Las mujeres tunecinas han tenido un papel clave en la lucha contra Ben Ali
Túnez, El País
En Túnez la revolución y, mucho antes, la lucha contra el régimen del presidente Zine el Abidine Ben Ali, han sido en gran parte femeninas. No hay un país árabe en el que hayan desempeñado un papel similar.
"Las mujeres han sido numerosas en las manifestaciones aunque solían retirarse cuando empezaban los choques con los antidisturbios", señala Fathia Hizem, portavoz de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, una organización legal.
Su papel en la lucha "es la consecuencia del llamado Estatuto Personal", explica Hizam, que el presidente Habib Burguiba promulgó en 1957. Otorgó derechos a las mujeres de los que no gozan en otros países árabes.
Ben Ali los amplió acaso presionado por su segunda esposa, Leila Trabelsi, que tenía 20 años menos que el presidente y que, se susurraba en Túnez, soñaba con sustituirle en la jefatura del Estado, para lo cual estudió el bachillerato con 50 años y se licenció en Derecho por correspondencia.
Mucho antes de que estallase la revuelta, el 17 de diciembre, en la ciudad de Sidi Bouzid (40.000 habitantes), ya había un puñado de mujeres en primera línea. Entre las más conocidas figura la abogada Radhia Nasraoui, presidenta de la Asociación Tunecina de Lucha contra la Tortura. Nada más enterarse de la sublevación de Sidi Bouzid Nasraoui creó un comité de apoyo a su población.
A lo largo de los últimos años Nasraoui ha padecido el acoso de la policía secreta del régimen. Más de una vez su despacho fue saqueado y los neumáticos de su coche reventados sin que las fuerzas de seguridad abrieran nunca una investigación.
El 4 de octubre de 2009 se llevó su último gran susto cuando el coche en el que su marido, un amigo y su hija de 10 años acudieron a buscarla al aeropuerto de Túnez tuvo dificultades para arrancar. En el depósito se había añadido un líquido inflamable a la gasolina que hubiese podido provocar una explosión.
Sihem Bensedrine, la portavoz del Comité Nacional para las Libertades en Túnez, exiliada en Barcelona, donde fue acogida por el grupo Pen Català, fue víctima, ya en 1993, de una modalidad de ataque que la policía política dedicaba a las disidentes. Colocó su rostro en lugar del de una actriz pornográfica y distribuyó miles de ejemplares del fotomontaje.
Doce años después, la prensa oficialista la acusó de "prostituirse y practicar la sodomía con extranjeros y sionistas". Circuló entonces por Internet otro montaje en el que Bensedrine la Criatura del diablo, el apodo con el que la bautizaron los diarios Al Hadath y Achourouk, era la protagonista de un vídeo pornográfico.
La afición policial por ese género les llevó a fabricar en sus laboratorios otros cortos en los que llegaron a introducir en la imagen el rostro de alguna reportera europea que se encontraba de paso por Túnez.
Bensedrine es periodista de profesión, como también lo fue Oum Ziad, la directora del periódico Al Rai, el primer rotativo que cerró Ben Ali tras su toma del poder en 1987.
Ni siquiera las mujeres dirigentes de partidos legales de oposición se libraron de la represión. Maya Jribi, secretaria general del Partido Democrático Progresista (PDP), se puso en huelga de hambre en 2007, junto con Nejib Chebbi, para evitar que la expulsaran de la sede de su partido. "No soy candidata al suicidio", explicaba entonces a EL PAÍS, "sino que libro una batalla por existir políticamente".
Su huelga apenas duró tres semanas. El récord del ayuno como protesta en Túnez lo ostenta la abogada Radhia Nasraoui que, en 2003, no probó bocado durante 57 días. "Lo hice para desenmascarar el carácter dictatorial y policial del régimen de Ben Ali y su empeño por seguir siendo presidente de por vida".
La Asociación de Lucha contra la Tortura de Nasraoui nunca fue legalizada, "pero no por eso hay que pensar que las organizaciones legales tienen una existencia más fácil", recalca Hitzem, de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas. "Nuestras militantes han tenido con frecuencia dificultades para acceder a nuestras sedes y nuestras cuentas corrientes están bloqueadas desde hace años", se lamenta.
