Linera describe al Estado actual en Bolivia producto de la lucha popular condensada
La Paz, Abi
El vicepresidente Alvaro García Linera describió la emergencia de la forma del Estado en Bolivia, socialista comunitario, en desmedro del liberal de corte capitalista, como producto de una práctica, herencia de luchas sociales inconclusas y batallas populares incesantes desde abril de 2000, al comentar el viernes por la noche en La Paz, en una jornada de reflexión intelectual, que versó sobre el Estado, Sociedad y Crisis del Capital.
El caso boliviano se adelantó, después de correr juntos, al pensamiento, la teoría y la doctrina y en unas suerte potente de relaciones alcanzó el objetivo de concretar un Estado real, antítesis del aparente e ilusorio que trató de cuajar entre 1985 y 2005 galvanizado por un proyecto liberal y capitalista, expuso García Linera durante una exposición brindada por los expertos en política y sociología internacional Vanessa Redak, Ulrich Brand, Alex Demirovic, Ana Esther Cecena, Bob Jessop y Ngai-Ling Sum.
"Mientras eso se debatía en la academia, en el caso de Bolivia vamos a celebrar 10 años de la lucha del agua, de la victoria de la guerra del agua, la lucha de los guerreros del agua y, luego, de los guerreros del petróleo y del gas; retoman esta idea, pero no a partir de la idea sino a partir de la experiencia, del Estado como flujo de relaciones, como resultados de luchas", reflexionó durante un seminario escenificado en las instalaciones del Banco Central de Bolivia, en el centro capitalino.
"Es una idea fuerte porque permite retomar la acción práctica frente al Estado, ya sea para cambiarlo, para resistirlos, ya sea para transformarlo y para superarlo. Es un tema de luchas, de relaciones, no es un tema ni de decretos o de ilusiones ni de esperanzas, esa es la lucha que define la naturaleza del Estado", teorizó.
Dijo que la forma estatal en Bolivia, donde aterrizó en 1985 un secante modelo de economía de mercado -que aplastó al Estado productor y benefactor que, regido a las ideas cepalinas del desarrollo de adentro hacia afuera, regía desde 1952, cuando triunfó una revolución popular que no embarcó, en la práctica y pese a sus proclamas, al indio- se configuró instintivamente, desde la masa insurrecta en las calles, en apego a la tradición de izquierdas de mitad de siglo.
"Entonces estamos retomando un debate marxista olvidado de la tradición de izquierdas en los años 50, 60 y 70, retomada por la acción práctica de la sociedad pero que también tiene su correlato académico contemporáneo en círculos de reflexión y de investigación en el mundo entero y también en Bolivia", precisó.
"Esa idea del Estado como fluido, como flujo, como condensación de luchas, condensación de relaciones, de fuerzas es una idea decisiva, importante que el profesor Brand nos ha hecho recordar al profesor (Antonio) Gramsy, a (Karl) Marx, (Federico) Engles. Nos encontramos con una vieja tradición típica del pensamiento político contemporáneo y que de alguna manera, yo siento, engarza y ayuda a reflexionar y también enriquece la propia reflexión con los hechos y los procedimientos de las luchas sociales contemporáneas en Bolivia", enfatizó.
García Linera descalificó la forma del Estado en Bolivia, vertebrado por el ideologüema del Nacionalismo Revolucionario, que insufló la revolución popular de 1952 y que al paso del tiempo, marcado por dubitaciones y retrocesos, más aún acentuados por regímenes de mano dura por militares, desde 1964 hasta 1982, se desdibujó hasta recalar el nuevo proyecto estatal que tomó forma en 1985 cuando se instaló en Bolivia un modelo neoliberal, fundado en lo privado.
"Hubo una lectura objetivista o seudo objetivista que concebía al Estado como una máquina, como una cosa diferenciada de la sociedad, por encima de la sociedad, que aplastaba la sociedad y entonces el proceso revolucionario frente a esta maquinalidad externa, opresiva, dominadora, consistía en demoler la maquinaria con el pensamiento académico", subrayó.
"Curiosa y paradójicamente, tras la derrota de las izquierdas en los años 80 y 90 en el mundo entero, en el continente y en Bolivia también surgió otra interpretación, que no se diferenciaba de esta sino que la interpretaba de distinta manera o mejor la solucionaba de distinta manera", insistió.
El Vicepresidente boliviano hizo hincapié en esa forma estatal que, específicamente en Bolivia, se ensañó con lo público, con la propiedad estatal.
"El liberalismo también intentó hacer ver al Estado como una externalidad, como una cosa pero, a diferencia de quienes pensaban que había que colocar dinamita para demoler el Estado, había que mejor vender esa maquinaria, era mucho más rentable, vender que demoler", analizó.
Sin mencionarlo, el dignatario aludió a los alcances del proyecto que pergeñó Víctor Paz Estenssoro en su cuarta administración (1985-1989) y que consumó su delfín, Gonzalo Sánchez de Lozada entre 1993 y 1997, cuando se privatizó la riqueza natural de Bolivia.
"Una externalidad, ineficiente, inoportuna, dispendiosa que generaba gasto pública y entonces la lógica era la misma de la izquierda pero en vez de demoler mejor vendamos, entonces privaticemos las empresas públicas, privaticemos el agua, los minerales, el gas, las telecomunicaciones, El sueño de la izquierda visto desde la derecha pero rentablemente", sostuvo.
