Una vergüenza que nadie quiere asumir

Un operativo ineficaz, barras al mando, negligencias de todos los niveles y la inacción desde la Conmebol. El desastre entre Independiente y la U. de Chile era evitable, pero se repite como si fuera la primera vez.

Ariel Senosiain
TyC
Lo de anoche en Avellaneda no fue una sorpresa. El escándalo entre Independiente y la U. de Chile fue un reflejo. El espejo roto de un fútbol que hace rato perdió el control.

Vimos una escena que, lamentablemente, ya conocemos: tribunas tomadas por la violencia, hinchas comunes corriendo para salvarse, un operativo de seguridad incapaz de reaccionar y una Conmebol escondida detrás de los escritorios. ¿Quién se hace cargo cuando todo estalla? Nadie. Pero todos colaboraron para que esto pasara.

Aprevide volvió a fallar. Su nombre lo dice: "Agencia de Prevención de la Violencia". Lo único que no hubo anoche fue prevención. Y no se trata solo de un slogan fallido: es una deuda crónica con el fútbol argentino. ¿Cómo puede ser que sabiendo lo que se juega, con antecedentes por todos lados, nadie haya anticipado que esto podía terminar mal?

Mientras tanto, desde la Conmebol nadie quiso suspender el partido. No sólo la policía sino que los propios jugadores preferían suspender el partido. Pero desde Paraguay no lo permitieron. Estarían viéndolo por TV, y lo único que mostraban las cámaras era la cara desencajada de Lomónaco. Ni una toma de la tribuna. Ni una agresión. Es una norma de la propia Conmebol, que quiere tapar el sol, y el sol no se tapa.

En el medio, una tragedia que por milagro no fue peor. Hinchas de Independiente agredidos desde arriba, respuestas salvajes, saltos al vacío. Sucedió dentro de un estadio, en un evento internacional, con todas las fuerzas de seguridad desplegadas. Es decir: en uno de los lugares donde supuestamente hay más control. Pero la Seguridad decide no actuar dentro de las tribunas para que este tipo de situaciones no se desmadre. Se desmadró peor.

¿Y los dirigentes de Independiente? ¿Cómo no pensaron en reforzar esa zona? ¿Cómo no pusieron un simple cordón de contención? ¿Cómo no tuvieron en cuenta lo que siempre se tiene en cuenta para un partido con dos hinchadas?

Después está la otra cara: la interna de la barra, el poder de los violentos, el triste ritual de la barra disidente cantando que la otra "tiene miedo" y muchos hinchas comunes plegándose. Esa coreografía de odio que terminó con Independiente prácticamente eliminado de la Sudamericana, golpeado adentro y afuera de la cancha.

No es solo un partido. No es solo un incidente. Es un síntoma. Y es una costumbre. Un loop de errores repetidos, con víctimas distintas, pero con los mismos responsables de siempre: los que están para evitar que esto pase, pero nunca están cuando pasa.

Entradas populares