En Túnez la revolución y, mucho antes, la lucha contra el régimen del presidente Zine el Abidine Ben Ali, han sido en gran parte femeninas. No hay un país árabe en el que hayan desempeñado un papel similar.
"Las mujeres han sido numerosas en las manifestaciones aunque solían retirarse cuando empezaban los choques con los antidisturbios", señala Fathia Hizem, portavoz de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, una organización legal.
Su papel en la lucha "es la consecuencia del llamado Estatuto Personal", explica Hizam, que el presidente Habib Burguiba promulgó en 1957. Otorgó derechos a las mujeres de los que no gozan en otros países árabes.
Ben Ali los amplió acaso presionado por su segunda esposa, Leila Trabelsi, que tenía 20 años menos que el presidente y que, se susurraba en Túnez, soñaba con sustituirle en la jefatura del Estado, para lo cual estudió el bachillerato con 50 años y se licenció en Derecho por correspondencia.
Mucho antes de que estallase la revuelta, el 17 de diciembre, en la ciudad de Sidi Bouzid (40.000 habitantes), ya había un puñado de mujeres en primera línea. Entre las más conocidas figura la abogada Radhia Nasraoui, presidenta de la Asociación Tunecina de Lucha contra la Tortura. Nada más enterarse de la sublevación de Sidi Bouzid Nasraoui creó un comité de apoyo a su población.
A lo largo de los últimos años Nasraoui ha padecido el acoso de la policía secreta del régimen. Más de una vez su despacho fue saqueado y los neumáticos de su coche reventados sin que las fuerzas de seguridad abrieran nunca una investigación.
El 4 de octubre de 2009 se llevó su último gran susto cuando el coche en el que su marido, un amigo y su hija de 10 años acudieron a buscarla al aeropuerto de Túnez tuvo dificultades para arrancar. En el depósito se había añadido un líquido inflamable a la gasolina que hubiese podido provocar una explosión.
Sihem Bensedrine, la portavoz del Comité Nacional para las Libertades en Túnez, exiliada en Barcelona, donde fue acogida por el grupo Pen Català, fue víctima, ya en 1993, de una modalidad de ataque que la policía política dedicaba a las disidentes. Colocó su rostro en lugar del de una actriz pornográfica y distribuyó miles de ejemplares del fotomontaje.
Doce años después, la prensa oficialista la acusó de "prostituirse y practicar la sodomía con extranjeros y sionistas". Circuló entonces por Internet otro montaje en el que Bensedrine la Criatura del diablo, el apodo con el que la bautizaron los diarios Al Hadath y Achourouk, era la protagonista de un vídeo pornográfico.
La afición policial por ese género les llevó a fabricar en sus laboratorios otros cortos en los que llegaron a introducir en la imagen el rostro de alguna reportera europea que se encontraba de paso por Túnez.
Bensedrine es periodista de profesión, como también lo fue Oum Ziad, la directora del periódico Al Rai, el primer rotativo que cerró Ben Ali tras su toma del poder en 1987.
Ni siquiera las mujeres dirigentes de partidos legales de oposición se libraron de la represión. Maya Jribi, secretaria general del Partido Democrático Progresista (PDP), se puso en huelga de hambre en 2007, junto con Nejib Chebbi, para evitar que la expulsaran de la sede de su partido. "No soy candidata al suicidio", explicaba entonces a EL PAÍS, "sino que libro una batalla por existir políticamente".
Su huelga apenas duró tres semanas. El récord del ayuno como protesta en Túnez lo ostenta la abogada Radhia Nasraoui que, en 2003, no probó bocado durante 57 días. "Lo hice para desenmascarar el carácter dictatorial y policial del régimen de Ben Ali y su empeño por seguir siendo presidente de por vida".
La Asociación de Lucha contra la Tortura de Nasraoui nunca fue legalizada, "pero no por eso hay que pensar que las organizaciones legales tienen una existencia más fácil", recalca Hitzem, de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas. "Nuestras militantes han tenido con frecuencia dificultades para acceder a nuestras sedes y nuestras cuentas corrientes están bloqueadas desde hace años", se lamenta.