Chile: ¿medicinas contra los terremotos?

Valeria Perasso
Enviada especial a Chile
Ante la angustia de la tierra que tiembla, muchos buscaron una solución en las farmacias. Así, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos aumentó más de 30% en Chile tras el sismo y el tsunami del pasado 27 de febrero.
Los estudios muestran que el notorio incremento estuvo directamente asociado a las secuelas del terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter, desde la fragilidad del propio hogar a la incertidumbre sobre el empleo.

Además, las réplicas de los días sucesivos –algunas de más de 6 grados en la escala Richter- también alteraron el patrón de sueño de muchos chilenos.
"Un trauma severo como este provoca reacciones inmediatas que son normales, que tienen que ver con una activación del sistema de respuesta frente al estrés o el peligro", le dijo a BBC Mundo el neuropsiquiatra Rodrigo Paz.
Y para recuperar la estabilidad, muchos recurrieron a drogas como el Diazepam,

Alprazolam o Clonazepam.


El crecimiento de la demanda de estos calmantes fue tal que los estudios de la Secretaría Regional Ministerial de Salud (Seremi) de Santiago también registraron un aumento de sus precios.

Crónicos

A cinco meses del sismo, la experiencia clínica señala que el consumo ha vuelto a bajar levemente, aunque no hay cifras exactas.
Sin embargo, señalan algunos, ha quedado un incremento residual en el uso de esta clase de medicamentos que probablemente no vaya a revertirse. Son aquellos a quienes el terremoto ha convertido en consumidores crónicos de ansiolíticos.
La tendencia se registra en un país que, de por sí, tiene además elevados índices de uso de este tipo de drogas. En América Latina, Chile figura cuarto en el ranking -detrás de Venezuela, Uruguay y Argentina- de mayor ingesta per cápita de Clonazepam, el ansiolítico más usado, que es comercializado bajo la marca Revotril.

Y a la hora de entregar una prescripción, las opiniones de los expertos están divididas.
Algunos de los consultados por BBC Mundo consideraron que las drogas reguladoras del ánimo son una primera respuesta válida ante una catástrofe inesperada como la que vivieron los chilenos.

Otros, sin embargo, sugirieron que se promovió un uso excesivo y que sólo una pequeña proporción de casos requería tratamientos con medicamentos.

Riesgos


Detrás de las estadísticas frías, se esconden también los riesgos asociados a estas medicinas.
"Los recetamos porque, tras el terremoto, la gente experimentó problemas de ánimo, perturbaciones de toda clase e incluso molestias físicas. Y la manera más sencilla de tratarlos es usando ansiolíticos por períodos breves. Unas 3 semanas, no más de 3 meses", explicó el académico Carlos Cruz, de la Facultad de Medicina de la Universidad Andrés Bello.

La automedicación y la comercialización ilegal son un problema.
"Pero estas drogas pueden generar dependencia, reducen la reacción psicomotriz y, aunque inducen al sueño, alteran su calidad y pueden causar alteraciones de memoria", advirtió Cruz.
Sobre estos remedios pesa además otro fantasma: el de la automedicación y la comercialización ilegal.

Así, el incremento del 30% en el consumo es una subestimación, porque muchos recurren a la venta sin controles, por internet o en la calle.
"Hay muchos pacientes que los retiran en hospitales y luego los venden en ferias", le dijo a BBC Mundo un médico clínico de Santiago que prefirió reservarse su nombre.
Y en las farmacias de la capital, las presiones también se hacen sentir. "Nosotros no trabajamos esos productos, porque en estas farmacias chicas con un sólo vendedor normalmente asaltan sólo para robarse eso: Diazepam, Clonazepam. Aunque ahora se está normalizando", dijo Wenceslao Vargas, encargado de un local en la comuna de San Joaquín, cercana a un sector de edificios dañados por el terremoto.

"La gente queda con algo psicológico y recurre a las pastillas. Yo no tomo pero mi pareja sí, muchas, y ahora aumentó la cantidad", confirma Bernardita, vendedora de ensaladas en un puesto callejero.

Alternativas florales

Ante el mismo mal, hay quienes han optado por otra cura. La que proveen los productos naturales.
La Universidad Andrés Bello, por caso, sugiere el uso de medicinas alternativas, como la aromaterapia, el Reiki, o el uso de hierbas de venta libre como valeriana o pasiflora.

La gente también recurre a las terapias alternativas.
En el centro público de salud Rosita Renard, cerca de la Villa Olímpica capitalina, el programa de salud mental promueve terapias parecidas, acompañadas de consultas con psicólogos.
El Instituto Mount Vernon fue un paso más allá: acercó sus frasquitos de flores de Bach a las poblaciones más damnificadas de la región sureña de Maule.
"Empezamos a ir a Constitución enseguida del terremoto, con un equipo de 55 terapeutas florales, muchos de los cuales además son psicólogos. Lo primero fue entregar fórmulas preparadas para recuperar la calma, repartimos unos 6.000 frascos", relató a BBC Mundo la administradora del instituto, María Julia Falcón.

En un país altamente sísmico, los expertos coinciden en que la respuesta ante una emergencia sanitaria como ésta debe ser estructural. Además de controlar la venta de fármacos mediante recetas archivadas, es necesario establecer políticas de salud pública.
Tras evaluar catástrofes anteriores en Chile y otros países, la Unidad de Trauma, Estrés y Desastres de la Universidad Católica anticipó que el estrés post traumático afectará al 7,5% de la población chilena.

"Hay que entender que los países sísmicos son vulnerables a la emergencia de patologías psiquiátricas y por eso se necesita formar especialistas", concluyó el médico Rodrigo Paz.

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