Crimen en Australia: condenaron a cadena perpetua a la mujer que envenenó a tres familiares con “hongos de la muerte”
El veredicto, emitido tras un extenso proceso judicial, declaró a Erin Patterson, de 50 años, culpable de la muerte de sus ex suegros y una tía política por una intoxicación con amanita phalloides, considerada la seta más letal del mundo
Las víctimas asistieron a una comida que tuvo como plato principal un solomillo Wellington, una preparación de carne envuelta en masa. Tras el almuerzo, tres de los comensales fallecieron por una intoxicación causada por “amanita phalloides”, el hongo venenoso más letal conocido. Un cuarto invitado, el pastor Ian Wilkinson, sobrevivió tras recibir atención médica urgente, aunque durante la recuperación aseguró sentirse marcado por las secuelas físicas y emocionales.
“El silencio en nuestro hogar es un recordatorio diario” y “sigo cargando un pesado fardo de dolor por su muerte prematura”, afirmó.
El hecho, rápidamente conocido como el caso de los “hongos asesinos”, atrajo la cobertura de medios internacionales y despertó una ola de atención de seguidores de crímenes reales y del público en general. Grupos de periodistas y curiosos viajaron hasta la localidad rural de Morwell, donde se celebró el juicio, un sitio hasta entonces conocido por su ambiente tranquilo y paisajes agrícolas.
El fallo judicial dispuso que Patterson no podrá acceder a libertad condicional antes de cumplir 33 años de prisión, lo que significa que, salvo alguna revisión o apelación favorable, permanecerá encarcelada hasta los 83 años. La sentencia se fundamentó en la gravedad de los hechos y en la ausencia de remordimiento demostrada por la acusada, según la exposición realizada por el juez durante la audiencia.
“Su falta de remordimiento añade dolor a las heridas de las familias”, dijo.
A lo largo de más de dos meses de juicio, Patterson defendió que el episodio fue consecuencia de un accidente, argumentando que los hongos acabaron en la preparación por error y que no hubo intención de dañar a los invitados. El tribunal rechazó esta versión tras escuchar a peritos y testigos, que confirmaron la toxicidad de las setas y la improbabilidad de una confusión de tal magnitud en la cocina doméstica. Las setas amanita phalloides pueden parecerse a otras variedades comestibles, pero su ingesta origina fallos orgánicos casi irreversibles en pocos días.
El motivo detrás de los asesinatos permanece sin esclarecer. Documentos del proceso judicial revelaron que la relación de la mujer con su esposo, Simon Patterson, era tensa y que ambos se encontraban en disputa por la manutención de una hija menor. Simon, invitado al almuerzo, canceló su asistencia la noche previa al encuentro tras manifestar a su esposa que prefería no acudir.
Durante el juicio, familiares e instituciones religiosas mostraron el impacto humano de la tragedia. El pastor Wilkinson, única víctima que sobrevivió, pidió compasión y respeto para los allegados: “Quisiera animar a todos a mostrar amabilidad entre sí”, y solicitó privacidad para continuar el duelo y la recuperación.
El caso de Erin Patterson representa uno de los crímenes más singulares y comentados en la historia reciente de Australia. El uso de un hongo mortal en un contexto familiar, el seguimiento multitudinario y la persistente incógnita sobre el motivo han convertido este caso en objeto de análisis y debate público en varios países.
La condenada dispone de un plazo de 28 días para apelar la sentencia y la declaración de culpabilidad ante instancias superiores, aunque el fallo inicial marca un final judicial a una historia que ha dejado una huella de dolor y desconcierto en la sociedad australiana.