El cierre del Gobierno de Estados Unidos comienza su tercera semana tras la novena votación fallida en el Senado
El estancamiento legislativo por el presupuesto y los subsidios mantiene a decenas de miles de empleados federales sin salario, mientras demócratas y republicanos siguen enfrentados sin fecha clara para la reapertura
La votación del miércoles no logró reunir el mínimo necesario de 60 votos para avanzar, obteniendo 51 sufragios favorables y 44 en contra. Senadores demócratas como John Fetterman y Catherine Cortez Masto apoyaron la propuesta republicana, al igual que el independiente Angus King, mientras que el republicano Rand Paul votó en contra. Cinco senadores no participaron en la sesión. Los republicanos, que ostentan 53 escaños en la Cámara Alta, requieren el respaldo de al menos siete demócratas para poder aprobar cualquier paquete presupuestario.
El enfrentamiento entre ambas bancadas se ha recrudecido no solo en el Capitolio, sino también ante la opinión pública. El líder demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, aseguró en declaraciones a la prensa que los republicanos prefieren abandonar la negociación: “Los republicanos de la Cámara de Representantes cerraron el gobierno y luego se fueron de la ciudad”. Jeffries afirmó que su bancada “está lista para negociar un acuerdo bipartidista de gastos”, subrayando que la exigencia principal de los demócratas es la extensión de los subsidios federales de salud, que, de no renovarse, encarecerían drásticamente las primas de seguros médicos de decenas de millones de estadounidenses.
Por su parte, el portavoz republicano Mike Johnson afirmó ante periodistas que “1,3 millones de militares en servicio activo corren el riesgo de no recibir su salario completo a fin de mes”, e insistió en que, si la parálisis legislativa persiste, los actuales mecanismos para abonar los sueldos representan solo “un arreglo temporal”. Johnson responsabilizó a los demócratas de obstaculizar la reapertura con su negativa a negociar otros puntos del gasto público hasta asegurar la extensión de los créditos fiscales derivados del “Obamacare”.
El principal escollo de la negociación radica en los subsidios del seguro público de salud, que expiran este año. Mientras los demócratas buscan renovarlos, los republicanos los acusan de favorecer supuestamente a inmigrantes indocumentados, una afirmación que la oposición rechaza. Senadores como Chris Coons de Delaware explicaron que los subsidios a millones de personas superan en importancia cualquier efecto sobre los despidos masivos que ha intentado implementar la administración. Desde el inicio del cierre, se han registrado 4.100 despidos en diferentes agencias, aunque una jueza federal de San Francisco, Susan Illston, ordenó ayer bloquear temporalmente esos ceses, considerando que “el costo humano no puede tolerarse”.
Mientras tanto, las protestas “No Kings” convocadas para este fin de semana reflejan la tensión creciente en todo el país. El líder de la mayoría en el Senado, John Thune, admitió que las negociaciones para una salida están en curso, pero expresó dudas sobre la disposición demócrata a ceder, mientras republicanos proponen avanzar con votaciones individuales de proyectos de gasto, comenzando con el destinado a Defensa. Thune recalcó que “los cierres no benefician a nadie” y, aunque evitó prever cuándo se reanudarán las actividades normales del gobierno, enfatizó la urgencia de resolver el conflicto.
Los intentos de diálogo entre fuerzas moderadas y las dos bancadas han resultado insuficientes para acercar posiciones sobre los puntos clave. Legisladores como Jeanne Shaheen, Maggie Hassan y Gary Peters han rechazado sumarse a la propuesta republicana, en tanto que representantes de áreas afectadas como Virginia y Maryland denunciaron ataques contra los empleados federales y reclamaron un regreso a la mesa de negociación. Organizaciones sindicales, apoyadas por legisladores, mantienen la presión judicial para frenar nuevos despidos y salvaguardar programas sociales bajo amenaza ante la falta de fondos.
A pesar de las maniobras financieras emprendidas para sostener prestaciones mínimas y el pago a militares, la administración Trump ha dejado claro, según declaraciones recogidas por varias agencias, que utilizará el cierre para cerrar de forma definitiva programas federales asociados a la oposición demócrata. “Estamos cerrando programas demócratas que no nos gustan y muchos de ellos nunca volverán a abrir”, sostuvo el presidente.