Real Madrid-Valencia / Hubo paz y hubo fiesta
El Madrid golea al Valencia con Vinicius como titular, dos tantos más de Mbappé y un recital de Bellingham. El equipo de Corberán fue de papel.
AsFue otra noche feliz en el Bernabéu camino de Anfield, una de las curvas cerradas de la temporada. Mbappé le sacó brillo a su Bota de Oro con dos goles más; Bellingham salió de lámpara definitivamente; Vinicius estuvo en el once, falló un penalti sin efectos secundarios y no mandó a esparragar a Xabi Alonso cuando le sustituyó; Courtois anduvo de oyente; Carreras marcó un golazo, y no se registraron lesionados. Todo para irse a la cama con ocho puntos sobre el Barça y con la esperanza de que una ventaja sostenida agote al perseguidor.e con el consentimiento de un Valencia zombi, resignado, derrotado desde que bajó del autobús. Un día, antes de Lim y de quien se dé por aludido, este partido fue de su Liga. Hoy es de otro mundo.
Xabi Alonso se ha llevado su fútbol a las salas de prensa. Preguntado insistentemente en la previa del partido sobre la omisión de su nombre o de su cargo en el acto de contrición por escrito de Vinicius, recurrió a su especialidad sobre el campo: el cambio de juego. Cerró el caso, quién sabe si en falso, y quiso tener la fiesta en paz. Así que puso a Vinicius, volvió al 4-3-3 que le reabrió la puerta a Mastantuono y mantuvo a Valverde como lateral porque Trent necesita un aterrizaje suave. El Madrid de los últimos tiempos, con el paréntesis del Clásico, en el que Camavinga reforzó la escolta del líder.
Tampoco hubo once de castigo de Corberán. De hecho, de los que salieron y perdieron ante el Villarreal hace una semana repitieron todos menos Javi Guerra. No sonó a insistencia en el error, sino a falta de alternativas. Cabe apuntar que toda la plantilla del Valencia tiene un valor de mercado inferior a Mbappé o Bellingham.
Así que fue lo parecía, un partido unidireccional, con el Madrid llamando a la puerta desde el comienzo, coleccionando ocasiones y marcando pronto, el mejor sedante que se sirve sin receta. Este Valencia se mira en la tabla y no se reconoce. Lleva tres temporadas como náufrago intermitente, agarrado a la tabla y ganando la orilla con el temor de que alguna vez no lo conseguirá. El desescombro permanente suele acabar mal.
De VAR en par
Este Madrid de presión alta, signo de modernidad, recuperación rápida y fieras en ataque está fuera de su alcance. Se hizo con el partido por el procedimiento del alunizaje. Metió en el área su frente de ataque desde el comienzo y mandó cuatro salvas, de Mbappé, Valverde, Vinicius y Bellingham, por este orden, que sirvieron de alfombra para el 1-0, un producto de VAR.
Mbappé también hizo el 2-0.JAVIER GANDULSaltó Militao a cabecear un córner y tras su toque llegó otro de Tárrega con el brazo a media asta. Se lo pusieron a Busquets en la pantalla y le pareció penalti. Esta vez Mbappé estuvo más certero que en el Clásico y siguió llenando el granero. Sin embargo, no era el francés la mejor noticia del choque, sino Bellingham, aún bajo los efectos de la poción mágica del Clásico. Andaba preso de un hombro maltrecho y la cirugía le ha liberado. Ha recuperado el fútbol, el ánimo y los galones. Nadie leyó mejor el partido. Él diseñó el segundo golpe con un pase profundo que taladró la última línea de defensa del Valencia. Güler fue intermediario, con un centro preciso, y Mbappé, el ejecutor, con un remate a un toque. El francés es el superatajo del equipo.
Este disparo de Bellingham fue el 3-0.JAVIER GANDULSin perder la perspectiva de que, aunque despisten el palmarés y el murciélago, enfrente tenía al antepenúltimo de la Liga, quedó la impresión de que el Madrid ha cogido tracción. Primero se agarró a la aritmética (13 victorias en 14 partidos ya), luego a un buen juego sin balón, a los goles de Mbappé y a las manos milagrosas de Courtois, que mereció demasiadas menciones honoríficas, pero ahora parece un equipo engrasado. El partido ante un Valencia de algodón le pareció un recreo. En ese ambiente de fiesta de pijamas se entiende que Vinicius le pidiera a Mbappé tirar un segundo penalti, de Thierry a Carreras, y este se lo cediera en noche de colegueo. Lo falló el brasileño y el Bernabéu no supo qué hacer. Mientras lo pensaba, Bellingham, que ya levitaba, metió el tercero sin preguntar a nadie: tomó el balón, recortó y mandó un derechazo que se coló junto al palo. Un golazo.
Por fin, Endrick
A la sesión de baño y masaje se sumaron Ceballos y Camavinga ya desde el descanso para preservar el tobillo de Güler, que se dobló como un junco al comenzar el partido, y la integridad del once, porque Tchouameni tenía una amarilla.
Carreras besa el escudo tras marcar el cuarto gol.Sergio PérezEsa sesión de descanso activo fue claramente más aburrida. El Madrid perdió el interés en el partido y el Valencia nunca lo tuvo. De hecho, Corberán solo aplicó cambios paliativos: no quería una paliza que afectara al futuro.
En medio de ese duermevela intercambiaron tiros Mbappé y André Almeida para dar fe de que ahí aún se jugaba el partido. Solo Vinicius, que se sentía en deuda con el estadio y el equipo, lanzó algún esprint. También puso voluntad, y poco más, Mastantuono. En Anfield volverá a ceder su plaza a Camavinga. Y dio incluso tiempo para que Endrick tuviera sus primeros minutos en la temporada mientras Vinicius se marchaba educadamente estrechando manos y hasta lazos con Xabi Alonso en noche de paz. La botella de cierre la descorchó Carreras, con un misil que cerró la goleada. Fue el último feliz de la noche.


