Jefe de BP al banquillo
Mark Gregory, BBC
El presidente ejecutivo de British Petroleum (BP), Tony Hayward, compareciós ante el Congreso de Estados Unidos por el derrame de crudo en el Golfo de México.
Hayward ha sido blanco de críticas no sólo por ser la cara de la compañía que ha cambiado -así sea momentariamente- la estrecha relación de EE.UU. con el petróleo sino también por algunas declaraciones desafortunadas que ha hecho durante los dos meses que lleva la crisis.
Frases como "me gustaría recuperar mi vida normal", cuando hablaba de cuánto deseaba encontrar una solución no fueron bien recibidas por residentes del área afectada.
Pero más allá de las palabras, hay un interrogante que sigue flotando en el ambiente: ¿cambiará en algo esta experiencia a la industria petrolera?
A pesar de que, sin duda alguna, el incidente en el Golfo de México es sui géneris -BP explota casi 1.500 pozos en profundidades semejantes sin percances-, el hecho de que un sólo accidente implique tal catástrofe obliga a los gobiernos y reguladores a revaluar la prospección submarina.
Nunca tan profundo
La explotación de petróleo en aguas profundas es una parte pequeña de la industria del petróleo pero que está creciendo rápidamente.
La mayoría de la producción y exploración nueva tiene lugar en el mar.
Los avances en la tecnología han hecho posible que las compañías petroleras puedan trabajar a profundidades cada vez mayores.
En la década de los '80, las perforaciones marinas llegaban a un máximo de 200 metros de profundidad. Hoy en día, los pozos de petróleo más profundos se encuentran tres kilómetros bajo la superficie.
Según Julian Lee, analista del Centro de Estudios Globales de Energía, el desastre de BP ha expuesto los peligros de esta práctica.
"Hasta ahora nadie había tenido que enfrentarse a esta clase de incidente a más de un kilómetro y medio debajo del agua. El acceso es muy difícil, la visibilidad no es buena, la presión es muy alta y las temperaturas muy bajas. Estas condiciones añaden una serie de complicaciones que nadie ha enfrentado antes", dijo Lee a la BBC.
La preocupación, como la mancha, crece
Alrededor del 10% de las reservas mundiales de petróleo se encuentran en el océano.
Las zonas de mucha actividad en cuanto a prospección petrolífera están a ambos lados del Atlántico, en la plataforma continental de Brasil, en el Golfo de México y en bajo las aguas de África occidental.
La explotación en tierra es más común, pero 10% de las reservas están bajo agua.
También se realiza en otros lugares incluyendo el Océano Índico, el Mar Negro y más allá de las costas de China e Indonesia.
Pero entre más petróleo se fuga cerca de Louisiana, hay más conciencia de los riesgos que suponen estas prácticas.
Nana Kobina Nketsia, jefa tradicional de una localidad costeña de Ghana, país con grandes reservas de petróleo submarinas, señaló que "teniendo en cuenta que Estados Unidos, con todos los recursos con los que cuenta, con todo el dinero que tiene, está experimentando dificultades a la hora de contener el problema, uno se puede imaginar lo que ocurriría si el desastre tuviera lugar en un país pequeño como Ghana".
Cooperación global
La alarma está sonando incluso en Rusia, uno de los principales productores de petróleo cuyas reservas se encuentran sobre todo en tierra.
El interés ruso en exploración en aguas profundas es un proyecto energético a futuro en el Ártico, una remota y frágil región que s muy vulnerable a la contaminación.
A pesar de las presiones, es improbable que se veten las perforaciones marítimas.
Para Mikhail Subbotin, director de una empresa consultora de energía en Moscú, es necesaria la creación de un organismo internacional que pueda lidiar con estos asuntos.
"El problema que ha sido tan gráficamente ilustrado por lo que le ha sucedido a BP resalta la necesidad de que muchos países cooperen. Por ejemplo, Noruega, Canadá y Estados Unidos tienen una vasta experiencia en tratar con este tipo de situaciones. Una supervisión constante, la creación de sistemas especiales de garantías, y quizás la creación de una especie de ministerio internacional de emergencias que trate con desastres naturales", dijo Subbotin.
Desastres de esta magnitud "requiere de una cooperación internacional lo más amplia posible, involucrando una muy extensa gama de temas legales", añadió.
La solución improbable
Se habla mucho de reforzar las regulaciones, pero en realidad no es muy probable que ningún gobierno este dispuesto a prohibir las perforaciones marinas en profundidad por más de un periodo corto de tiempo.
La razón, según Julian Lee del Centro de Estudios Globales de Energía, es que tienen mucho que perder económicamente.
"Si uno se fija, en los países donde hay mucha prospección submarina, la industria petrolera es enormemente importante para los ingresos de sus gobiernos. Creo que son conscientes de que si bien es necesario aumentar los controles en el proceso de perforación, se pondrían en aprietos economicamente si prohiben la práctica completamente", dijo Lee.
"Además -añadió- si se prohíbe este tipo de explotación completamente, todos terminaríamos pagando muchísimo más por el combustible que consumimos".
Y si bien hay presión para que se endurezcan las normas para la producción de petróleo en aguas profundas, no hay mucha discusión en cuanto a la otra cara de la moneda: el consumo.
Una menor demanda de crudo disminuiría la necesidad de extraerlo de lugares donde los riesgos son altos. Esa podría ser la solución.
Pero mientras continuemos consumiendo cada vez más petróleo- tal y como está ocurriendo cada año durante décadas-, las perforaciones marinas en profundidad continuarán expandiéndose ya que cada vez quedan menos reservas tradicionales de crudo.
