La presión contra la deuda de España alcanza máximos de cuatro meses
La prima exigida a los bonos españoles toca su nivel más alto desde enero.- Fitch hunde la nota de solvencia de Grecia por sus problemas para reducir el déficit
Madrid, El País
A España le está costando mucho recuperar la confianza del mercado tras más de un año de crisis en la eurozona, pero le hace falta muy poco para invertir la tendencia. Hoy, y de nuevo por causas exógenas al país que han vuelto a dejar en evidencia su vulnerabilidad, esta ya sí por méritos propios, la presión de los inversores sobre la deuda española ha tocado máximos de los últimos cuatro meses. Junto a las renovadas dudas sobre Grecia, cada vez más cerca de reestructurar su deuda y rebajada por Fitch al nivel de Angola, las imágenes de miles de personas en la Puerta del Sol que han publicado los medios de referencia internacionales, vistas a cientos de kilómetros de distancia, también han incrementado la sensación de incertidumbre sobre España. El rebrote de la crisis se ha saldado a su vez con fuertes caídas en la Bolsa.
El recrudecimiento de los temores a que Grecia se vea obligada a pactar una quita de su deuda para no caer en la insolvencia ha devuelto a la prima de riesgo de España sobre los 240 puntos básicos, 11 más que ayer. Este indicador, al que los analistas recurren para evaluar la confianza en las finanzas de un Estado y que equivale al diferencial frente a los bonos a 10 años alemanes, de referencia, llegó a rebasar los 290 puntos básicos en plena debacle de Irlanda en noviembre. No obstante, desde el 12 de enero y salvo un repunte a finales de abril -también motivado por las dudas sobre la crisis griega-, había logrado moderarse en el entorno de los 212 puntos básicos -la media acumulada en este periodo-.
Además, la rentabilidad exigida a los bonos del Tesoro a dos y tres años, donde se concentran las dudas de los inversores y que suelen sufrir una mayor volatilidad, ha alcanzado también máximos anuales en el mercado secundario, el parqué en el que se negocian los títulos de deuda soberana una vez emitidos por los Estados. Pese a ello, siguen por debajo de los intereses de la deuda a largo plazo, lo que supone una clara diferencia frente a sus socios del euro rescatados. En concreto, el interés de los bonos a dos años se movía sobre el 3,6% y el de los títulos a tres, en torno al 4,210%. El tipo del bono a 10 años, por su parte, se situaba en el 5,45%. Y la cosa puede empeorar, según las previsiones de Goldman Sacchs, elaboradas a partir de análisis puramente matemáticos de los gráficos: si supera su anterior máximo del 5.53%, no parará hasta tocar el 6%.
Tampoco han ayudado a superar los temores de los inversores sobre España las informaciones aparecidas en la prensa financiera internacional sobre la posibilidad de que, tras las elecciones, los nuevos Gobiernos autonómicos hagan emerger mayores cifras de déficit que las publicadas hasta la fecha. Algunos analistas, como Stephen Englander, de Citi, han asumido como probable esta posibilidad.
En cuanto a Grecia, el nuevo episodio de turbulencias se ha traducido en otro récord histórico en su prima. Desde que el país entró en el euro, este indicador no había llegado nunca a los 1.342 puntos básicos que ha tocado hoy, 54 más que ayer. Hoy, además, ha visto cómo la agencia de calificación Fitch volvía sacar la tijera para rebajar su nota de solvencia crediticia. La decisión de la sociedad, que ha bajado su rating en tres escalones de BB+ a B+, el mismo que tienen Angola o Mongolia, supone hundir al país aún más en el nivel de bono basura, lo que equivale a una inversión solo apta para especuladores. Además, también le aleja más del resto de sus socios del euro ya que Grecia es, con diferencia, el país de la Unión Monetaria con peor calificación. Fitch ha justificado su decisión en los problemas del Gobierno griego para bajar el déficit, que debe reducirse del 10,5% de 2010 al 7,5% este año, y las dificultades de las privatizaciones, con las que quiere ingresar 50.000 millones de euros de aquí a 2015.
