Por el aro de Flick

Vacas sagradas como Lewandowski, Olmo, Raphinha o Araújo fueron suplentes contra el Valencia. El alemán, firme en su plan de extremar la meritocracia.

Juan Jiménez, As

“Fuimos los de la temporada pasada”. Al fin, y ya en la cuarta jornada, Hansi Flick volvió a ver el Barça que quiere. Después del aviso de Mallorca (“no se puede jugar al 50%”), el apretón en el campo del Levante, donde remontó sobre la hora; y la frase lapidaria de Vallecas (“los egos matan el éxito”), el campeón le metió 6-0 al Valencia con el fútbol total que asombró a Europa la temporada pasada. Lo hizo, además, con un once inesperado que, más allá del Excel de minutos que pueda manejar, demostró que nadie va a jugar por decreto con el alemán.


Flick es un entrenador que ya ha tomado decisiones de gran calado, incluso con sus compatriotas. El verano pasado, le comunicó a Gündogan que no sería indiscutible en su equipo precipitando su regreso al City. Esta temporada, ha hecho algo parecido con Ter Stegen después del fichaje de Joan García. Más allá de las ausencias de Lamine o De Jong, la foto del banquillo era significativa: Araújo, Raphinha, Lewandowski y Olmo, cuatro vacas sagradas, miraban el partido desde el banquillo. Y la explicación no estaba solo en los viajes. El brasileño, sin ir más lejos, llegó tarde a la charla de activación de la mañana. Al banquillo. Con Araújo, Lewandowski y Olmo, las razones eran deportivas. Eric Garcia y Cubarsí garantizaban más creatividad que el uruguayo en la línea de centrales ante una defensa cerrada como la del Valencia, lo que justificaba su suplencia. Y en el caso de Lewandowski y Olmo, Ferran y Fermín estaban por delante por razones de rendimiento. Los titulares respondieron y los suplentes entendieron el mensaje: Lewandowski y Raphinha, encendidos, marcaron un doblete. De hecho, nadie se acordó de Lamine, algo que hacía muchos meses que no ocurría en un equipo que empezaba a tener una clara dependencia del ‘10’.

Flick tiene claro que el único éxito posible del Barça 2025-26 pasa por fomentar la competencia y que jugadores básicos la temporada pasada como Raphinha o Lewandowski sientan el aliento de Rashford o Ferran en la nuca. Por eso no va a cortarse a la hora de tomar decisiones. El de Foios, pese a no marcar, estuvo sobresaliente contra el Valencia. Flick ya venía valorando su trabajo en los primeros partidos. Por eso no sintió ninguna presión por alinear ya en el once a Lewandowski después de tres partidos. Otro ejemplo evidente es Koundé, que después de arrancar algo despistado la temporada, y de ser relegado por Eric, firmó un partido perfecto en términos de concentración. Si se duerme, tiene compañeros a su nivel. Al menos, a ojos del entrenador.

A Flick se le ha notado tenso en el inicio de temporada. Detectó tics preocupantes en algunos jugadores, hasta habló abiertamente de ellos, como en el caso de Fermín, al que aplaudió por su actuación en el Gamper recordando que no le habían gustado algunas cosas que había visto en Asia. Fue un caso particular, pero hubo más recordatorios a nivel general. A sus 60 años, Flick sabe que está perdido si se le escapa el vestuario. Es un pulso complicado, porque los jugadores se vuelven más difíciles cuantos más títulos ganan. Pero Flick no va a dar un paso atrás. Y, de momento, pasan por el aro.

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