ¿Cómo consideramos esta concurrencia frente del mercado tradicional?

De hecho los supermercados, de tipo occidental, han restado algo de vigor a los mercados populares en las ciudades bolivianas. Y la tendencia de desmedro de uno por el otro es silente pero creciente.

Supermercado tales como Hipermaxi, Ketal o Figalda contienen un concepto que viene de los Estados Unidos en los años 1920, después de la invención del autoservicio.

Proponen a sus clientes varios productos de marcas diferentes: se va de la ensalada hasta de la cerveza, al pasar carne y papel higiénico, todo envasado, conservado y congelado. Están arreglados en secciones de dos metros de altura y para cada uno, el precio está indicado. El cliente toma los productos que quiere y los pone en un caro de compras. Cuando ha elegido todo lo que quiere comprar, pasa por caja para pagar.

A contrapelo, los mercados populares mantienen la tradición de la venta al menudeo, por libras y kilogramos, plata en mano, al estilo de los siglos XIX y XX.

No hay facturación ni rigor en los precios. Rige la oferta y la demanda.

Los supermercados cuentan con la diversidad de los productos y con la facturación. También, intentan de atraer clientes con los platos preparados.

En La Paz, once supermercados se instalan desde los años 90. Eligen lugares estratégicos: 1 en Miraflores, 3 en Sopocachi y 7 en la Zona Sur. De repente se nota que se dedica al público de zonas geográficas bastante acomodadas. Además ofrecen parqueos.

En los marcados tradicionales el ingreso es a pie y en bolsa de nylon y de yute.

En este tipo de tienda, una persona sola dirige el funcionamiento del mercado: entrada y salida de los productos, gestión del personal y marketing. Pertenece a un sistema económico jerárquico.

Igualmente, el supermercado se distingue, entre ellos, con su imagen de marca. Cada uno intenta especificarse con varios elementos: el precio barato, la decoración, las rebajas, etc.

Todo es pretexto para atraer el cliente. Se trata de otra manera de consumo de otra cultura.

El supermercado cambia la cultura del consumo. Ya está organizado para que el cliente compre muchas cosas. El sabe dónde están los productos, pues se va más rápido a casa. Los caros permiten llevar mucho sin esfuerzos. Además, la mayoría de los supermercados disponen parqueos, pues la comida pasa desde el caro hasta el coche fácilmente. Así, les incitan a consumir más que lo necesitan realmente.

Luego, el supermercado ha invertido en la comida ya preparada. Se encuentran por ejemplo carne cortada en hamburguesa, empanada congelada o pizza condimentada. A estos platos, falta únicamente la cocción y ya está listo para comer. Pues, este tipo de comida reemplaza a la casera o la tradicional 'comidera'. El cliente cocina menos y come más rápido.

Por fin, los supermercados disponen de provisión importante frente a su volumen de negocios.

También, desarrollan técnicas de marketing. Distribuyen prospectos y decoran la ciudad con carteles de publicidad. Cada mes, proponen algunos productos en rebajas y convierten las secciones según la época.

Pues, aquí tratamos lo comercial y de una relación con mucha distancia entre el cliente y el producto, sin caseras.

Del lado de los mercados?

En cambio, los mercados presentan otro rostro de consumo. Existían ya en el Edad-Media. Se trata de espacios, la mayor parte de las veces en exteriores, donde las caseras instalan sus productos. Cada uno tiene su producto estrella: queso, frutas, carne, vestido, etc.

La cuidad de La Paz conoce dos tipos de mercados: los temporales y los permanentes (en un edificio o en pequeño puesto).

En la primera categoría, por ejemplo, el mercado Rodriguez, el sábado por la mañana, o el de la calle Buenos Aires, el domingo, son muy famosos. La mayoría de las personas van de compras en el mercado cerca de la casa. Los mercados seducen los clientes por el sabor de los productos. Las caceras exponen una tela o ponen un estante de madera y dejan sus productos al aire libre a la vita y gusto del cliente.

Los sabores de frutas y de carne se mezclan. Aquí no hay orden, se instalan donde hay espacio.

Los clientes conocen a las caseras y saben la procedencia de los alimentos. Además a ellos les gusta el aspecto de frescor de cada producto.

En la segunda categoría, se destacan los nuevos mercados como los de Lanza o de Camacho (ambos construidos en 2009) o los más ancianos como los de la Yungas o el Uruguay o el mismo Rodríguez. Es el mismo principio salvo que el edificio es organizado en secciones. También se encuentra un comedor.


Pues, el principio del mercado se constituye en un sistema economía múltiple. Varias caseras, todas apiñadas en misma galera, venden sus propios productos. Un vínculo entre la cacera y el cliente se crea o entre los clientes.

De tal manera que el mercado sea un lugar de encuentros. Está lleno de vida, aun sea difícil entender cómo pasa al principio para el extranjero.

Pues, ¿se puede hablar de concurrencia entre el supermercado y el mercado?

Tres elementos se ponen en cuestión: precios, relación y atmósfera.

Primero, se puede comparar los precios. Los supermercados parecen un poco más caros. Por ejemplo, el supermercado Ketal (catálogo de octubre 2011) propone estos precios: 25 naranjas: 9,90 bolivianos, 1,5 litros de yogurt a 13,50 bolivainos, ó 20 huevos a 11,90 bolivianos.

Al contrario, en el mercado Rodríguez (octubre 2011), 25 naranjas a 10 bolivianos; 1,5 litros de yogurt a 12 bolivianos ó 20 huevos a 10 bolivianos.

Pues los precios cambian pero no de manera acentuada. Ahí, se nota una concurrencia importante.

Segundo, se observa las relaciones entre caseras y clientes. En el supermercado, los cajeros o las azafatas de venta se limitan a su función de venta. No tienen relación con el cliente. Contrariamente, las caseras del mercado atraen el cliente, hablan con él y saben conservarlo y convencerlo. Hay una relación real. Así, no hay concurrencia en el tema de la sociabilidad.

Por fin, la atmosfera de los lugares es distinta. En el supermercado, la música entrecorta por anuncios publicitarios en el amplio el espacio. Además, el director crea bienestar con las luces y el arreglo de los alimentos. Nada que ver con el mercado. Allí, los ruidos de las calles se mezclan a los gritos de las caseras. De tal manera, los dos tipos de tienda son muy diferentes. El cliente elige según su carácter.

¿Se puede pensar en la desaparición de los supermercados, al final?

Nadie sabe. Pero lo seguro es que cada día hay más coches, así necesita más parqueos. Por eso, los supermercados tienen una ventaja importante frente a los mercados.

Pero en mismo tiempo, la tradición de los mercados está inculcada desde siempre.

Pues, se puede considerar que en el futuro, los supermercados y los mercados, o sobre todo los clientes, van a encontrar un terreno de encuentro. Esta evolución se funda en comparación de los Estados Unidos y de Europa.

Imaginamos que por un lado, los supermercados van a favorecer los productos pesados y los de larga conservación tal fideos y los mercados van a invertir más en los productos frescos, como las verduras y las frutas. Pero, una certidumbre: los mercados permanecen porque constituyen en gran parte la identidad de los bolivianos.

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