Presentación del libro "Bolivia en los tiempos de Evo"
Bolivia a las puertas de un "salto histórico" poscapitalista
Con la presencia de su autor, Hugo Moldiz, el pasado martes 9 de marzo fue lanzado en La Habana el libro Bolivia en los tiempos de Evo. Claves para entender el proceso boliviano (Ocean Sur 2009). La Casa del ALBA quedó pequeña ante la multitud que colmó el recinto tras la invitación a escuchar al intelectual, abogado y profesor boliviano, quien disertó sobre los rumbos, alcances y desafíos del país andino, protagonista de las transformaciones que durante esta década han cambiado el rostro a América Latina.
El politólogo y ensayista cubano Roberto Regalado, coordinador de Contexto Latinoamericano, colección de Ocean Sur que edita el volumen, invitó a Hugo Moldiz a trascender los moldes típicos de una presentación y así comentar sobre la situación actual boliviana, «los retos del presente y las perspectivas de futuro» de uno de los «nuevos procesos que estamos tratando de entender».
El autor boliviano, ante todo, introdujo elementos básicos para entender «el ahora» de su país, como el concepto gramsciano de «crisis de hegemonía». Para ello recorrió brevemente «las cuatro crisis modernas» que ha padecido Bolivia: la de 1899, la de 1932-1952, la de 1982-1985 y la del año 2000 «que a diferencia de las tres primeras, no se resuelve a favor de las oligarquías».
Moldiz precisó que «el factor desencadenante» de esta última crisis —que ya «está en etapa de resolución»— emerge «desde las clases subalternas: su protagonista no es la pequeña burguesía, ni liberales o conservadores, sino los pueblos y naciones originarios».
Detalló tres grandes momentos de esta última crisis. El primero es «el predominio de la democracia comunitaria, una democracia de la calle» y resaltó que en el período 2000-2005 «se produce política desde la calle, más que desde el parlamento o desde el poder ejecutivo; la iniciativa está en las clases subalternas, que se van constituyendo en clases dirigentes aun sin haber tomado el poder político».
Los niveles de «organización y resistencia de las clases subalternas» demostraban que «no iban por la vía del partido, sino por la vía de las organizaciones sociales, que están en movimiento activadas por la crisis», comentó. Durante ese período la democracia comunitaria «prevaleció sobre la democracia institucional, la cual dejó un vacío imposible de llenar» por la clase política boliviana.
En este primer momento, el historiador boliviano aseveró que «el movimiento social tuvo posibilidades reales de tomar el poder, de tomar el palacio de gobierno por la vía insurreccional». Consideró que no haberlo hecho demuestra «la inteligencia de las organizaciones sociales» porque «hoy no habríamos avanzado tanto» y «no hubiéramos logrado este nivel de cohesión» si entonces se hubiera decidido tomar el poder. «Eso era lo que estaba esperando el imperio», confesó.
El segundo momento, según Moldiz, nace con la victoria del MAS en el 2005 y se extiende hasta las elecciones presidenciales del 2009, etapa en que se construye «una nueva institucionalidad» al articular «los mecanismos institucionales con los mecanismos de la democracia comunitaria».
Al detallar uno de los episodios más críticos de este período, planteó que «el golpe de Estado» que se intentó en el 2008 «no consistía en sacar al presidente, sino en dividir al país y generar una crisis que justificara una intervención». Cuando en una demostración fehaciente del apoyo a Evo, las masas populares lo impidieron, se propinó «una derrota política y militar a la derecha».
Sin embargo, «ni lo viejo terminaba de morir, ni lo nuevo terminaba de nacer». Así, hasta que Evo Morales resultó electo en los comicios de finales de 2009 con una abrumadora victoria en la que alcanzó más del 60% de los votos.
