Transnacionales petroleras manipulan reservas de gas

Mirko Orgáz García
Entre los años 1996-2005, las trasnacionales hicieron subir las reservas de gas de 3 a 28,7 TCF para justificar la “capitalización” de YPFB y estimular proyectos de exportación con bajas rentas para el estado boliviano.
En la edición de La Razón de 7 de agosto de 2010, el ministro de Energía e Hidrocarburos, Fernando Vincenti, sin explicar por qué bajaron las reservas de gas del país en siete puntos, “certificó que Bolivia tiene en la actualidad una reserva probada de gas de al menos 19 trillones de pies cúbicos (TCF, por su cifrado en inglés) suficiente para abastecer holgadamente la demanda interna y externa durante los próximos 20 años”.

Si bien la preocupación del ministro es la exportación del gas como materia prima, (“Tenemos reservas para exportar por lo menos por 20 años más”, dijo), el tema está vinculado a las posibilidades de desarrollar proyectos de industrialización de los hidrocarburos y en base a éstos del país en su conjunto, base del desarrollo con soberanía, un reto histórico que fue bandera central del gobierno del MAS.
Vincenti, añadió a la gubernamental ABI que “el tema de la cantidad de gas que nosotros tengamos como reservas no debe preocupar a nadie. Tenemos el gas suficiente para el mercado interno y el externo”.

Sin embargo, más allá de las despreocupadas declaraciones del funcionario público, el tema preocupa a la nación boliviana, pues sin reservas suficientes es imposible desarrollar procesos de industrialización y el cambio de la matriz energética en Bolivia, dos ejes centrales de cualquier proyecto de desarrollo viable y sostenible para Bolivia.
Actualmente el mercado interno requiere de 1,5 TCF, el contrato con el Brasil, 8 TCF; el de la Argentina 7 TCF, y los de Paraguay y Uruguay, nuevos prospectos del actual gobierno de venta de gas al mercado externo, 3 TCF. Sumando los requerimientos externos e internos, tenemos una cifra por encima de los 19 TCF, lo que certifica que Bolivia carece de reservas suficientes para iniciar procesos de industrialización del gas y el cambio de la matriz energética.

En otras palabras, la cantidad de reservas y su disponibilidad es un requisito básico del proceso de industrialización de los hidrocarburos en Bolivia.

¿Qué pasó con las reservas?


Hasta el año 1997, fecha en que se “capitalizó YPFB, las reservas del país en gas y petróleo eran de 3,8 Trillones de Piés Cúbicos (TCF) y las de Petróleo a 116,1 millones de barriles (MMbbl).
Para el año 2003, 6 años después de la capitalización gonista, las reservas probadas subieron a 28,7 TCF de gas y 486,1 MMbbl de petróleo, según DeGolyer and MacNaughton.
El año 2005, DeGolyer estableció que nuestras reservas de gas eran de 26 TCF Y 465 MMbbl de petróleo.
Con estos datos, el gobierno y analistas pro transnacionales hicieron creer a la opinión pública nacional que la Capitalización había sido un éxito, justificando el desarrollo de una política exportadora del gas como materia prima a los países vecinos, en desmedro del mercado interno y procesos de industrialización.
Sin embargo, entre los años 2005-2006, la última certificación preliminar de DeGolyer señaló que las reservas probadas ya no eran de 25 sino de 19 TCF, cifra que coincide con la que hizo conocer el Ministro Vincenti, calificada por él como “holgadas” para cumplir con los contratos de exportación y el mercado interno los siguientes veinte años, sin ahondar en el análisis sobre esta aritmética petrolera.

Más aún, fuentes vinculadas a la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, han señalado que Bolivia solo tendría entre 9 y 10 TCF, debido a la “escasa exploración, excesiva tributación, cambio de reglas y volúmenes exportados a Brasil, Argentina y uso interno”.
Según esta visión, claramente vinculada al poder transnacional, las reservas probadas que han caído de 26 TCF a cerca de 10 TCF, ha provocado que Bolivia ya no sea más el país con las segundas reservas de gas de la región, “lo pueden ser Perú o Brasil”.
Queda claro que estas explicaciones no admiten un análisis riguroso, pues las reservas, en primer lugar, fueron descubiertas por YPFB antes de la capitalización, y durante el actual gobierno del MAS las petroleras incumplieron sistemáticamente sus planes de inversión tanto en exploración como en explotación, expresión contundente de la falsa nacionalización del gobierno de Evo Morales, claro, sin dejar de recibir ganancias extraordinarias los últimos cinco años, gracias a “costos recuperables” arbitrarios.

Peor aún, considerando, por lo alto, un total producido de 45 MMmm3/d de gas entre los años 2005-2010 para cumplir los contratos de exportación a Brasil, Argentina (Chile) y el mercado interno, Bolivia apenas tendría que haber gastado 3 TCF de sus reservas.
Entonces, ¿cuál es la explicación de fondo de este sube y baja de las reservas?

La explicación de fondo

La explicación es que las petroleras bajan y suben las reservas según sus intereses.
Por ejemplo, entre los años 1996-2005, las trasnacionales hicieron subir las reservas de gas de 3 a 28,7 TCF para justificar la “capitalización” de YPFB y estimular proyectos de exportación con bajas rentas para el estado boliviano. Con esta política, las compañías tuvieron ganancias extraordinarias en desmedro del estado boliviano y de los procesos de industrialización en Bolivia.
En este período “neoliberal”, toda discusión sobre el uso interno del gas para Bolivia y procesos de industrialización fue neutralizada y subordinada a la política neoliberal de exportación de gas a los mercados externos.

