Nacionalizar es la punta del ovillo
El País, de Tarija
La noticia del día es esa. Sin discusión: Evo Morales firmó la mañana del sábado los decretos supremos 493 y 494 que disponen la recuperación de la totalidad de las acciones de las empresas eléctricas que antes de 1997 eran 100% estatales.
Pero, obvio, el asunto no es tan simple.
Lo que ayer se estatizó fue la propiedad de las empresas generadoras de electricidad. Pero generar electricidad es solo una de las tres partes. Las otras dos son distribuirla y comercializarla.
Si nos enfocamos en la generación de electricidad, Bolivia tiene varias ventajas relativas. Primero, tiene excelentes profesionales conocedores del rubro que se formaron en la envidiable escuela de la Empresa Nacional de Electricidad, ENDE. Segundo, tenemos grandes yacimientos de gas (comprometido para exportación como materia prima sin valor agregado); Bolivia tiene, además, recursos hídricos como para proyectar hidroeléctricas, aunque en eso Brasil lleva mucha ventaja pero a costa del medio ambiente de la amazonia boliviana.
De la energía eólica, solar, geotérmica y otras exquisiteces estamos al margen aún, precisamente como consecuencia de la nefasta “capitalización”, que postergó indefinidamente proyectos nacionales para desarrollar esas áreas de la producción energética.
Pero bueno, la generación de electricidad ya es otra vez responsabilidad del Estado, o sea, de todos los bolivianos. ¿Cuánto sabemos de eso? Si y mucho. Persiste, felizmente, la memoria de nuestros excelentes técnicos.
Dicen los que saben que Bolivia consume entre 950 y 1000 megavatios, y que, por razones técnicas, se manejan 1100 megavatios, por aquello de las cargas frías, los picos, la reserva estratégica, etc.)
Por ahí hay que partir. Es la punta del ovillo. Cuánta energía eléctrica necesitamos generar para el consumo interno.
Y viene el otro tercio: La transmisión. Nuevamente, los que saben opinan que ahí está la parte jugosa del negocio. Y es lógico. Situarse entre el que produce y el que consume se hace siglos el sitio privilegiado para mejores ganancias. ¿Tenemos los bolivianos know how para eso? También y mucho.
Pero ahora la transmisión de energía eléctrica está apoyada en una empresa extranjera. Colombiana, hermana si quieren, pero no boliviana: ISA, que corresponde con toda simplicidad a la razón social de Interconexión Eléctrica Sociedad Anónima. Es momento que esta etapa del negocio también vuelva a manos bolivianas, privadas o públicas, pero bolivianas al fin.
Falta la tercera pata: la comercialización, donde las conexiones fraudulentas, las cargas que se pierden por pésimo cableado, las cargas sociales mucho más pesadas que en los otros tercios, hacen que esta sea la parte menos atractiva del negocio.
Como vemos, es necesario algo más que firmar uno o dos decretos. Es una cuestión seria de gestión, materia en la cual no tenemos últimamente muy buenas notas. Es una nueva oportunidad para retomar la senda de las genuinas nacionalizaciones, aprovechando el potencial humano propio y el ahorro interno.
Pero en fin, la generación de energía ya es nuevamente asunto nacional. Podríamos pensar, como ilusión, en generar 2.000 megavatios encima del campo Margarita. Tendríamos 1.000 para exportar. Porque muchos aplaudimos la firma de decretos nacionalizadores, pero no nos quedamos ahí.
La noticia del día es esa. Sin discusión: Evo Morales firmó la mañana del sábado los decretos supremos 493 y 494 que disponen la recuperación de la totalidad de las acciones de las empresas eléctricas que antes de 1997 eran 100% estatales.
Pero, obvio, el asunto no es tan simple.
Lo que ayer se estatizó fue la propiedad de las empresas generadoras de electricidad. Pero generar electricidad es solo una de las tres partes. Las otras dos son distribuirla y comercializarla.
Si nos enfocamos en la generación de electricidad, Bolivia tiene varias ventajas relativas. Primero, tiene excelentes profesionales conocedores del rubro que se formaron en la envidiable escuela de la Empresa Nacional de Electricidad, ENDE. Segundo, tenemos grandes yacimientos de gas (comprometido para exportación como materia prima sin valor agregado); Bolivia tiene, además, recursos hídricos como para proyectar hidroeléctricas, aunque en eso Brasil lleva mucha ventaja pero a costa del medio ambiente de la amazonia boliviana.
De la energía eólica, solar, geotérmica y otras exquisiteces estamos al margen aún, precisamente como consecuencia de la nefasta “capitalización”, que postergó indefinidamente proyectos nacionales para desarrollar esas áreas de la producción energética.
Pero bueno, la generación de electricidad ya es otra vez responsabilidad del Estado, o sea, de todos los bolivianos. ¿Cuánto sabemos de eso? Si y mucho. Persiste, felizmente, la memoria de nuestros excelentes técnicos.
Dicen los que saben que Bolivia consume entre 950 y 1000 megavatios, y que, por razones técnicas, se manejan 1100 megavatios, por aquello de las cargas frías, los picos, la reserva estratégica, etc.)
Por ahí hay que partir. Es la punta del ovillo. Cuánta energía eléctrica necesitamos generar para el consumo interno.
Y viene el otro tercio: La transmisión. Nuevamente, los que saben opinan que ahí está la parte jugosa del negocio. Y es lógico. Situarse entre el que produce y el que consume se hace siglos el sitio privilegiado para mejores ganancias. ¿Tenemos los bolivianos know how para eso? También y mucho.
Pero ahora la transmisión de energía eléctrica está apoyada en una empresa extranjera. Colombiana, hermana si quieren, pero no boliviana: ISA, que corresponde con toda simplicidad a la razón social de Interconexión Eléctrica Sociedad Anónima. Es momento que esta etapa del negocio también vuelva a manos bolivianas, privadas o públicas, pero bolivianas al fin.
Falta la tercera pata: la comercialización, donde las conexiones fraudulentas, las cargas que se pierden por pésimo cableado, las cargas sociales mucho más pesadas que en los otros tercios, hacen que esta sea la parte menos atractiva del negocio.
Como vemos, es necesario algo más que firmar uno o dos decretos. Es una cuestión seria de gestión, materia en la cual no tenemos últimamente muy buenas notas. Es una nueva oportunidad para retomar la senda de las genuinas nacionalizaciones, aprovechando el potencial humano propio y el ahorro interno.
Pero en fin, la generación de energía ya es nuevamente asunto nacional. Podríamos pensar, como ilusión, en generar 2.000 megavatios encima del campo Margarita. Tendríamos 1.000 para exportar. Porque muchos aplaudimos la firma de decretos nacionalizadores, pero no nos quedamos ahí.