El vicepresidente Alvaro García Linera describió la emergencia de la forma del Estado en Bolivia, socialista comunitario, en desmedro del liberal de corte capitalista, como producto de una práctica, herencia de luchas sociales inconclusas y batallas populares incesantes desde abril de 2000, al comentar el viernes por la noche en La Paz, en una jornada de reflexión intelectual, que versó sobre el Estado, Sociedad y Crisis del Capital.
El caso boliviano se adelantó, después de correr juntos, al pensamiento, la teoría y la doctrina y en unas suerte potente de relaciones alcanzó el objetivo de concretar un Estado real, antítesis del aparente e ilusorio que trató de cuajar entre 1985 y 2005 galvanizado por un proyecto liberal y capitalista, expuso García Linera durante una exposición brindada por los expertos en política y sociología internacional Vanessa Redak, Ulrich Brand, Alex Demirovic, Ana Esther Cecena, Bob Jessop y Ngai-Ling Sum.
"Mientras eso se debatía en la academia, en el caso de Bolivia vamos a celebrar 10 años de la lucha del agua, de la victoria de la guerra del agua, la lucha de los guerreros del agua y, luego, de los guerreros del petróleo y del gas; retoman esta idea, pero no a partir de la idea sino a partir de la experiencia, del Estado como flujo de relaciones, como resultados de luchas", reflexionó durante un seminario escenificado en las instalaciones del Banco Central de Bolivia, en el centro capitalino.
"Es una idea fuerte porque permite retomar la acción práctica frente al Estado, ya sea para cambiarlo, para resistirlos, ya sea para transformarlo y para superarlo. Es un tema de luchas, de relaciones, no es un tema ni de decretos o de ilusiones ni de esperanzas, esa es la lucha que define la naturaleza del Estado", teorizó.
Dijo que la forma estatal en Bolivia, donde aterrizó en 1985 un secante modelo de economía de mercado -que aplastó al Estado productor y benefactor que, regido a las ideas cepalinas del desarrollo de adentro hacia afuera, regía desde 1952, cuando triunfó una revolución popular que no embarcó, en la práctica y pese a sus proclamas, al indio- se configuró instintivamente, desde la masa insurrecta en las calles, en apego a la tradición de izquierdas de mitad de siglo.
"Entonces estamos retomando un debate marxista olvidado de la tradición de izquierdas en los años 50, 60 y 70, retomada por la acción práctica de la sociedad pero que también tiene su correlato académico contemporáneo en círculos de reflexión y de investigación en el mundo entero y también en Bolivia", precisó.
"Esa idea del Estado como fluido, como flujo, como condensación de luchas, condensación de relaciones, de fuerzas es una idea decisiva, importante que el profesor Brand nos ha hecho recordar al profesor (Antonio) Gramsy, a (Karl) Marx, (Federico) Engles. Nos encontramos con una vieja tradición típica del pensamiento político contemporáneo y que de alguna manera, yo siento, engarza y ayuda a reflexionar y también enriquece la propia reflexión con los hechos y los procedimientos de las luchas sociales contemporáneas en Bolivia", enfatizó.
García Linera descalificó la forma del Estado en Bolivia, vertebrado por el ideologüema del Nacionalismo Revolucionario, que insufló la revolución popular de 1952 y que al paso del tiempo, marcado por dubitaciones y retrocesos, más aún acentuados por regímenes de mano dura por militares, desde 1964 hasta 1982, se desdibujó hasta recalar el nuevo proyecto estatal que tomó forma en 1985 cuando se instaló en Bolivia un modelo neoliberal, fundado en lo privado.
"Hubo una lectura objetivista o seudo objetivista que concebía al Estado como una máquina, como una cosa diferenciada de la sociedad, por encima de la sociedad, que aplastaba la sociedad y entonces el proceso revolucionario frente a esta maquinalidad externa, opresiva, dominadora, consistía en demoler la maquinaria con el pensamiento académico", subrayó.
"Curiosa y paradójicamente, tras la derrota de las izquierdas en los años 80 y 90 en el mundo entero, en el continente y en Bolivia también surgió otra interpretación, que no se diferenciaba de esta sino que la interpretaba de distinta manera o mejor la solucionaba de distinta manera", insistió.
El Vicepresidente boliviano hizo hincapié en esa forma estatal que, específicamente en Bolivia, se ensañó con lo público, con la propiedad estatal.
"El liberalismo también intentó hacer ver al Estado como una externalidad, como una cosa pero, a diferencia de quienes pensaban que había que colocar dinamita para demoler el Estado, había que mejor vender esa maquinaria, era mucho más rentable, vender que demoler", analizó.
Sin mencionarlo, el dignatario aludió a los alcances del proyecto que pergeñó Víctor Paz Estenssoro en su cuarta administración (1985-1989) y que consumó su delfín, Gonzalo Sánchez de Lozada entre 1993 y 1997, cuando se privatizó la riqueza natural de Bolivia.
"Una externalidad, ineficiente, inoportuna, dispendiosa que generaba gasto pública y entonces la lógica era la misma de la izquierda pero en vez de demoler mejor vendamos, entonces privaticemos las empresas públicas, privaticemos el agua, los minerales, el gas, las telecomunicaciones, El sueño de la izquierda visto desde la derecha pero rentablemente", sostuvo.