Cabe recalcar que esta política “neoliberal” de exportar materia prima al mercado externo se mantiene inalterable con el actual gobierno “socialista” de Evo Morales.
Sin embargo, la nueva estrategia que se vislumbra tras los anuncios y declaraciones gubernamentales y pro transnacionales de la disminución de las reservas de gas es generar un ambiente propicio a la “inversión” externa, lograr nuevas concesiones petroleras para las comapñías extranjeras en desmedro de YPFB y aprobar una nueva Ley de Hidrocarburos a la medida exacta de sus intereses, que incluye en otras cosas, la baja de impuestos.

Pasa lo mismo con el anuncio de que no existen “reservas para la industrialización”, cuando se sabe que este tema debía ser encarado como prioridad, por encima de la política “neoliberal” de la exportación del gas como materia prima.
En ambos casos, se trata de generar un sentimiento favorable en la opinión pública nacional a la inexistente inversión externa entregando al poder petrolero millones de hectáreas de nuevas áreas petroleras, con bajo riesgo y haciendo pagar al país los costos de esta nueva etapa exploratoria, como sucedió con la Capitalización.
Así debe leerse el reciente anuncio del gobierno de que se disponen 52 nuevos bloques de exploración y explotación para el capital transnacional, bajo la fórmula del 51% para el estado y 49% para las empresas, que no disimula el control extranjero de nuestros recursos a través de las Sociedades Anónimas Mixtas.

Pero, eso no es todo. Se discute ya la aprobación de una nueva Ley de Hidrocarburos, que según el análisis de los dos proyectos existentes, es más draconiana que la 1689 de Sánchez de Lozada, que incluye la baja de impuestos a las actividades de las empresas petroleras para hacer más atractiva sus “inversiones”.

Quiénes son los responsables del sube y baja


Como se ha dicho, la última certificación en Bolivia data del año 2005 y fue elaborado por la empresa DeGolyer & Macnaughton que fue contratada por anteriores gobiernos y las transnacionales petroleras que operan en Bolivia.
Cabe decir que las estadísticas sobre reservas si bien fueron manejadas por la certificadora DeGolyer & Macnaughton, las empresas petroleras y los anteriores gobiernos también tienen una gran responsabilidad en el ocultamiento de las cifras reales de las reservas en Bolivia.
Es una responsabilidad tripartita, inobjetable, que tiene graves consecuencias por el daño económico ocasionado al estado boliviano.

A pesar de esto, estas empresas transnacionales, como Petrobras, Repsol, British Petroleum, Total Fina Elf y otras, siguen operando en Bolivia.
Recientemente, mediante licitación, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos Corporación adjudicó la certificación de las reservas de gas natural y petróleo, a la empresa norteamericana Ryder Scott Company Petroleum Consultants.
YPFB pagará 3.9 millones de dólares por este servicio que tiene por objetivo conocer el estado de las reservas de todos los campos productores de hidrocarburos en Bolivia, hasta el 31 de diciembre de 2009.

El informe final debía ser presentado, según contrato, en agosto de 2010, pero fue suspendido sorpresivamente hasta finales septiembre.

Qué hacer

Saber con exactitud la cantidad de reservas existentes en Bolivia nos dará la certeza de tener condiciones para desarrollar procesos de industrialización del gas en Bolivia, al mismo tiempo la conveniencia o no de seguir exportando gas natural en las actuales proporciones y condiciones (bajos precios y con líquidos) a los mercados externos, como Brasil y Argentina, y la diversificación de otros, Chile, Uruguay y Paraguay que ya se están concretando de manera irresponsable por este gobierno.
Se necesita tener información precisa respecto a la existencia de las reservas bolivianas de hidrocarburos y esta era una tarea cumplida antes de la Capitalización por YPFB de manera expedita y con vocación nacional.

Mientras no tengamos la certeza de cuánto de reservas tenemos los bolivianos en hidrocarburos, 10, 19, 26, 50 ó 150 TCF, Bolivia debe usar la totalidad de su gas como energético y materia prima para lograr su industrialización y el cambio de su matriz energética, dando cumplimiento a la tesis del año 2003 de “Gas para los bolivianos”.
Primero, la industrialización del gas para producir Diesel Ecológico que le daría al país la posibilidad de monetizar el millar de piés cúbicos en 15 dólares, el triple de lo que paga el Brasil (5.62 Mmcd).

Segundo, el cambio de la matriz dinamizaría la economía boliviana con energía barata, generando sólo con la sustitución del 50% del consumo de diesel, GLP y gasolina más de mil millones de dólares. Esto sin contar los extensos e intensos procesos de industrialización en todo el país. Esa es la prioridad nacional.
La política contraria es la “neoliberal”, la que continúa el actual gobierno de Evo Morales: exportar gas como materia prima para el desarrollo de Brasil, Argentina (Chile), sin considerar si tenemos las reservas suficientes para satisfacer las necesidades de desarrollo de sus propietarios: los bolivianos.

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