Comienza así, según el intelectual invitado, el tercer momento de esta última crisis moderna en Bolivia, donde persisten, «tensiones, como en todo proceso». Una de ellas es «la tensión entre el desarrollismo que se propone y la producción en armonía con la naturaleza». Otra, la «tensión entre la idea de construir un Estado para todos, o solo para los indígenas». En esta, la inteligencia de la derecha en el continente ha trabajado arduamente en crear una percepción de «fundamentalismo indígena», una «falsa idea de que Evo está gobernando para los blancos y menos para los indígenas».
Planteó asimismo otra importante tensión en la determinación del rumbo del país, la de «cómo definimos lo estratégico: si es un socialismo comunitario o un capitalismo andino». «¿Es el socialismo comunitario un pacto entre obreros y empresarios, entre clases sociales?». Ese debate, anunció, «ya empezó a discutirse en la sociedad boliviana».
El pasado 22 de enero, Evo Morales tomó partido por ese socialismo comunitario como objetivo estratégico para Bolivia, pero «¿cómo entender ese concepto?, es complejo», declaró Moldiz. «Algunos entienden que el socialismo comunitario nada tiene que ver con el socialismo del siglo XX ni con el del siglo XXI», expresó. Otros plantean «recoger lo mejor de la experiencia histórica socialista y nutrirlo con la visión de los pueblos originarios», opción que indiscutiblemente «invoca a Marx».
La intervención de Hugo Moldiz culminó con una sentencia estremecedora: «como en ningún otro país en América Latina, en Bolivia están dadas las condiciones para un salto histórico que trascienda el capitalismo y se convierta en la segunda revolución triunfante en el continente». Esa es «la única opción que tiene Bolivia para resolver una crisis estructural creada desde su fundación».
Es justamente la cercanía de esta posibilidad la que moviliza a un imperio que «juega su papel para derrotar a Evo y revertir la revolución» y utiliza como alternativas «desde el magnicidio hasta la subversión interna», porque derrotarlo por la vía electoral «es imposible».
Moldiz destacó la contraofensiva de la derecha que ya venció en Chile y se organiza para las próximas elecciones en Brasil y Argentina. «Los peligros de Bolivia son los de América Latina, esos son los desafíos y habrá que vencer», concluyó.
Con la presencia de su autor, Hugo Moldiz, el pasado martes 9 de marzo fue lanzado en La Habana el libro Bolivia en los tiempos de Evo. Claves para entender el proceso boliviano (Ocean Sur 2009). La Casa del ALBA quedó pequeña ante la multitud que colmó el recinto tras la invitación a escuchar al intelectual, abogado y profesor boliviano, quien disertó sobre los rumbos, alcances y desafíos del país andino, protagonista de las transformaciones que durante esta década han cambiado el rostro a América Latina.
El politólogo y ensayista cubano Roberto Regalado, coordinador de Contexto Latinoamericano, colección de Ocean Sur que edita el volumen, invitó a Hugo Moldiz a trascender los moldes típicos de una presentación y así comentar sobre la situación actual boliviana, «los retos del presente y las perspectivas de futuro» de uno de los «nuevos procesos que estamos tratando de entender».
El autor boliviano, ante todo, introdujo elementos básicos para entender «el ahora» de su país, como el concepto gramsciano de «crisis de hegemonía». Para ello recorrió brevemente «las cuatro crisis modernas» que ha padecido Bolivia: la de 1899, la de 1932-1952, la de 1982-1985 y la del año 2000 «que a diferencia de las tres primeras, no se resuelve a favor de las oligarquías».
Moldiz precisó que «el factor desencadenante» de esta última crisis —que ya «está en etapa de resolución»— emerge «desde las clases subalternas: su protagonista no es la pequeña burguesía, ni liberales o conservadores, sino los pueblos y naciones originarios».
Detalló tres grandes momentos de esta última crisis. El primero es «el predominio de la democracia comunitaria, una democracia de la calle» y resaltó que en el período 2000-2005 «se produce política desde la calle, más que desde el parlamento o desde el poder ejecutivo; la iniciativa está en las clases subalternas, que se van constituyendo en clases dirigentes aun sin haber tomado el poder político».
