Necesitamos muchos Russo
Desde la U de Chile, donde lo tuve como DT, me enseñó mucho. Conocía el vestuario, estaba en los detalles humanos, te daba confianza. Hay que honrar su legado.
Por supuesto, yo me entablillé todo y luego, en el entretiempo, me saqué todo y jugué. "Si se rompe, se rompe", pensé. ¿Por qué cuento esto? Porque hay algo que los cursos de entrenadores no van a enseñar jamás y que la inteligencia artificial no va a encontrar. Y es conocer el vestuario. Miguel lo conocía, te daba tranquilidad y seguridad en los momentos difíciles.
En aquel plantel de la U estaban los chilenos bravos, grandes, y los argentinos: Cuqui Silvani, Leo Rodríguez, Sergio Vargas y yo. Dos bandos. Y Miguel ya era un experto en manejar los vestuarios. Aunque fueran picantes. Por ahí podía equivocarse en algún cambio, como todos, pero en el día a día controlaba todos esos pequeños detalles con mirarte a los ojos. Él fue así durante toda su carrera y eso explica semejante convocatoria y tamaña cantidad de mensajes.
Aunque no nos veíamos, yo siempre le escribía para saber cómo estaba. Sobre todo después de que arrancó con todo este tema en Colombia. Y siempre me despedía con la misma frase: "El cariño y el respeto de siempre". Cuando vino a Boca le deseé el mayor de los éxitos y para mí criticarlo era como clavarme una puñalada, pero estoy convencido de que era lo que él quería. Lo más noble, no mentirle. Alguna vez, mientras estaba en San Lorenzo, dije algo que no le gustó y me mandó a decir que fuéramos a comer. No se dio, y ahora sé que me perdí esa cena. Pero nunca tuvimos un problema. Y es raro que yo no tenga problemas, eh.
Si Miguel no hubiera estado en la U, no sé si yo habría llegado a Boca. Él me enseñó muchas cosas. Era un tipo muy temperamental, número 5 y de Estudiantes. Y también era el más frío, el más pensante de todos. Estaba en todos los detalles, dentro y fuera de la cancha, con todos los empleados. Lo quiero recordar con una frase que dijo hace muy poco: "La gloria no tiene precio y el después es para siempre". Así que aquellos que se quedan con el legado de Miguel, hónrenlo. Es por ahí. Gracias, Miguel.