Atlético 3 - Sevilla 0 / El Atleti del Nuevo Cholismo
El Atlético derriba al Sevilla en un partido en el que le costó marcar el primero (Julián, de penalti) para después golearle (Almada y Griezmann).
Había salido Simeone con lo ensayado: Sorloth y Ruggeri en el once y Baena en el centro, con Koke, ante la baja de Barrios. Almeyda lo hacía con Peque entre líneas y Azpilicueta de la enfermería a la hierba que fue su casa los dos últimos años. Recibió el navarro una sentida ovación antes de que el balón rodase y el público hubiera recogido su grito como declaración de intenciones. Ese tifo que es forma de vida. “Amores que matan” que había saludado a los futbolistas nada más comenzar. “Nunca mueren”, que lo continúa Sabina. Como el Atleti en su estadio.
El Sevilla fue el primero en sacar la pistola: Romero, con un zurdazo que se le fue alto, a los tres minutos. El Atleti respondió a balón parado: un centro muy cerrado de Baena que Giménez rozó sin lograr desviar a portería. La posesión era hispalense, con una presión de Peque e Isaac sobre Koke efectiva: el Atleti, aturullado, rondaba el peligro pero sin tino. Por mucho que Baena tratara de iluminar los pasillos con su linterna, Simeone se empecinaba en los balones en largo a Sorloth para tratar de derribarle la puerta a Almeyda. Pero lo único que conseguía era, si eso, asustar a las palomas. Su insistencia era fútil para un Sevilla que no sufría. Un enemigo íntimo sabe bien donde hurgar para encontrar la debilidad y Almeyda llevó a la pizarra los seis años de habitación compartida con el Cholo en Argentina.
El descanso llegó con los guantes de Oblak intactos y Nico Gonzalez, muy voluntarioso, encerrado en un particular traje de Halloween: el de la Juve, todo pólvora desperdiciada. No solo había estrellado un balón en la base del palo en el 36’. Después había errado dos mano a mano. En el primero, Vlachodimos se hizo gigante para negarle el remate después de que Sorloth peinara el enésimo balón que le había venido de Oblak. En el segundo, Baena volvía a dejarle solo ante el portero con uno de esos pases que ruedan al área gritando goool, pero Nico pateaba al suelo tras caer enredado en la pierna de Azpilicueta. El rojiblanco le había pateado el gemelo, el navarro le había impedido el remate. Ni árbitro ni VAR vieron penalti. El Atleti se iba por tercera vez esta temporada en Liga sin gol al descanso y sin que a Julián se le hubiera visto demasiado. Errático y sin casi intervención. Enfocado a recuperar más que a crear, siempre muy lejos del área.
El Sevilla regresó del reposo con un doble cambio que dejó a Azpilicueta en la ducha y un dibujo con tres centrales. En un calco del inicio del partido, entre chirriar de pizarras que buscaban más el error ajeno que el acierto propio, Vargas era una amenaza al espacio. El Atleti subió la presión y ganó metros hasta el área contraria. Fue al octavo córner, arma del Viejo Cholismo, que el Nuevo se impondría. Baena lo sacó en corto, Sorloth lo luchó y, en el barullo, Nianzou atropelló a Giménez, dejándole la mordedura de un taco en el muslo. Penalti. El árbitro lo pitó tras llamada de VAR y pantalla. Julián lo pateó a la derecha de un Vlachodimos que adivinó sin parar. 1-0.
Tras el gol, llegaron los cambios del Cholo (fuera Sorloth, Baena y Nico, dentro Grizi, Almada y Gallagher). El Atleti se soltó con Giuliano volviendo a lucir pierna. Porque ese chico nació para jugar en el Atleti y a cada partido lo demuestra un poco más. El 2-0 se acunó en otra de sus carreras imposibles: robó, corrió y, al llegar a la línea de fondo, miró hacia atrás para regalarle el gol a Almada, quien, solo, sólo tuvo que patear a la red. Griezmann abrochó el resultado con un derechazo cruzado para el 3-0 en el 90’ tras haber enviado fuera un mano a mano ante el portero de los que no se fallan, quizá pensando que estaba en fuera de juego. Su gol 200 en Liga. El Metropolitano feliz. Abrazado al Nuevo Cholismo del nuevo Atleti, que ya está aquí. Mirando de frente a todo.