Los niveles de «organización y resistencia de las clases subalternas» demostraban que «no iban por la vía del partido, sino por la vía de las organizaciones sociales, que están en movimiento activadas por la crisis», comentó. Durante ese período la democracia comunitaria «prevaleció sobre la democracia institucional, la cual dejó un vacío imposible de llenar» por la clase política boliviana.
En este primer momento, el historiador boliviano aseveró que «el movimiento social tuvo posibilidades reales de tomar el poder, de tomar el palacio de gobierno por la vía insurreccional». Consideró que no haberlo hecho demuestra «la inteligencia de las organizaciones sociales» porque «hoy no habríamos avanzado tanto» y «no hubiéramos logrado este nivel de cohesión» si entonces se hubiera decidido tomar el poder. «Eso era lo que estaba esperando el imperio», confesó.
El segundo momento, según Moldiz, nace con la victoria del MAS en el 2005 y se extiende hasta las elecciones presidenciales del 2009, etapa en que se construye «una nueva institucionalidad» al articular «los mecanismos institucionales con los mecanismos de la democracia comunitaria».
Al detallar uno de los episodios más críticos de este período, planteó que «el golpe de Estado» que se intentó en el 2008 «no consistía en sacar al presidente, sino en dividir al país y generar una crisis que justificara una intervención». Cuando en una demostración fehaciente del apoyo a Evo, las masas populares lo impidieron, se propinó «una derrota política y militar a la derecha».
Sin embargo, «ni lo viejo terminaba de morir, ni lo nuevo terminaba de nacer». Así, hasta que Evo Morales resultó electo en los comicios de finales de 2009 con una abrumadora victoria en la que alcanzó más del 60% de los votos.
Comienza así, según el intelectual invitado, el tercer momento de esta última crisis moderna en Bolivia, donde persisten, «tensiones, como en todo proceso». Una de ellas es «la tensión entre el desarrollismo que se propone y la producción en armonía con la naturaleza». Otra, la «tensión entre la idea de construir un Estado para todos, o solo para los indígenas». En esta, la inteligencia de la derecha en el continente ha trabajado arduamente en crear una percepción de «fundamentalismo indígena», una «falsa idea de que Evo está gobernando para los blancos y menos para los indígenas».
Planteó asimismo otra importante tensión en la determinación del rumbo del país, la de «cómo definimos lo estratégico: si es un socialismo comunitario o un capitalismo andino». «¿Es el socialismo comunitario un pacto entre obreros y empresarios, entre clases sociales?». Ese debate, anunció, «ya empezó a discutirse en la sociedad boliviana».
El pasado 22 de enero, Evo Morales tomó partido por ese socialismo comunitario como objetivo estratégico para Bolivia, pero «¿cómo entender ese concepto?, es complejo», declaró Moldiz. «Algunos entienden que el socialismo comunitario nada tiene que ver con el socialismo del siglo XX ni con el del siglo XXI», expresó. Otros plantean «recoger lo mejor de la experiencia histórica socialista y nutrirlo con la visión de los pueblos originarios», opción que indiscutiblemente «invoca a Marx».
La intervención de Hugo Moldiz culminó con una sentencia estremecedora: «como en ningún otro país en América Latina, en Bolivia están dadas las condiciones para un salto histórico que trascienda el capitalismo y se convierta en la segunda revolución triunfante en el continente». Esa es «la única opción que tiene Bolivia para resolver una crisis estructural creada desde su fundación».
Es justamente la cercanía de esta posibilidad la que moviliza a un imperio que «juega su papel para derrotar a Evo y revertir la revolución» y utiliza como alternativas «desde el magnicidio hasta la subversión interna», porque derrotarlo por la vía electoral «es imposible».
Moldiz destacó la contraofensiva de la derecha que ya venció en Chile y se organiza para las próximas elecciones en Brasil y Argentina. «Los peligros de Bolivia son los de América Latina, esos son los desafíos y habrá que vencer», concluyó.