Xabi Alonso se corona
El Clásico refuerza el proyecto de Xabi y su método. La presión para cimentar la defensa, el encaje de Bellingham, el intervencionismo durante el partido...
AsUn triunfo más, pero no fue uno más. Un Clásico nunca lo es. Menos si los antecedentes encendían las alarmas. Por las cuatro derrotas ante Flick el curso pasado. Por los patinazos ante PSG y Atleti. Por ese runrún que aplacaba la marcha triunfal (ahora, 12 victorias en 13 partidos). Esa sensación de que el club blanco había olvidado como ser grande ante los grandes. Pero lo recordó. Y Xabi Alonso lo sintetizó así: "Lo veníamos hablando, lo importante que era. No solo por los tres puntos, sino por lo que podía suponer una victoria, el merecerlo". Porque fue así. El Madrid lo mereció. Más incluso (en expected goals: 3,6-1,03). Y para Xabi no fue una victoria, sino varias.
Ahí, Jude
Pequeños triunfos para solidificar los cimientos de su método. Empezando por la última tarea pendiente: Bellingham. Hacía tiempo que Jude no era tan Jude. Omnipresente. Clave en la conexión de líneas, ágil a la hora de girar y de habilitar compañeros con su talento. Definitivo en tierra hostil, con esa capacidad para estar y para aparecer.
Bellingham celebra el triunfo ante el Barça.JESUS ALVAREZ ORIHUELACocinó el primero, con un pase sensacional a Mbappé; marcó el segundo, con su instinto de killer; y forzó el penalti que Kylian erró. Por delante de Güler, por detrás de Mbappé y Vinicius. Pero móvil, con libertad. Así es decisivo. Ahí, Jude.
Acción, reacción, intervención
De hecho, una de las claves contra el Barça fue la propia reubicación de Bellingham durante el duelo. Comenzó en banda derecha, sin tanta incidencia, pero Xabi movió fichas. Resultado: Jude más centrado y Camavinga a una extraña posición de ‘falso extremo’ derecho. Un movimiento que sorprendió a Flick/Sorg y.... a Cama. “Nueva posición desbloqueada, extremo derecho”, bromeó.
Un cóctel que, junto a la presencia de Valverde en campo rival, ofreció dividendos. El francés abría el campo y tenía la capacidad de combinar con el inglés al percutir hacia adentro. Amén de ayudar a un Valverde con amarilla en tareas de intendencia. Y ello permitía al Halcón tener presencia en el carril del dos. Una decisión que fue clave para orquestar el primer tanto. Acción, reacción e intervención.
Presión
Otro triunfo es el defensivo. Impulsado por la presión. Tanto general, como tras pérdida. Ello permitió al Madrid, por ejemplo, dominar al Barça sin dominar. Perder la posesión (31,5%-68,5%), para ganar en todo lo demás. Especialmente en un primer tiempo donde sometió a un Barça horizontal, sin ideas y con problemas para solventar esos primeros mordiscos.
El reflejo de una temporada donde, por momentos, ha faltado fluidez, pero donde ha crecido mucho la solidez. La mejora en recuperaciones (de 69,3 por partido a 70,2), recuperaciones en campo contrario (de 24,4 a 28,7), recuperaciones en el último tercio (de 4,2 a 5,1) y, sobre todo, recuperación rápida tras pérdida (de 28,8 a 32,8), es palpable. Y el Barça lo sufrió.
Güler, Tchouameni... Mbappé
Que Mbappé es otro es una realidad. Que en sus 16 goles en 13 partidos tiene mucho que ver él mismo, también. Pero a Xabi lo que es de Xabi. Le ha dado las riendas, los galones, le ha hecho saber que es el líder. Véase esa alternancia desde el punto de penalti que ya no es tal. Y esa ha sido la cerilla de todo lo demás. Una mejora individual que no es un oasis dentro de la plantilla.
Mbappé saluda a Xabi al ser sustituido contra el Barça.Susana VeraVéase Güler. De ser un actor terciario con Ancelotti a llevar la batuta día sí, día también. En ocasiones como enganche, cuando Bellingham ha estado fuera; ahora está buscando crecer desde la base, para que pueda cohabitar con Jude. Pero siempre en el campo. Lleva tres goles, cinco asistencias y está siendo diferencial. No en el Clásico, donde un fallo en salida regaló el empate al Barça y le descentró, pero sí en general. Una “mezcla entre Guti y Özil”.
O Tchouameni, que venía en ascenso desde aquellos pitos contra el Celta en el Bernabéu, pero que ha dado un paso más. Ahora casi todos son flautas. Duelista consumado, su mera presencia marca diferencias. Y va puliendo ciertos aspectos, como la mejora en su capacidad de defender hacia atrás. Xabi le entiende y, por ejemplo, en el Clásico le restó quehaceres con balón, aunque regaló un par de pases de calidad (en uno dejó solo a Huijsen ante Szceszny). Y ello le hizo crecer en la anticipación y en las vigilancias para el conato de arreón azulgrana del final.
Personalidad
Y por último, personalidad. Si la decisión de sacar de la ecuación a Vinicius fue acertada o no dependerá de a quién se pregunte. Pero la realidad es que, si Xabi considera que hay que tocar una tecla, la toca. Es así. El cambio sorprendió al propio Vini, que entró en colera, pero donde manda entrenador, no manda jugador. Y mientras el 7 clamaba al cielo y ponía rumbo a vestuarios, Xabi miraba al frente. Impasible. Ahora, el tolosarra tendrá que apagar esa llama: “Ya lo hablaremos”. Todo a su tiempo.
Enorme enfado de Vinicius al ser cambiado por Xabi Alonso en el minuto 71 y con 2-1 en el marcador. JESUS ALVAREZ ORIHUELAComo con personalidad gestionó la vuelta de Bellingham. Le entregó la titularidad demasiado pronto, en el derbi, y aprendió de su error. Suplente contra el Kairat, suplente contra el Villarreal. Un reinicio para enmendarse a sí mismo, en lugar de dar el patadón hacia adelante. Pequeñas decisiones, convertidas en pequeños triunfos. Y todo cobra sentido con uno enorme, el del Clásico.


