Las dudas sobre la recuperación devuelven el temor a los mercados

L. ABELLÁN / C. PÉREZ, El País
Los indicios de que la recuperación económica mundial aguardaba a la vuelta de la esquina han resultado prematuros. Los mercados se dieron ayer un baño de realidad tras varias semanas en las que las tímidas señales de mejoría que emitían diferentes países alentaban la hipótesis de la recuperación. Las dudas sobre la fortaleza estadounidense, unidas a la rebaja de las perspectivas de crecimiento en Reino Unido, entre otros indicadores, alentaron el nerviosismo, hicieron caer con fuerza las Bolsas y orientaron a los inversores hacia valores refugio: el dólar y la deuda de los países más sólidos, sobre todo Estados Unidos y Alemania.

La mecha la prendió el banco central estadounidense a última hora del martes, aunque hace ya varias semanas que los riesgos aparecen aquí y allá, con la crisis del trigo, por ejemplo. Ante el temor de una vuelta a la recesión, la Reserva Federal decidió dar un pequeño paso, de gran trascendencia para los inversores. El anuncio de que seguirá comprando deuda pública (no con nuevos desembolsos, sino reinvirtiendo la deuda hipotecaria que venza) y la decisión de dejar el precio del dinero próximo a cero sine die para animar la economía convencieron a los mercados de que la recuperación no está ni mucho menos garantizada. La recesión puede volver a EE UU cuando Europa apenas arranca y China empiezan a mostrar signos de desaceleración en la industria.

Reino Unido ahondó ayer en la herida abierta por la Reserva Federal. El Banco de Inglaterra revisó a la baja el crecimiento previsto para este año y el próximo. Sin dar cifras precisas, la autoridad monetaria aseguró que el país no alcanzará el 1,7% augurado para este año ni el 3,4% en 2011. No es la única economía europea sobre la que existen recelos. En España, el presidente del Gobierno advirtió el martes de un empeoramiento del PIB en otoño, aunque ayer mismo la vicepresidenta Elena Salgado matizó que esa posibilidad no incluye retrocesos. Pero las dudas están ahí.

Incluso China arroja algún síntoma de agotamiento. Con cifras que para Europa o EE UU serían exuberantes, la producción industrial del país se ralentizó al no alcanzar el crecimiento esperado -del 18%- y la inversión tampoco logró satisfacer las expectativas del mercado.

"La tensión se ha ido transmitiendo en las últimas semanas de Europa a EE UU. Tras haber ganado confianza, los inversores vuelven a tener el susto en el cuerpo porque parece claro que las grandes economías van a crecer poco o nada durante mucho tiempo. Y ese es el caldo de cultivo para que aparezcan nuevos problemas en el sector financiero", explicó José Luis Alzola, del Observatory Group. "La recuperación económica mundial va a atravesar por muchas más dificultades de las que se apuntaban hasta hace poco. Los bancos centrales han contenido los problemas más acuciantes a corto plazo, pero una economía mundial anémica deja desajustes a más largo plazo, que se reflejan en el empleo, que no va a ser fácil resolver", abundó Santiago Carbó, consultor de la Reserva Federal.

Ese escenario global más adverso genera inquietud entre los inversores, que ayer huyeron de la renta variable. Los mercados asiáticos empezaron el día claramente a la baja. La Bolsa estadounidense cayó el 2,5%. También bajaron con fuerza las europeas, con la española a la cabeza, como suele ocurrir en momentos de turbulencias. El Ibex 35 experimentó el mayor descenso desde finales de junio, un 3,2%. "Lo de las Bolsas es en parte una tormenta de agosto: la caída es lógica por las advertencias de los bancos centrales, pero más dramática de lo normal porque agosto es un mes extraño", dijo Carbó.

Frente a esos descensos, los valores considerados más seguros sirvieron como refugio. El dólar se apreció y la rentabilidad del bono estadounidense a 10 años bajó. Es lo que suele suceder en momentos de incertidumbre: a pesar de todos sus problemas, los inversores confían en la solidez de la economía de EE UU. Algo así pasa también con Alemania: la evolución del bono alemán, el de referencia en Europa, fue espectacular. Los intereses bajaron al 2,46%, su mínimo nivel desde 1989, cuando la agencia Bloomberg comenzó a registrarlo.

Más que una huida hacia un valor sólido, Jürgen Michels, analista de Citi, interpreta que la menor rentabilidad del bono alemán obedece a la idea de que el Banco Central Europeo (BCE) puede seguir los pasos de la Reserva Federal y auxiliar a la eurozona. Una idea que puede confundir, según Michels, puesto que "como se ha visto recientemente, el BCE se comporta de otra forma: ha tolerado una importante reducción de liquidez y, por tanto, un aumento en el precio del dinero en los mercados".

La preferencia por el bono alemán tiene un efecto perverso sobre la prima de riesgo de otros países más expuestos (es decir, sobre la diferencia con la rentabilidad alemana). Las nuevas condiciones "pueden acabar elevando la prima de riesgo española", advierte David Martínez, del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya. Ocurrió ayer mismo: la brecha subió a 168 puntos básicos, tras unas semanas en las que la publicación de las pruebas de esfuerzo a los bancos redujeron ese diferencial. El bono español tiene una rentabilidad superior al 4%.

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