Potosí cuenta sus ganancias y pérdidas en 19 días de paro
Potosí, Abi
El departamento de Potosí, cuya economía se sustenta hace 4 siglos en la minería y desde hace tres décadas en el turismo, deploraba el miércoles las pérdidas -en algunos agregados, pingües- que le dejaron 19 días de huelga general y corte de rutas por un petitorio que, según el Gobierno, fue atendido antes de que su Comité Cívico (COMCIPO) estallara las protestas y lo aislara con radicalidad del resto de Bolivia.
Tres días después de cesar la presión, Potosí, una de las regiones económicamente más deprimidas y, por paradoja, la que más excedente estatal ha producido en la historia de 185 años del país andino amazónico, hacía el ineludible recuento de ganancias versus pérdidas.
El comercio formal comenzó a abastecerse varios días después de agotar sus existencias.
El informal, también subió las cortinas.
Mientras no se disipaban aún los humos de los temores colectivos levantados por cuadrillas de vigilantes que reprimieron intentos considerados violatorios de la huelga general indefinida del COMPIPO, algunos establecimientos volvían tímidamente a la actividad.
Tras poco menos de 3 semanas de protestas, que dejaron, en su tramo final, un minero mutilado y una veintena de heridos, el COMCIPO y el gobierno de Evo Morales firmaron el lunes una serie de acuerdos para disipar las reivindicaciones regionales.
En el haber, el gobierno de Morales ratificó un compromiso plasmado en una ley de enero último, de construir un aeropuerto internacional en esa ciudad andina.
Los acuerdos firmados con el COMCIPO establecen, en lo que respecta a Potosí, la construcción de una fábrica de cemento en la fronteriza localidad de Coroma, la reactivación de la planta fundidora de Karachipampa, la conservación de la estructura cónico-morfológica del Cerro Rico, la conclusión garantizada de la carretera a Tarija y los avales necesarios para ejercer su soberanía en la órbita de la Ley Marco de Autonomías.
Varios miles de personas salieron el lunes por la noche a la Plaza de Armas de Potosí para celebrar, en medio de bailes y discursos, los alcances de los acuerdos del COMPIPO y el Gobierno.
Mientras el comercio se restablecía de a poco y la actividad económica recobraba el tono diario, la hotelería le tomaba el pulso, en lo estrictamente local, a la situación post huelga y bloqueo.
Las cuentas en rojo ponían en evidencia que, por causa de la convulsión en el sudoeste boliviano, que afectó al vecino departamento de Chuquicasa y, de coletazo, al sureño Tarija, 25.000 visitantes extranjeros cancelaron sus desplazamientos a Bolivia, 3.000 de lo que se habían anotado para llegar a Potosí.
De acuerdo con datos coincidentes del Viceministerio de Turismo y de la privada Asociación Boliviana de Viajes y Turismo, la hotelería en Potosí perdió 140.000 dólares en 19 días de parálisis.
Indirectamente, el resto de las plazas turísticas bolivianas ligaron con la pérdida de 22.000 visitantes.
La situación del turismo empalideció después de que, en plena protesta, el Departamento de Estado de EEUU pidió a sus connacionales abstenerse visitar Bolivia, en especial Potosí y, Naciones Unidas denunció que en esa región boliviana se violentaban los derechos humanos.
De acuerdo con datos oficiales, cada turista extranjero invierte en promedio 55 dólares día y un nacional 35.
Sólo los turistas extranjeros pudieron haber ingresado 3,1 millones de dólares en los 19 días de convulsión.
La cantidad de turistas nacionales que dejaron de visitar Potosí no ha sido mesurada.
De acuerdo con el Viceminsiterio de Turismo, Bolivia perdió 19 millones de dólares, uno por día, en los 19 de la protesta radicada en plena temporada alta.
Además del Cerro Rico, Potosí, famosa por las leyendas desprendidas de esa montaña preñada de plata, atrae por la arquitectura colonial de su ciudad plena de cúpulas de basílicas, iglesias, parroquias menores, conventos y monasterios.
Arquitectónica y urbanísticamente anclada en los siglos XVI y XVIII, Potosí tiene, en la archifamosa Casa de La Moneda, la primera acuñadora de América, a uno de sus monumentos más visitados por los turistas.
