Muerte de Kim Jong-il: ¿fracaso de la inteligencia de EE.UU.?

Jonathan Marcus
BBC
Los informes oficiales señalaron que Kim Jong-il falleció de un ataque cardíaco mientras viajaba en un tren.
Los modernos equipos para recopilar material de inteligencia, como satélites y aviones no tripulados que operan con tecnología punta, pueden abrir una extraordinaria ventana al mundo.
Piensen en las increíbles imágenes a mediados de año del presidente de EE.UU., Barack Obama, y su equipo de seguridad nacional en la Casa Blanca, siguiendo en vivo el desarrollo del operativo contra el complejo de Osama Bin Laden en Pakistán.

Sin embargo, quienes se encargan de recopilar información no lo saben todo y Corea del Norte es un ejemplo de eso.

Por eso, el lunes por la mañana, 48 horas después de que se produjera el deceso del líder norcoreano, los analistas estadounidenses no podían confirmar la noticia.

Para el influyente diario estadounidense New York Times, la muerte de Kim sacó a la luz "un importante fracaso de inteligencia".

Sin embargo, ¿fue esto un fracaso o más bien una prueba de las limitaciones que rodean la recopilación de inteligencia acerca de este hermético y apartado país?

"Objetivo difícil"

El veterano analista de política exterior estadounidense Leslie Gelb, un ex funcionario tanto del Departamento de Estado como del Pentágono, dice que la demora con la que se conoció la muerte de Kim no le importó realmente a los servicios de inteligencia de EE.UU.

"No se habría esperado que estuviésemos enterados de algo como eso", señala.

"De lo que nos habríamos dado cuenta inmediatamente es si hubiese ocurrido cualquier movimiento de tropas asociado con una revuelta en Corea del Norte. Eso es lo que cuenta".

"Siempre podemos hacer las cosas mejor. Sin embargo, hay retos intrínsecos, comenzando con el hecho de que EE.UU. no tiene embajada en Pyongyang"

Mitchell Reiss, exdiplomático estadounidense

En este caso, por supuesto, no se informó de ningún despliegue de tropas.

Bruce Riedel, un exintegrante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), está de acuerdo con esta afirmación y subraya que Corea del Norte "es un objetivo de inteligencia extraordinariamente difícil y lo ha sido desde su fundación".

"Ellos ponen en práctica una rigurosa disciplina en todas las comunicaciones, engaños contra la vigilancia aérea y las decisiones se toman dentro de un círculo muy reducido".

"No estar al tanto de la hora de la muerte de un déspota no debería producir sorpresa (...) Más preocupante sería un fracaso en ver las señales del colapso de un régimen o de las preparaciones para una guerra", concluye Riedel.

En eso coincide Paul Pillar, un profesor en la Universidad de Georgetown que trabajó durante 28 años en los servicios de inteligencia estadounidenses.

"El término fracaso de inteligencia tiende a utilizarse de una forma extremadamente amplia para referirse a cualquier cosa que nos sorprenda o incluso a cualquier información sobre un evento en el exterior cuando la noticia no nos llega de nuestros propios gobiernos", indica.

"Es sólo en el sentido más amplio que la muerte de Kim Jong-il contempla algún tipo de fracaso de inteligencia".

Mala inteligencia "táctica"

Turistas miran hacia la zona desmilitarizada de Corea del Norte

Corea del Norte sigue siendo impenetrable en muchos aspectos.

¿Hay motivos para pensar que las agencias de inteligencia occidentales pudieron hacer un mejor papel en este caso?

Para Pillar, en este sentido tampoco hay fundamentos para poner la etiqueta de "fracaso".

"Siempre habrá muchas cosas que Occidente no conocerá sobre un país tan cerrado y estrictamente controlado como Corea del Norte, sin importar lo efectivas que puedan ser las operaciones de sus servicios de seguridad".

Mitchell Reiss, un exdiplomático estadounidense que trabajó estrechamente con los norcoreanos, estuvo a cargo de una organización multinacional que suministraba reactores para generar energía a Pyongyang a cambio de que abandonase su programa nuclear.

El plan no funcionó pero Reiss conoce a los norcoreanos tan bien como a cualquiera de sus colegas estadounidenses.

"Había una buena inteligencia 'estratégica' sobre el hecho de que Kim estaba enfermo, de que lo había estado por un buen tiempo y de que probablemente no le quedaba mucha vida por delante".

"Sin embargo, había una mala inteligencia 'táctica' con respecto a cuándo exactamente iba a morir", señala Reiss.

El exdiplomático argumenta que EE.UU. ha conseguido una mejor comprensión de Corea del Norte en los últimos años al obtener información, por ejemplo, de desertores. Pero, "sigue siendo un objetivo de inteligencia muy difícil", explica.

"Siempre podemos hacer las cosas mejor. Sin embargo, hay retos intrínsecos, comenzando con el hecho de que EE.UU. no tiene embajada en Pyongyang", admite.

El juego de "esperar y ver"

Por supuesto que hablar de "fracaso de inteligencia" lleva a comparar esta situación con otros casos: como el fallo en el pronóstico del colapso de la Unión Soviética, las falsas aseveraciones sobre el programa de armas de destrucción masiva en Irak y, más recientemente, la sorpresa provocada por la irrupción de la Primavera Árabe.

El ejemplo soviético ilustra el problema de lo que están en capacidad de mostrar los encargados de recopilar información: pueden observar los misiles, calcular la producción total en las fabricas de armas y otros datos por el estilo. Sin embargo, interpretar la dinámica sociopolítica es mucho más difícil.

Pillar argumenta que no hay un denominador común en esos casos percibidos como fracasos de inteligencia.

""El término 'fracaso de inteligencia" tiende a ser utilizado de una forma extremadamente amplia para referirse a culaquier cosa que nos sorprenda o, incluso más ampliamente, a cualquier información sobre un evento en el exterior cuando la noticia no nos llega de nuestros propios gobiernos"

Paul Pillar, profesor de la Universidad de Georgetown

"Los servicios de inteligencia no estaban emitiendo un juicio específico sobre aspectos inciertos del programa de armas no convencionales de Irak hasta que el gobierno de Bush decidió que lanzaría una guerra y utilizaría las armas de destrucción masiva como punto para venderla".

En cuanto a la Primavera Árabe, señala, "aparentemente el gobierno de EE.UU. ya anticipaba algún tipo de levantamiento".

"Sin embargo, el momento y la chispa particular que lo encendería son el tipo de cosas que es imposible pronosticar, dentro o fuera de los servicios de inteligencia", agrega.

La inteligencia tampoco proporciona muchas pistas para guiar la política estadounidense en los próximos meses.

Gelb destaca que recientemente se han producido conversaciones entre funcionarios de EE.UU. y Corea del Norte.

Esas negociaciones se han centrado, dice, en algún tipo de trato que implique la congelación de ciertas actividades nucleares, a cambio de recibir ayuda humanitaria. Según se informó, marchaban realmente bien.

Para él, el gobierno de Obama no tiene ahora muchas más opciones que "esperar y ver si se puede rescatar cualquier cosa de ese potencial acuerdo".

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