Los palíndromas quechuas

Ramón Rocha Monroy
A mi amigo Turi Torrico le debo una que recogí leyendo el valioso libro de Blithz Lozada sobre la Cosmovisión Andina, y es la existencia de un idioma secreto de los incas que se basaba en palíndromas. Como sabemos ya muchos en Cochabamba, Eduardo Torrico Laserna es un prodigioso cultor de este arte poético que consiste en escribir frases que dicen lo mismo leyéndolas al derecho y al revés. El Turi tiene una colección que alimenta a diario, pero ésta no se la sabía. Los palíndromas son como los números capicúa (palabra que viene del catalán cap –cabeza– y cúa –cola–); son víboras que se muerden la cola, un símbolo mágico que alude al tiempo circular, al espacio de cuatro dimensiones, no sólo latitud, longitud y espesor sino también tiempo, como era la cosmovisión andina y también la teoría de la relatividad de Einstein, de modo que lo que ocurrió en el pasado puede volver a ocurrir.

El pensamiento andino tiene cuatro categorías: ayni, que significa reciprocidad, mita o rotación de responsabilidades, tinku o conciliación de los contrarios y amaru, que quiere decir víbora y alude a las fuerzas ocultas que se oponen a la realidad y la subvierten, la vuelcan, y entonces se viene el pachakuti, la vuelta de la tortilla, el tiempo del cambio.

Los entendéjticos (como decía la mamá de mi carnal Alfredo) dicen que el aymara se habló en el Kollasuyo hasta el reinado de Tupac Yupanqui, porque el quechua se usaba como idioma secreto de ceremonias y ritos. El oráculo de los incas era el de de Pachacámac y hablaba usando palíndromas y metátesis (es decir, al vesre, como decir ñoba en lugar de baño). Estas frases quechuas eran sagradas y míticas y por eso permanecían ocultas. Los buenos amigos entendéjticos citan los siguientes palíndromas quechuas: kamamamak, callallallak y kamamamak cay, que significan “sembrados lozanos y fértiles” y “fertilidad”. Los palíndromas sugieren fertilidad y producción porque aluden al ciclo agrícola; los campos fértiles y lozanos son aquellos que han terminado el ciclo productivo con éxito. Otros sugieren que la repetición de sílabas inclusive por tres veces en una misma palabra sugiere la idea de ciclo y reiteración; es el caso de k’anananay, phatatatay y pharararay que significan “reverberar incandescentemente”; “patalear” y “convulsionarse” o “sacudir las alas con violencia”. (Hay que pensar que el plural en aymara y quechua es una palabra repetida: Calacala, Queruqueru, Patapatapi, Moqomoqompi).

Los pueblos andinos amaban el agua del cielo, del suelo y del subsuelo como fuente de vida, como camino y como puerta de escape (es decir, como volver al vientre de la madre. Muchos héroes andinos se escapan sumergiéndose en las aguas de un lago para reencontrarse con su madre, con sus orígenes. Una sola palabra se usa para decir cabeza o cumbre y agua: la palabra uma, que tiene relación con la palabra yumay, semen. El agua viene de las alturas y fecunda como el semen. (Qué rico, ¿no?). Del agua nacieron los fundadores, Manco Kapac y Mama Ocllo; el agua sale del vientre de la tierra, se evapora y forma las nubes, cae en forma de lluvia y vuelve a la tierra después de fecundarla, una imagen del tiempo circular, del espacio-tiempo, tan bien expresado en los palíndromas (que algunos giles llaman palíndromos).

Esito quería contarle a mi amigo Turi para que vea la magnitud mítica, ritual y trascendente del oficio de palindromista.

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