CHAMPIONS | ARSENAL 4 - ATLÉTICO 0 / Ducha fría en Londres
Los rojiblancos resistieron casi una hora ante un Arsenal de ritmo endiablado, pero en trece minutos sucumbieron ante los goles de Gabriel, Martinelli y Gyökeres (2).
Quiso ser valiente el Atleti. Había sobrevivido y resistido casi una hora ante un Arsenal lleno de ritmo y recursos, pero con la pizarra de Jover ya no pudo. El balón parado se coló en el partido y, en trece minutos, sobre la cabeza del Cholo el marcador pasó del 0-0 al 4-0. Porque en el Emirates las duchas frías no están solo en los grifos. También en la hierba. Y los balones parados.
El Arsenal no tardó en coger al Atlético de la pechera en su casa. En cuanto escuchó el sonido del silbato del árbitro. Los del Cholo de pronto tenían delante un tsunami. Una DANA. Un diluvio de agua que no dejaba de lanzar golpes contra la portería de Oblak con una intensidad descomunal, de bola de granizo. Arteta había sorprendido con Eze y no Merino para completar el centro del campo y Lewis-Skelly y no Calafiori en el lateral. Su equipo emergió muy agresivo y con una efectiva presión alta ante la que los jugadores del Cholo solo respondían perdiendo balones. Lo hizo Hancko, ante un Saka que no dejó de sacarle los colores, y también Giménez, una de las dos sorpresas de Simeone en su once por eso de exponerle a dos partidos seguidos nada más regresar de cuatro meses de enfermería.
Del balón perdido del charrúa brotó la primera ocasión del Arsenal. Minuto 5, de Eze, un disparo al larguero que se envenenó tras rozar en Hancko. El Arsenal ya ahogaba, el Atleti ya resistía. Y eso que los Gunners deshacían a los rojiblancos con la presión, provocando esas pérdidas que eran como tiros al pie. Sus transiciones, endiabladas, como su velocidad. Su ritmo, altísimo. Un vendaval. Agotaba solo mirarlo. Zubimendi y Rice lanzando balones verticalísimos una y otra vez, incansables. Otra pérdida de Hancko provocaba que Oblak tuviera que abandonar su puerta para taponarle todos los espacios a Saka tras un pase de Eze. El esloveno pareció hacerse daño, aunque siguió; falsa alarma. El eslovaco era un juguete en manos de Saka. Bueno, a los pies. Con la espalda del tamaño de un túnel de la M-30 sin tráfico y directo hacia Oblak. Una tortura constante. Nico, por cierto, nada ayudaba. Arteta, obvio, volcó todos sus ataques por ahí. Entre Giménez y Le Normand sí habían apagado a Gyökeres, titular.
El Atlético, que tardó diez minutos en trenzar una jugada con más de diez pases seguidos, sacó el paraguas y a jugar. Barrios le cerró el grifo a Arteta y Giuliano y Julián le dieron al Arsenal el primer susto a la contra. Al primero le criticarán por ser hijo de pero su fe levanta partidos. Y eso es oro, a veces más que la finura de pie: peleó un balón sin dueño para forzar un saque de banda con Raya saliendo de su portería hacia él. El Cholito, rapidísimo, sirvió a Julián que, con la puerta vacía, cruzó demasiado. El peligro era cosa de Araña. Solo. Porque Sorloth, la otra sorpresa de inicio del Cholo, es una amenaza fantasma. Debía bajar muchos metros el argentino para que respirara el Atleti y Koke y Barrios tuvieran a quien pasársela para armar juego. Antes del descanso, Martinelli haría el primer gol pero en fuera de juego. Mucho granizo al inicio pero el Atleti alcanzaría el reposo sin magulladura. Y seco.
El que regresó de la caseta salió mordiendo al Arsenal con presión alta y ese jugador que no juega a fútbol, baila. El de antes. Un futbolista total, special man, Mr. Araña. Le das un metro y te hace un lío. Tan poco necesita para generar peligro. En un giro rápido se sacó un trallazo de la bota al travesaño. Última luz antes de que el Emirates cayera sobre el Atleti como jarro de agua helada.
Trece minutos infaustos
El árbitro volvió a asomar con su silbato, tras haberle sacado a Giménez la tarjeta por una carga que solo él vio amarilla en la primera parte, para inventarse ahora una falta en un choque de Llorente con Martinelli en el lateral. Un libre directo que, para este Arsenal es como para el primer Atleti del Cholo: casi medio penalti. Rice lo lanzó y Gabriel lo cabeceó picado. 1-0. Si primero Nico rompía el fuera de juego, después se apartó. Al rato Simeone le sacaba del campo en un triple cambio. Baena, Ruggeri y Gallagher entraron solo para ver de cerca el desastre.
Si el Atleti replicó enseguida el gol inglés con Julián filtrando un balón a Giuliano que bloqueó Gabriel y un cabezazo de Hancko, la salida de Giménez (en el triple cambio) había vuelto a abrir la ducha de Arteta. Y ahora el agua empapó. Porque la distancia entre los dos equipos es en realidad sideral. Los ingleses, máquina perfecta de hacer fútbol, como un acordeón. El Atleti, un quiero y no puedo. En trece minutos fatídicos el Arsenal ya le había marcado otros tres goles. El 2-0 fue con Lewis-Skelly rompiendo por dentro y una rosca de Martinelli. El 3-0 y el 4-0, de pizarra de nuevo, los hizo ese un Gyökeres que se quitó el óxido. Tan deseado dos veranos atrás, Andrea Berta terminó llevándoselo, sí, pero al Arsenal. Había querido ser valiente el Cholo pero se ahogaría en ese tramo, del 57 al 70. Cómo de frías pueden ser las duchas en Londres.