Los 200 millones de trabajadores temporales de China son una advertencia para el mundo
Lo que una gigantesca fuerza laboral precaria revela sobre el futuro del empleo
Últimamente, el trabajo temporal en China se ha extendido a su tan cacareado sector manufacturero. El proletariado regimentado está siendo sustituido gradualmente por millones de trabajadores ocasionales que ocupan puestos de trabajo “bajo demanda”, pasando de una fábrica a otra siguiendo las instrucciones de gigantescas plataformas de contratación. A menudo, estos trabajos no requieren más habilidades que el conocimiento del alfabeto romano. Los trabajadores pueden permanecer en ellos durante no más de unas semanas o incluso unos días. Los investigadores estiman que su número asciende a unos 40 millones, lo que supone un tercio de la mano de obra manufacturera de China y más del triple de la de Estados Unidos.
El empleo flexible de todo tipo se adapta a muchos trabajadores. Aquellos que son expertos en navegar por la economía de plataformas pueden ganar más cambiando de trabajo que lo que podrían ganar con un solo empleador. Una encuesta realizada en 2022 reveló que los ingresos mensuales de los repartidores dedicados en China eran casi un 20% superiores a los de los trabajadores migrantes. Otros, que no tienen la tolerancia de sus padres para el trabajo pesado, no están dispuestos a realizar la misma tarea repetitiva semana tras semana.
Algunas de estas dificultades, como el sistema hukou, son exclusivas de China. Pero, en otros aspectos, la experiencia de China merece ser estudiada. Muchos países, especialmente en los países en desarrollo de Asia, esperan igualar su éxito en el sector manufacturero. Ninguno puede permitirse desperdiciar el potencial de los jóvenes. La escasez de buenos empleos es una de las razones por las que los jóvenes de varios países asiáticos se han levantado en protesta contra el autocontrato de sus líderes políticos. En Indonesia, las manifestaciones de agosto se tornaron violentas después de que un vehículo blindado atropellara a un trabajador temporal que ofrecía servicios de transporte en su motocicleta.
Una lección que se puede extraer de China es que no hay que dar demasiada importancia a la industria manufacturera. Los países que han perdido su poderío industrial o que nunca lo han alcanzado sueñan con que los empleos en las fábricas puedan proporcionar un empleo estable, salarios más altos y estabilidad social. Eso puede ser cierto para unos pocos ingenieros y técnicos. Pero China demuestra que otros puestos de trabajo pueden ser sustituidos o descalificados por la automatización.
Esto nos lleva a otra conclusión: sería inútil intentar erradicar el trabajo temporal con la esperanza de que los empleos permanentes ocupen su lugar. La verdadera alternativa al trabajo temporal es, a menudo, no tener trabajo. Una encuesta reciente reveló que el 77% de los conductores de vehículos de transporte compartido se incorporaron al sector tras perder su empleo anterior. Las plataformas de contratación no inventaron el empleo precario. Y aunque sus algoritmos pueden ser crueles, empujando a los conductores a conducir de forma imprudente, suponen una mejora con respecto a los capataces que solían poner en contacto a los trabajadores con los empleadores. En muchas partes de Asia, incluida China, los jornaleros siguen apiñándose en las carreteras a primera hora de la mañana, esperando a que los empleadores los elijan entre la multitud.
Por lo tanto, la lección final es que los gobiernos deben replantearse el contrato social para que el trabajo temporal sea lo más beneficioso posible. China ha regulado los algoritmos para que sean un poco más benignos. También está tratando de reducir la brecha entre lo nuevo y lo antiguo, impulsando a las plataformas de comercio electrónico a proporcionar seguridad social a los trabajadores temporales. India está persuadiendo a los trabajadores de las plataformas para que se registren con el fin de recibir prestaciones como el seguro de accidentes y, eventualmente, la asistencia sanitaria.
Pasos intermedios
Pero los gobiernos deben ser aún más ambiciosos. En lugar de intentar encajar el trabajo temporal en sus planes actuales, deberían rediseñar las políticas. China podría hacer que las contribuciones obligatorias de los empleadores fueran menos onerosas, reduciendo así su incentivo para elegir a los trabajadores temporales en lugar de los permanentes. Los países deberían hacer que las pensiones fueran más transferibles, permitiendo una relación más estrecha entre lo que las personas pagan y lo que reciben. Muchos países asiáticos corren el riesgo de envejecer antes de enriquecerse. Ayudar a los trabajadores precarios a prosperar es ahora más urgente que nunca.