Potosí resume, en Bolivia, la herencia de la colonia española de los siglos XVI al XIX, plasmada en la explotación de la plata que se valió de la mano de obra esclava, conocida aquí como mitaya, para erguir el imperio de Carlos V de España (y I de Alemania), uno de los nombres con que se conoce a esa ciudad elevada en los Andes a casi 4.000 m de altura sobre el nivel del mar.
Potosí, cuya minería de la plata atrajo el siglo XVI una población de 100.000 habitantes, tanto como París o Londres, ha sufrido pérdidas significativas, "por decir lo menos", en materia minera.
En Potosí opera en emporio minero de San Cristóbal, gerenciado por la minera japonesa Sumimoto, que según datos del Ministerio de Minería boliviano dejó de producir 20 millones de dólares en 10 días de parálisis, a razón de 2 por día.
Otra empresa, Mankiri, reportó pérdidas de 10 millones de dólares y una más, que opera en el Cerro Rico, otros 4 millones de dólares.
"Para los mineros, por los días de paralización en Potosí, la pérdida ha sido cuantiosa, particularmente para el sector cooperativo y para el departamento en general, sobre todo el tema de regalías", señaló Pimentel.
El ministro de la Presidencia, Oscar Coca, dijo que en Potosí "hubo", en 19 días, "un falso conflicto", porque el pliego de 6 puntos ya había sido resuelto por el Gobierno 4 días antes que estallen las protestas.
Analistas locales consideraron que en Potosí hubo una "victoria pírrica", pues los costos políticos para el gobierno de Morales "son insignificantes" ante las pérdidas económicas" del departamento, uno de los más pobres de Bolivia.
El líder del COMCIPO debió salir a desmentir a uno de sus adláteres que en medio de los festejos lunesinos dijo que Morales no tenía pisada en Potosí.
Condori debió admitir que intereses políticos, lo más probable opuestos a Morales, se movieron tras bambalinas en el conflicto y que el veto al mandatario no era sino producto de una emoción y no respondía a una decisión orgánica del COMCIPO.
El departamento de Potosí, cuya economía se sustenta hace 4 siglos en la minería y desde hace tres décadas en el turismo, deploraba el miércoles las pérdidas -en algunos agregados, pingües- que le dejaron 19 días de huelga general y corte de rutas por un petitorio que, según el Gobierno, fue atendido antes de que su Comité Cívico (COMCIPO) estallara las protestas y lo aislara con radicalidad del resto de Bolivia.
Tres días después de cesar la presión, Potosí, una de las regiones económicamente más deprimidas y, por paradoja, la que más excedente estatal ha producido en la historia de 185 años del país andino amazónico, hacía el ineludible recuento de ganancias versus pérdidas.
El comercio formal comenzó a abastecerse varios días después de agotar sus existencias.
El informal, también subió las cortinas.
Mientras no se disipaban aún los humos de los temores colectivos levantados por cuadrillas de vigilantes que reprimieron intentos considerados violatorios de la huelga general indefinida del COMPIPO, algunos establecimientos volvían tímidamente a la actividad.
Tras poco menos de 3 semanas de protestas, que dejaron, en su tramo final, un minero mutilado y una veintena de heridos, el COMCIPO y el gobierno de Evo Morales firmaron el lunes una serie de acuerdos para disipar las reivindicaciones regionales.
En el haber, el gobierno de Morales ratificó un compromiso plasmado en una ley de enero último, de construir un aeropuerto internacional en esa ciudad andina.
Los acuerdos firmados con el COMCIPO establecen, en lo que respecta a Potosí, la construcción de una fábrica de cemento en la fronteriza localidad de Coroma, la reactivación de la planta fundidora de Karachipampa, la conservación de la estructura cónico-morfológica del Cerro Rico, la conclusión garantizada de la carretera a Tarija y los avales necesarios para ejercer su soberanía en la órbita de la Ley Marco de Autonomías.
Varios miles de personas salieron el lunes por la noche a la Plaza de Armas de Potosí para celebrar, en medio de bailes y discursos, los alcances de los acuerdos del COMPIPO y el Gobierno.