Las causas del incremento del acoso de los inversores sobre los llamados países periféricos del euro por sus problemas de deuda y déficit, el grupo que conforman los ya rescatados Grecia, Irlanda y Portugal pero en el que también se incluye a España y, de forma más tangencial, a Italia o Bélgica, vienen de dos frentes: el político y el puramente financiero. Por parte del primero, el siempre estricto Gobierno de Alemania, al menos por lo que se refiere en su actuación frente a la crisis del euro, se mantiene en sus trece y quiere incluir de forma efectiva al sector privado -leáse bancos- en el coste de futuros rescates.
La exigencia del Ejecutivo de Angela Merkel, que Berlín califica como "línea roja" para dar su apoyo al próximo Mecanismo Europeo de Estabilización Europea (MEDE), el fondo de ayuda que debe sustituir al actual en 2013, choca con la voluntad de Francia. París, junto al grueso de países del euro salvo Austria, Holanda y Finlandia (los más rigurosos fiscalmente), aboga por que esta posibilidad se incluya como un acuerdo político, lo que limitaría su impacto real cuando entre en vigor el MEDE.
En un plano más financiero, los inversores temen que la quita que empieza a plantear la UE, que ya admite la posibilidad de una "suave reestructuración", no les permita cobrar los seguros contra impago con los que han cubierto una parte -ya que estos instrumentos nunca llegan a enjugar todas las pérdidas- de sus apuestas por los bonos de Atenas. Por este motivo, han reaccionado deshaciendo sus posiciones en deuda griega y, por contagio, del resto de periféricos, especialmente de España y Portugal, mientras ha aumentado la demanda de bonos alemanes, lo que a su vez ha agravado el aumento de la prima de los periféricos.
El influyente Financial Times recuperaba hoy uno de sus titulares preferidos sobre España de los últimos meses, Pain in Spain, para vincularlo a las protestas: "Pain in Spain drives young people's protest" (El sufrimiento en España lleva a la gente joven a protestar). Otros diarios de referencia como el Wall Street Journal o el New York Times también hacían referencia al movimiento 15-M.
Madrid, El País
A España le está costando mucho recuperar la confianza del mercado tras más de un año de crisis en la eurozona, pero le hace falta muy poco para invertir la tendencia. Hoy, y de nuevo por causas exógenas al país que han vuelto a dejar en evidencia su vulnerabilidad, esta ya sí por méritos propios, la presión de los inversores sobre la deuda española ha tocado máximos de los últimos cuatro meses. Junto a las renovadas dudas sobre Grecia, cada vez más cerca de reestructurar su deuda y rebajada por Fitch al nivel de Angola, las imágenes de miles de personas en la Puerta del Sol que han publicado los medios de referencia internacionales, vistas a cientos de kilómetros de distancia, también han incrementado la sensación de incertidumbre sobre España. El rebrote de la crisis se ha saldado a su vez con fuertes caídas en la Bolsa.
El recrudecimiento de los temores a que Grecia se vea obligada a pactar una quita de su deuda para no caer en la insolvencia ha devuelto a la prima de riesgo de España sobre los 240 puntos básicos, 11 más que ayer. Este indicador, al que los analistas recurren para evaluar la confianza en las finanzas de un Estado y que equivale al diferencial frente a los bonos a 10 años alemanes, de referencia, llegó a rebasar los 290 puntos básicos en plena debacle de Irlanda en noviembre. No obstante, desde el 12 de enero y salvo un repunte a finales de abril -también motivado por las dudas sobre la crisis griega-, había logrado moderarse en el entorno de los 212 puntos básicos -la media acumulada en este periodo-.