El presidente ejecutivo de British Petroleum (BP), Tony Hayward, compareciós ante el Congreso de Estados Unidos por el derrame de crudo en el Golfo de México.
Hayward ha sido blanco de críticas no sólo por ser la cara de la compañía que ha cambiado -así sea momentariamente- la estrecha relación de EE.UU. con el petróleo sino también por algunas declaraciones desafortunadas que ha hecho durante los dos meses que lleva la crisis.
Frases como "me gustaría recuperar mi vida normal", cuando hablaba de cuánto deseaba encontrar una solución no fueron bien recibidas por residentes del área afectada.
Pero más allá de las palabras, hay un interrogante que sigue flotando en el ambiente: ¿cambiará en algo esta experiencia a la industria petrolera?
A pesar de que, sin duda alguna, el incidente en el Golfo de México es sui géneris -BP explota casi 1.500 pozos en profundidades semejantes sin percances-, el hecho de que un sólo accidente implique tal catástrofe obliga a los gobiernos y reguladores a revaluar la prospección submarina.
Nunca tan profundo
La explotación de petróleo en aguas profundas es una parte pequeña de la industria del petróleo pero que está creciendo rápidamente.
La mayoría de la producción y exploración nueva tiene lugar en el mar.
Los avances en la tecnología han hecho posible que las compañías petroleras puedan trabajar a profundidades cada vez mayores.
En la década de los '80, las perforaciones marinas llegaban a un máximo de 200 metros de profundidad. Hoy en día, los pozos de petróleo más profundos se encuentran tres kilómetros bajo la superficie.
Según Julian Lee, analista del Centro de Estudios Globales de Energía, el desastre de BP ha expuesto los peligros de esta práctica.
"Hasta ahora nadie había tenido que enfrentarse a esta clase de incidente a más de un kilómetro y medio debajo del agua. El acceso es muy difícil, la visibilidad no es buena, la presión es muy alta y las temperaturas muy bajas. Estas condiciones añaden una serie de complicaciones que nadie ha enfrentado antes", dijo Lee a la BBC.
La preocupación, como la mancha, crece
Alrededor del 10% de las reservas mundiales de petróleo se encuentran en el océano.
Las zonas de mucha actividad en cuanto a prospección petrolífera están a ambos lados del Atlántico, en la plataforma continental de Brasil, en el Golfo de México y en bajo las aguas de África occidental.
La explotación en tierra es más común, pero 10% de las reservas están bajo agua.
También se realiza en otros lugares incluyendo el Océano Índico, el Mar Negro y más allá de las costas de China e Indonesia.
Pero entre más petróleo se fuga cerca de Louisiana, hay más conciencia de los riesgos que suponen estas prácticas.
Nana Kobina Nketsia, jefa tradicional de una localidad costeña de Ghana, país con grandes reservas de petróleo submarinas, señaló que "teniendo en cuenta que Estados Unidos, con todos los recursos con los que cuenta, con todo el dinero que tiene, está experimentando dificultades a la hora de contener el problema, uno se puede imaginar lo que ocurriría si el desastre tuviera lugar en un país pequeño como Ghana".
Cooperación global
La alarma está sonando incluso en Rusia, uno de los principales productores de petróleo cuyas reservas se encuentran sobre todo en tierra.
El interés ruso en exploración en aguas profundas es un proyecto energético a futuro en el Ártico, una remota y frágil región que s muy vulnerable a la contaminación.
A pesar de las presiones, es improbable que se veten las perforaciones marítimas.
Para Mikhail Subbotin, director de una empresa consultora de energía en Moscú, es necesaria la creación de un organismo internacional que pueda lidiar con estos asuntos.
"El problema que ha sido tan gráficamente ilustrado por lo que le ha sucedido a BP resalta la necesidad de que muchos países cooperen. Por ejemplo, Noruega, Canadá y Estados Unidos tienen una vasta experiencia en tratar con este tipo de situaciones. Una supervisión constante, la creación de sistemas especiales de garantías, y quizás la creación de una especie de ministerio internacional de emergencias que trate con desastres naturales", dijo Subbotin.
Desastres de esta magnitud "requiere de una cooperación internacional lo más amplia posible, involucrando una muy extensa gama de temas legales", añadió.
La solución improbable
Se habla mucho de reforzar las regulaciones, pero en realidad no es muy probable que ningún gobierno este dispuesto a prohibir las perforaciones marinas en profundidad por más de un periodo corto de tiempo.
La razón, según Julian Lee del Centro de Estudios Globales de Energía, es que tienen mucho que perder económicamente.
"Si uno se fija, en los países donde hay mucha prospección submarina, la industria petrolera es enormemente importante para los ingresos de sus gobiernos. Creo que son conscientes de que si bien es necesario aumentar los controles en el proceso de perforación, se pondrían en aprietos economicamente si prohiben la práctica completamente", dijo Lee.
"Además -añadió- si se prohíbe este tipo de explotación completamente, todos terminaríamos pagando muchísimo más por el combustible que consumimos".
Y si bien hay presión para que se endurezcan las normas para la producción de petróleo en aguas profundas, no hay mucha discusión en cuanto a la otra cara de la moneda: el consumo.
Una menor demanda de crudo disminuiría la necesidad de extraerlo de lugares donde los riesgos son altos. Esa podría ser la solución.
Pero mientras continuemos consumiendo cada vez más petróleo- tal y como está ocurriendo cada año durante décadas-, las perforaciones marinas en profundidad continuarán expandiéndose ya que cada vez quedan menos reservas tradicionales de crudo.