Por qué financiar a Ucrania representa una gran oportunidad para Europa
La factura será enorme. También es una ganga histórica
Este precipicio se acerca rápidamente, ahora que el presidente Donald Trump ha suspendido la ayuda financiera estadounidense a Ucrania, las esperanzas de un alto el fuego se desvanecen y los drones rusos destrozan la red eléctrica ucraniana en un intento por doblegar su voluntad.
Una Europa endeudada y dividida necesita encontrar los fondos para mantener a Ucrania en la lucha. Pero sería un grave error considerar esta solicitud de ayuda financiera como un mero y doloroso ejercicio de presupuesto anual.
En realidad, se trata de una oportunidad histórica para cambiar el equilibrio de poder entre Europa y Rusia, dejando al descubierto la fragilidad financiera del Kremlin y alterando la visión de Vladímir Putin sobre la guerra y la paz.
También es una oportunidad para acelerar los esfuerzos de Europa por lograr su independencia militar y financiera de Estados Unidos. El costo para Ucrania es mayor de lo que la mayoría de los europeos cree, pero también es una ganga.
Tras casi cuatro años de guerra, el costo del conflicto es enorme. Para finales de 2025, el esfuerzo militar de Ucrania, definido como su presupuesto de defensa más las donaciones extranjeras de armas y ayuda militar, habrá costado un total aproximado de 360 mil millones de dólares. Este año, el esfuerzo bélico requerirá entre 100 y 110 mil millones de dólares, la suma más alta hasta la fecha, equivalente a cerca de la mitad del PIB de Ucrania.

Dos de las tres fuentes de financiación para Ucrania se están agotando. En febrero, tras la llegada del Sr. Trump a la Casa Blanca, cesaron las asignaciones financieras mensuales estadounidenses a Ucrania.
Mientras tanto, Ucrania ha agotado sus recursos financieros. Presenta un déficit fiscal oficial de aproximadamente una quinta parte del PIB; la deuda pública se ha duplicado como porcentaje del PIB desde antes de la guerra, alcanzando cerca del 110%. Su capacidad para obtener préstamos de hogares y empresas nacionales, devastados por la guerra, es limitada.
La perspectiva está poniendo de manifiesto las divisiones dentro de la Unión Europea. El 23 de octubre, sus líderes no lograron ponerse de acuerdo sobre un préstamo a Ucrania que estaría garantizado por 163.000 millones de dólares en activos rusos congelados, custodiados en la principal cámara de compensación de la UE. Las objeciones de Bélgica, país que alberga dicha cámara, amenazan con hacer fracasar el plan.
Los países del norte temen que aprobar una mayor captación de fondos de la UE mediante la emisión de bonos comunes pueda socavar la disciplina fiscal en toda la zona euro. Francia teme que los nuevos fondos europeos se destinen a la compra de armamento estadounidense sobrevalorado para complacer al Sr. Trump. A todos les preocupa que un cheque en blanco pueda agravar la corrupción en Ucrania.
Estas inquietudes son razonables, pero palidecen ante dos ventajas que están al alcance de Europa. La primera es un compromiso financiero que puede exponer y evidenciar la debilidad a largo plazo del Kremlin. Rusia ha perdido entre 200.000 y 500.000 soldados, el doble que Ucrania.
Además, soporta una pesada carga financiera. El gasto en defensa declarado alcanzará los 160.000 millones de dólares en 2025, y los bancos estatales también se han embarcado en una inmensa ola de préstamos extrapresupuestarios para apoyar al complejo militar-industrial.
Es cierto que las sanciones de 2022 no lograron doblegar a Rusia como algunos esperaban. Pero el auge bélico inicial del Sr. Putin ha dado paso a la estanflación, con un crecimiento prácticamente nulo, escasez de mano de obra, deudas incobrables ocultas, una inflación del 8% y tipos de interés del 16,5%.
Otro lustro de esta situación probablemente desencadenaría una crisis económica y bancaria en Rusia. Si Europa logra demostrar a Rusia que financiará la guerra durante al menos ese tiempo, el señor Putin se verá acorralado.

El segundo gran logro de Europa sería reducir su dependencia militar de Estados Unidos, una necesidad dada la vacilante lealtad del Sr. Trump a la OTAN. Cualquier solución de financiación a largo plazo para Ucrania ayudaría a Europa a desarrollar la capacidad financiera e industrial que necesita para defenderse.
Un compromiso de cuatro años costaría 390.000 millones de dólares, compuestos casi en su totalidad por armas donadas y efectivo para financiar el déficit presupuestario de Ucrania. Es una suma considerable, pero aun así representa una excelente inversión. Repartido entre los recursos económicos de todos los miembros de la OTAN (sin contar a Estados Unidos), el costo para Ucrania es asequible, con gastos anuales que aumentan del 0,2% del PIB el año pasado al 0,4% del PIB.
La alternativa sería que Ucrania perdiera la guerra y se convirtiera en un Estado resentido y prácticamente fallido, cuyo ejército e industria de defensa podrían ser explotados por Putin como parte de una nueva y revitalizada amenaza rusa.
The Economist apoya la incautación de activos rusos, pero les faltan 230.000 millones de dólares para alcanzar lo necesario. Dada la magnitud del desafío que enfrenta Europa en su conjunto, algún tipo de endeudamiento conjunto estaría justificado.
Lejos de socavar la posición internacional del euro, la emisión conjunta de bonos por parte de la UE crearía una mayor masa de deuda común, profundizando el mercado único de capitales europeo e impulsando el papel del euro como moneda de reserva. Un horizonte plurianual para la adquisición de armamento permitiría a Europa secuenciar el desarrollo de su industria de defensa.
A corto plazo, Europa no debería tener reparos en comprar el armamento estadounidense que Ucrania necesita, incluidos los sistemas de defensa aérea. Posteriormente, el gasto debería favorecer a las empresas de defensa europeas a medida que desarrollan sus propios sistemas, así como a las industrias ucranianas de tecnología de defensa de vanguardia.


