La Unión Europea busca una salida urgente al bloqueo chino de tierras raras
La Comisión Europea intenta contener el impacto industrial y diplomático del endurecimiento de los controles de exportación impuestos por Pekín, que amenaza la producción de sectores clave como el automotriz y el tecnológico
La disputa tiene un centro muy concreto: el acceso de la industria europea a minerales críticos —entre ellos varios de los llamados “tierras raras”— que China ha comenzado a someter a controles más rigurosos bajo su doctrina de “seguridad nacional”.
Según Sefcovic, las empresas europeas han presentado ocho listas prioritarias con cerca de 2.000 solicitudes de licencias de exportación que Beijing debe tramitar. Solo algo más de la mitad han sido correctamente atendidas. Ese cuello de botella se siente ya, dice, “sobre todo en la industria del automóvil, la maquinaria, y lo será con las nuevas medidas”.

La consecuencia no es teórica. Plantas europeas de componentes automotrices han tenido que suspender líneas de producción ante la falta de acceso a estos materiales críticos. El riesgo, tanto técnico como geopolítico, se está materializando.
El trasfondo estratégico es evidente. La UE depende de China para una parte sustancial de estos minerales. Según la propia Comisión Europea, en años recientes más del 90 % del aprovisionamiento de tierras raras ha estado en manos chinas.
La crisis aparece justo después de la cumbre de julio entre la UE y China, donde se elevó el diálogo sobre controles de exportación. Ahora ese canal está siendo activado de urgencia.
Sefcovic mencionó también que estaba en contacto con el gobierno holandés respecto de la compañía chipera Nexperia, de capital chino, cuya toma de control por el Estado neerlandés fue motivada por temor al traslado de tecnología sensible a China. El caso añade presión a un contexto ya dominado por las tensiones tecnológicas y de seguridad.
La invitación de Bruselas a Wang tiene dos vertientes: por un lado, estabilizar una industria clave de la UE —automóvil, maquinaria, tecnología—; por otro, enviar una señal de que la dependencia unilateral de China en materias críticas es un riesgo que ya no se acepta en silencio. Analistas europeos consideran que se está ante “un punto de inflexión” en las relaciones bilaterales.
Para la UE este puede ser el momento de elegir: ¿seguir confiando en que Beijing mantenga abiertas sus cadenas de suministro sin garantías explícitas? ¿O acelerar un movimiento hacia la diversificación, el abastecimiento propio y el desarrollo interno de capacidades? La reciente aprobación del Critical Raw Materials Act en mayo de 2024 sirve como telón de fondo de esta reflexión.
En Bruselas se preparan para la visita de Wang con una agenda clara: restablecer el flujo de licencias, definir criterios transparentes y, en paralelo, acelerar la reducción de la vulnerabilidad industrial. Pero también se reconoce que el resultado no está garantizado. Si China mantiene su línea, podría pasar de ser socio estratégico a convertirse en un factor de riesgo para la cadena de valor europea.