El debut de Gustavo Quinteros en Independiente, una señal para recuperar la confianza
Fue el quinto entrenador que estrenó su puesto disputando el clásico contra Racing y se fue conforme con el rendimiento de sus jugadores
A Gustavo Quinteros lo envuelve un aura ganadora, justificado por los trece títulos conquistados en su carrera como entrenador, y en su debut como técnico de Independiente, si bien no logró torcer la racha sin victorias que ya es la peor en la historia del club (van 9 partidos, 12 en total si se agregan otras competiciones), sí que consiguió que su equipo, después de muchas semanas a la deriva, diera señales concretas de vida.
Lo hizo de punta a punta del encuentro. Desde la primera jugada, a los 33 segundos, cuando Facundo Zabala salvó en la línea un disparo de Tomás Conechny que la hinchada de Racing ya cantaba como gol; hasta la última, esa carrera de 40 metros desde el círculo central de Pablo Galdames con la pelota dominada y sin más oponentes que el arquero Facundo Cambeses a la vista, que acabó con un remate desviado en el minuto 95. Pero también, y quizás sea lo más destacable, el Rojo avisó con fútbol que una pronta resurrección todavía es posible.
“Me voy satisfecho con todos los jugadores, no hay reproches en lo anímico ni en su compromiso. Supieron acomodarse a un juego tan difícil como es el que propuso el rival en los 15 o 20 minutos iniciales. Pero también me voy con sabor a poco, porque tuvimos situaciones muy claras para ganar que no se pudieron aprovechar”. Sentado en la sala de conferencias de prensa de la Academia, a un Quinteros sereno y con gesto de relativa conformidad le preguntaron por las actuaciones puntuales de Luciano Cabral e Ignacio Pussetto –“Mejoraron mucho porque esta manera de jugar favorece sus condiciones técnicas”, dijo- y tuvo especial cuidado en ampliar el reparto de elogios hacia el resto de los suyos: “Todos jugaron muy bien este partido, también el semestre pasado y van a volver a hacerlo. Es un grupo que viene con un alto desgaste mental porque los resultados no se le dan, y por eso en los pocos días que llevamos trabajamos mucho más en la confianza y el estado de ánimo que en el campo. Cuando consigamos recuperarlas irán llegando los resultados”.
Una vez más, como en tantas otras en los últimos tiempos, Independiente acudió al estadio de su rival de barrio siendo punto, y se marchó lamentando las ocasiones perdidas para convertirse en banca. Quinteros, el quinto entrenador que estrenó su puesto disputando el clásico contra Racing (3 empates y una victoria para cada uno), tuvo su primer contacto con el plantel el martes y su presentación en público seis días más tarde mostró que, en principio, su mensaje parece haber calado en el alma de los jugadores; a la vez que los escasos retoques tácticos que implantó en el funcionamiento general y los nombres elegidos para desarrollarlos fueron acertados.
Tuvo temple Independiente para saber sufrir el agobio del cuarto de hora inicial que quiso imponer la Academia; disciplina para no dar ventajas atrás, basado en la firmeza de un Kevin Lomónaco que recordó al zaguero brillante de la primera parte del año y de un Nicolás Freire que se debatió con éxito en la lucha individual con Adrián Martínez; inteligencia para ahogar a Santiago Sosa en la salida con la marca de Cabral y no soltar en demasía a Federico Vera y Zabala por los costados para no desprotegerse en defensa; y sacrificio en Felipe Loyola y Rodrigo Fernández Cedrés en el mano a mano con los volantes locales.
Lo mejor del partido
Así, de a poco, y a medida que la energía de Racing fue perdiendo fuelle, Quinteros fue batiendo en el duelo táctico a Gustavo Costas y el Rojo terminó siendo el dueño estratégico del partido. No ganó, porque falló en los mismos puntos que lleva fallando desde julio: el último toque y la definición. “Ahí, en los pases hacia adelante y los mano a mano es donde se ve la confianza. Pero además no ligamos. Hicimos dos goles y los dos fueron en posición adelantada”, señaló el técnico con resignación. Se refería a las ocasiones inmejorables que marraron Pussetto y Galdames; al gol que le negó Cambeses a Cabral tras una gambeta deliciosa; y al zurdazo de Santiago Montiel que Gastón Martirena rechazó sobre la línea.
Un Cilindro eufórico por el momento de su equipo y convencido de que era una tarde ideal para humillar a su vecino recibió a un Independiente que amenazaba ruina. No hubo nada de eso. Se quedó sin festejo la multitud académica y mascullando bronca el Rojo por no llevarse los tres puntos que hubiera merecido en el juego. Debutó Quinteros, un técnico con aura ganadora, y aunque le quede mucho que mejorar y un montón de materias por aprobar, el Rey de Copas dio una señal de vida en un territorio minado. No fue poca cosa para empezar.