Además, la rentabilidad exigida a los bonos del Tesoro a dos y tres años, donde se concentran las dudas de los inversores y que suelen sufrir una mayor volatilidad, ha alcanzado también máximos anuales en el mercado secundario, el parqué en el que se negocian los títulos de deuda soberana una vez emitidos por los Estados. Pese a ello, siguen por debajo de los intereses de la deuda a largo plazo, lo que supone una clara diferencia frente a sus socios del euro rescatados. En concreto, el interés de los bonos a dos años se movía sobre el 3,6% y el de los títulos a tres, en torno al 4,210%. El tipo del bono a 10 años, por su parte, se situaba en el 5,45%. Y la cosa puede empeorar, según las previsiones de Goldman Sacchs, elaboradas a partir de análisis puramente matemáticos de los gráficos: si supera su anterior máximo del 5.53%, no parará hasta tocar el 6%.
Tampoco han ayudado a superar los temores de los inversores sobre España las informaciones aparecidas en la prensa financiera internacional sobre la posibilidad de que, tras las elecciones, los nuevos Gobiernos autonómicos hagan emerger mayores cifras de déficit que las publicadas hasta la fecha. Algunos analistas, como Stephen Englander, de Citi, han asumido como probable esta posibilidad.
En cuanto a Grecia, el nuevo episodio de turbulencias se ha traducido en otro récord histórico en su prima. Desde que el país entró en el euro, este indicador no había llegado nunca a los 1.342 puntos básicos que ha tocado hoy, 54 más que ayer. Hoy, además, ha visto cómo la agencia de calificación Fitch volvía sacar la tijera para rebajar su nota de solvencia crediticia. La decisión de la sociedad, que ha bajado su rating en tres escalones de BB+ a B+, el mismo que tienen Angola o Mongolia, supone hundir al país aún más en el nivel de bono basura, lo que equivale a una inversión solo apta para especuladores. Además, también le aleja más del resto de sus socios del euro ya que Grecia es, con diferencia, el país de la Unión Monetaria con peor calificación. Fitch ha justificado su decisión en los problemas del Gobierno griego para bajar el déficit, que debe reducirse del 10,5% de 2010 al 7,5% este año, y las dificultades de las privatizaciones, con las que quiere ingresar 50.000 millones de euros de aquí a 2015.
Las causas del incremento del acoso de los inversores sobre los llamados países periféricos del euro por sus problemas de deuda y déficit, el grupo que conforman los ya rescatados Grecia, Irlanda y Portugal pero en el que también se incluye a España y, de forma más tangencial, a Italia o Bélgica, vienen de dos frentes: el político y el puramente financiero. Por parte del primero, el siempre estricto Gobierno de Alemania, al menos por lo que se refiere en su actuación frente a la crisis del euro, se mantiene en sus trece y quiere incluir de forma efectiva al sector privado -leáse bancos- en el coste de futuros rescates.
La exigencia del Ejecutivo de Angela Merkel, que Berlín califica como "línea roja" para dar su apoyo al próximo Mecanismo Europeo de Estabilización Europea (MEDE), el fondo de ayuda que debe sustituir al actual en 2013, choca con la voluntad de Francia. París, junto al grueso de países del euro salvo Austria, Holanda y Finlandia (los más rigurosos fiscalmente), aboga por que esta posibilidad se incluya como un acuerdo político, lo que limitaría su impacto real cuando entre en vigor el MEDE.
En un plano más financiero, los inversores temen que la quita que empieza a plantear la UE, que ya admite la posibilidad de una "suave reestructuración", no les permita cobrar los seguros contra impago con los que han cubierto una parte -ya que estos instrumentos nunca llegan a enjugar todas las pérdidas- de sus apuestas por los bonos de Atenas. Por este motivo, han reaccionado deshaciendo sus posiciones en deuda griega y, por contagio, del resto de periféricos, especialmente de España y Portugal, mientras ha aumentado la demanda de bonos alemanes, lo que a su vez ha agravado el aumento de la prima de los periféricos.
El influyente Financial Times recuperaba hoy uno de sus titulares preferidos sobre España de los últimos meses, Pain in Spain, para vincularlo a las protestas: "Pain in Spain drives young people's protest" (El sufrimiento en España lleva a la gente joven a protestar). Otros diarios de referencia como el Wall Street Journal o el New York Times también hacían referencia al movimiento 15-M.