Estados Unidos acusó a India de beneficiarse de las compras de petróleo ruso

Washington denunció que Nueva Delhi practica un “arbitraje” al comprar crudo ruso barato y revenderlo como producto, una maniobra que el secretario del Tesoro Scott Bessent calificó de “inaceptable”

Infobae

Las relaciones entre Estados Unidos y la India atraviesan un momento crítico. Washington acusa a Nueva Delhi de aprovechar la guerra en Ucrania para lucrar con el crudo ruso, y ha respondido con una ola de aranceles que amenaza con descarrilar años de acercamiento estratégico.


En una entrevista con CNBC, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, sostuvo que el suministro procedente de Moscú pasó de ser casi inexistente a representar el 42% de las importaciones indias de petróleo. En contraste, señaló que en China —un comprador tradicional— la proporción apenas creció del 13% al 16%. “India se está aprovechando. Están revendiendo. Lo que yo llamaría arbitraje indio —comprar petróleo ruso barato y revenderlo como producto— es inaceptable”, declaró.

El presidente Donald Trump reaccionó con dureza. Este mes anunció un arancel adicional del 25% a los productos indios, que se suma a un paquete anterior y eleva el total de gravámenes al 50%. Se trata de una medida punitiva dirigida explícitamente a castigar la estrategia energética de Nueva Delhi. El mandatario estadounidense ha atribuido a estas tarifas la capacidad de presionar a Vladimir Putin para acercarse a un posible acuerdo que ponga fin a la guerra. Sin embargo, no ha aplicado sanciones equivalentes a China, otro comprador relevante de crudo ruso.

Bessent defendió esa diferencia en el trato. Consultado sobre por qué no se impusieron aranceles a Beijing, respondió que “la situación es completamente diferente”, porque China es un comprador de larga data y no participa del tipo de arbitraje que, a juicio de Washington, explota India. Esta explicación responde tanto a realidades económicas como a cálculos geopolíticos: mientras la Casa Blanca busca contener a Moscú, no quiere romper de manera frontal con Beijing en medio de la volatilidad global.

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FOTO DE ARCHIVO. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro indio, Narendra Modi, se estrechan la mano en la Casa Blanca en Washington, D.C., EEUU, el 13 de febrero de 2025 (REUTERS/Kevin Lamarque)

El efecto inmediato ha sido un enfriamiento de los vínculos bilaterales. Hace apenas unos meses, Trump y el primer ministro Narendra Modi parecían encaminarse a un acuerdo comercial de gran alcance que habría reducido los gravámenes y duplicado el comercio bilateral hacia 2030. Ese entendimiento, sin embargo, quedó en suspenso con los nuevos aranceles, lo que devuelve a la relación a un terreno marcado por la desconfianza y la confrontación.

India, consciente de que sus exportaciones agrícolas y textiles están particularmente expuestas, dio un paso para intentar calmar la tensión. El martes suspendió hasta el 30 de septiembre un arancel del 11% a la importación de algodón, un gesto interpretado como señal de que Modi está dispuesto a escuchar las preocupaciones estadounidenses en materia de gravámenes agrícolas. No obstante, la medida ha sido recibida con escepticismo en Washington, donde predomina la idea de que India se ha convertido en un socio poco fiable frente a Rusia.

En los mercados, el enfrentamiento generó nerviosismo, aunque la rupia india experimentó una subida reciente. Analistas consultados por Reuters atribuyeron el repunte a la expectativa de que los aranceles no escalen más allá del 50% ya anunciado, y a reformas internas como la del impuesto sobre Bienes y Servicios, que inyectaron confianza entre los inversores. Aun así, el temor a que las refinerías indias reduzcan sus órdenes de crudo ruso por el nuevo escenario tarifario añade incertidumbre sobre los precios internacionales del petróleo.

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FOTO DE ARCHIVO. El primer ministro indio, Narendra Modi, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente chino, Xi Jinping, asisten a una ceremonia de fotografía familiar antes de la sesión plenaria de la Cumbre BRICS en Kazán, Rusia, el miércoles 23 de octubre de 2024 (Alexander Zemlianichenko/Pool vía REUTERS)

El trasfondo energético es clave. Tras la invasión de Ucrania, Europa y Estados Unidos impulsaron un tope al precio del crudo ruso como forma de restringir los ingresos de Moscú. India, sin embargo, vio en esos descuentos una oportunidad estratégica: asegurar suministro energético barato en un contexto de creciente demanda interna. Ese pragmatismo benefició a la economía india, pero a costa de deteriorar la confianza de sus aliados occidentales.

En Washington, sectores críticos de la administración Trump sostienen que la estrategia india socava la efectividad de las sanciones contra Rusia. El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, afirmó en una columna en el Financial Times: “India actúa como un centro global de redistribución del petróleo ruso, convirtiendo crudo embargado en exportaciones de alto valor mientras brinda a Moscú los dólares que necesita”.

Otros especialistas coinciden. Lauri Myllyvirta, del Centre for Research on Energy and Clean Air, señaló en una entrevista al Wall Street Journal: “Parece que existe un comercio donde el crudo ruso se refina en India y luego parte de él se vende a Estados Unidos”.

Para Modi, en cambio, la ecuación es distinta. India no se adhirió a las sanciones occidentales y ha defendido su autonomía energética como una decisión soberana. Desde su perspectiva, las importaciones de crudo ruso no solo garantizan estabilidad interna, sino que refuerzan la posición internacional de India como potencia capaz de diversificar sus socios. Esa lógica le ha permitido también acercarse a China en foros regionales, pese a las tensiones fronterizas históricas, y enviar la señal de que no aceptará imposiciones unilaterales de Washington.

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FOTO DE ARCHIVO. Una vista muestra bombas extractoras de petróleo en las afueras de Almetyevsk, en la República de Tartaristán, Rusia, el 4 de junio de 2023 (REUTERS/Alexander Manzyuk)

El choque actual representa la peor crisis bilateral en al menos dos décadas. La cooperación estratégica en defensa y tecnología, que había crecido bajo la premisa de contrarrestar la influencia china en el Indo-Pacífico, ahora se encuentra amenazada por una disputa comercial que se transformó en pulso geopolítico.

Mientras tanto, Moscú celebra. Para Rusia, los ingresos provenientes de India y China han sido un salvavidas que compensó la pérdida de mercados europeos.

El desenlace sigue abierto. Si India mantiene sus importaciones, Trump podría avanzar hacia sanciones secundarias que castiguen a empresas que negocien con crudo ruso, un esquema más agresivo que tendría repercusiones globales. Si, en cambio, Modi accede a reducir sus compras, el costo político interno podría ser alto: la oposición en Nueva Delhi ya acusa al gobierno de ceder ante la presión estadounidense.

A medida que se acumulan los frentes abiertos —energético, comercial, diplomático—, el vínculo entre los dos países enfrenta una prueba crítica. Lo que comenzó como una disputa por el petróleo amenaza con redefinir el equilibrio de poder en Asia y complicar la estrategia occidental para contener a Rusia.

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