Mientras el comercio se restablecía de a poco y la actividad económica recobraba el tono diario, la hotelería le tomaba el pulso, en lo estrictamente local, a la situación post huelga y bloqueo.
Las cuentas en rojo ponían en evidencia que, por causa de la convulsión en el sudoeste boliviano, que afectó al vecino departamento de Chuquicasa y, de coletazo, al sureño Tarija, 25.000 visitantes extranjeros cancelaron sus desplazamientos a Bolivia, 3.000 de lo que se habían anotado para llegar a Potosí.
De acuerdo con datos coincidentes del Viceministerio de Turismo y de la privada Asociación Boliviana de Viajes y Turismo, la hotelería en Potosí perdió 140.000 dólares en 19 días de parálisis.
Indirectamente, el resto de las plazas turísticas bolivianas ligaron con la pérdida de 22.000 visitantes.
La situación del turismo empalideció después de que, en plena protesta, el Departamento de Estado de EEUU pidió a sus connacionales abstenerse visitar Bolivia, en especial Potosí y, Naciones Unidas denunció que en esa región boliviana se violentaban los derechos humanos.
De acuerdo con datos oficiales, cada turista extranjero invierte en promedio 55 dólares día y un nacional 35.
Sólo los turistas extranjeros pudieron haber ingresado 3,1 millones de dólares en los 19 días de convulsión.
La cantidad de turistas nacionales que dejaron de visitar Potosí no ha sido mesurada.
De acuerdo con el Viceminsiterio de Turismo, Bolivia perdió 19 millones de dólares, uno por día, en los 19 de la protesta radicada en plena temporada alta.
Además del Cerro Rico, Potosí, famosa por las leyendas desprendidas de esa montaña preñada de plata, atrae por la arquitectura colonial de su ciudad plena de cúpulas de basílicas, iglesias, parroquias menores, conventos y monasterios.
Arquitectónica y urbanísticamente anclada en los siglos XVI y XVIII, Potosí tiene, en la archifamosa Casa de La Moneda, la primera acuñadora de América, a uno de sus monumentos más visitados por los turistas.
Potosí resume, en Bolivia, la herencia de la colonia española de los siglos XVI al XIX, plasmada en la explotación de la plata que se valió de la mano de obra esclava, conocida aquí como mitaya, para erguir el imperio de Carlos V de España (y I de Alemania), uno de los nombres con que se conoce a esa ciudad elevada en los Andes a casi 4.000 m de altura sobre el nivel del mar.
Potosí, cuya minería de la plata atrajo el siglo XVI una población de 100.000 habitantes, tanto como París o Londres, ha sufrido pérdidas significativas, "por decir lo menos", en materia minera.
En Potosí opera en emporio minero de San Cristóbal, gerenciado por la minera japonesa Sumimoto, que según datos del Ministerio de Minería boliviano dejó de producir 20 millones de dólares en 10 días de parálisis, a razón de 2 por día.
Otra empresa, Mankiri, reportó pérdidas de 10 millones de dólares y una más, que opera en el Cerro Rico, otros 4 millones de dólares.
"Para los mineros, por los días de paralización en Potosí, la pérdida ha sido cuantiosa, particularmente para el sector cooperativo y para el departamento en general, sobre todo el tema de regalías", señaló Pimentel.
El ministro de la Presidencia, Oscar Coca, dijo que en Potosí "hubo", en 19 días, "un falso conflicto", porque el pliego de 6 puntos ya había sido resuelto por el Gobierno 4 días antes que estallen las protestas.
Analistas locales consideraron que en Potosí hubo una "victoria pírrica", pues los costos políticos para el gobierno de Morales "son insignificantes" ante las pérdidas económicas" del departamento, uno de los más pobres de Bolivia.
El líder del COMCIPO debió salir a desmentir a uno de sus adláteres que en medio de los festejos lunesinos dijo que Morales no tenía pisada en Potosí.
Condori debió admitir que intereses políticos, lo más probable opuestos a Morales, se movieron tras bambalinas en el conflicto y que el veto al mandatario no era sino producto de una emoción y no respondía a una decisión orgánica del COMCIPO.