Mallorca 1-Atlético 1 / El Atleti se inmola tres veces

Los del Cholo empatan 1-1 en Mallorca después de que Julián fallara un penalti, Sorloth viera la roja directa y Muriqi empatase en seis minutos el 0-1 de Gallagher en el 79′. Sublime Leo Román.

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El Atlético ya había hecho lo más difícil, derribar el muro de Arrasate concentrado en los guantes de Leo Román, cuando se inmoló por tercera vez. La definitiva. Seis minutos después, Muriqi cabeceaba ese balón de Virgili y Simeone abría su mano para comprobar cómo los tres puntos se le habían vuelto a escapar como agua de mar.


Y eso que el Cholo había salido a Son Moix respirando, con Hancko y Julián de la enfermería al once. Enfrente, Arrasate, sin victoria aún esta Liga, salía con red: línea de cinco atrás y cuatro medios ovillados en diez metros. El Cholo, mientras, le daba otra oportunidad a Raspadori y mantenía a Koke al mando, que ante el Villarreal ya demostró que su brazalete es un faro que amplifica su pareja con Barrios. Su equipo comenzó como Arrasate se temía: el Atleti progresando y robando en campo contrario y, desde el primer minuto, buscando el resquicio por el que colar el balón en la red de Leo Román. El Mallorca sobrevivía encerrado. Como asaltarle era difícil, con esos nueve hombres simulando un caparazón a los pies de su portero, la primera ocasión del Atleti llegó de lejos.

Era el minuto 6, fue Barrios. El canterano descerrajó la pierna desde 30 metros obedeciendo a eso que siempre le dice Simeone: “Tirá, tirá”. Un disparo que olía a red hasta que Leo Román saltó como un gato para atajarlo y enviarlo al palo dejando el aire lleno de polvo de ladrillo. De todos los que había dispuesto Arrasate fue el más grande e inmenso. A los del Cholo les seguía faltando lo de siempre en este inicio de 25-26. Que la tostada caiga una vez de su lado. Esa contundensia perseguida como Santo Grial. Ni siquiera Julián en un comienzo de curso que calca el pasado pero sin el asterisco de la adaptación. Y eso que, en el 11’, ganaba la línea de fondo y centraba hacia un Hancko, profundísimo de nuevo desde el lateral y por delante de los laterales de verdad. Su zurdazo, de primeras, se topó con la mano de Raíllo en el camino. Penalti. Julián se lo pidió para que el Atleti se inmolara por primera vez. Leo Román, que se sabía en el escaparate, no en vano es uno de los porteros llamados a suceder a Oblak, se sacó otra maravilla del catálogo: adivinó y paró. El argentino había regresado al equipo con cara de Sorloth.

Cuatro minutos después, el portero le rozaba lo justo otra pelota para dejarsela atrás y desbaratarle otra ocasión. Un balón servido por un Raspadori muy voluntarioso y móvil que acarició el gol olímpico. Pero tampoco. Insistía el Atleti como martillo sin filo aporreando el muro de Arrasate. El área de Oblak era una galaxia muy lejana entonces para los bermellones. Solo Asano se atrevía, muy de en vez en cuando, a traspasar la línea del centro que dividía los dos mundos. Hasta que Kumulla se rompió y el técnico del Mallorca se vio obligado a deshacer su plan inicial: con Pablo Torre pasó del 5-4-1 al 4-5-1. El Mallorca al final de la primera parte ya había dejado de mirarse solo la espalda.

Los de Arrasate regresaron al partido con más balón mientras en su área todo seguía como estaba: una Araña estampada en unos guantes. Corrió Giuliano, que había terminado la primera parte cojeando pero ahí seguía, siempre con hambre y arrojo, y le servía otra pelota franca al argentino que todo lo hizo bien: control de espaldas, giro y disparo. Pero el portero lo hizo de nuevo mejor: otro salto y paradón. El tic-tac del reloj se escuchaba cada vez más alto sobre la cabeza del Cholo. Tanto dominio y ocasiones para nada iban mutando en nervios. Entonces el técnico miró atrás y decidió cambiar su delantera al completo (algo que Julián se fue rumiando): Grizi y Sorloth adentro y Nahuel por Giuliano para que Llorente diera el paso adelante. Diez minutos después, el Atleti ya se había inmolado por segunda vez.

Porque si Grizi probaba, con un disparo cruzado, casi enseguida de la medicina Leo Román, en la jugada siguiente Sorloth dejaría al Atleti con diez: en un balón dividido le clavaba los tacos a Raíllo en el gemelo. Por mucho que la secuencia fuera primero balón y después piel, el árbitro sacó la roja tras aviso de VAR y pantalla. En la pausa de hidratación, Arrasate pedía a sus jugadores no perder el partido contra diez, como ante el Espanyol, porque se lo olía solo con verlo. Que Llorente seguía en modo Anfield, ahora como delantero. Y el 14 corrió para toparse con Leo Roman como los demás pero en realidad como un trampantojo: fue Gallagher, quien había iniciado la jugada con un control con el hombro, el que rebasara al fin al portero al llegar desde segunda línea para patear a la red el rechace. Un 0-1 que poco duraría, sin embargo, a pesar de que ya era el 80’. Lo que al Atleti tanto le cuesta, para sus rivales es nada. Arrasate solo tuvo que introducir a Virgili. El Atleti daría su paso atrás. La inmolación definitiva. La tercera.

El partido se dio la vuelta sobre las piernas frescas del chaval. El Mallorca se lanzó hacia Oblak por la puerta de Nahuel y Muriqi apareció cuando tocaba, que un 9 como él siempre sabe: en el 85’ cabeceó un centro de Virgili para alzarle el puño a Son Moix y dejar al Atleti a nueve puntos del liderato de la Liga en cinco jornadas. Tan pronto tan lejos.

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