Adiós a los dos apellidos de los árbitros, una costumbre que viene de Franco...

El nuevo CTA nombra a los colegiados con su nombre de pila y primer apellido. Se sigue la tendencia internacional y se espera humanizar al colectivo.

Juanma Leiva
As
Javier Alberola será el árbitro del Girona-Rayo que abrirá este viernes la Liga, en el VAR estará Mario Melero... Ni rastro de Alberola Rojas o Melero López en los documentos oficiales que aporta la RFEF en sus designaciones. Esta variación mínima a la hora de nombrar a los árbitros es otra de las muchas novedades introducidas por el nuevo Comité Técnico de Árbitros.

Un cambio que, a pesar de que pueda quedar en anécdota, ha sido una convicción por parte del CTA que dirige Fran Soto. El abandonar los dos apellidos, una tradición en el fútbol español, tiene su intención. Una que se da desde la nueva dirección de los árbitros es que es una manera de humanizar al colegiado dentro de su estrategia para cambiar la visión que se tiene de los árbitros. Que sean considerados un deportista más dentro del partido, no una persona ajena al espectáculo.

Por tanto, García Verdura pasará a ser David García o Gil Manzano a Jesús Gil... en una modificación que acaba con una tradición en el fútbol español que no ocurría en el internacional. Y es que esa costumbre nació en la década de los 70 a raíz del colegiado Ángel Franco Martínez. Su primer apellido, que coincidía con el de Francisco Franco, hacía que las críticas o las crónicas de la época culparan a “Franco” de los errores del colegiado, lo que no gustaba al régimen.

De hecho, su reacción fue instaurar en instituciones deportivas y medios de comunicación que los árbitros fueran conocidos por sus dos apellidos, para que no hubiera lugar a relacionarlo conFrancisco Franco. Crónicas de la época aseguran que hasta se evitó que el colegiado Ángel Franco Martínez arbitrase un encuentro en San Sebastián para que su presencia no provocase los gritos contra Franco, entendidos con doble sentido.

Lo cierto es que tras más de 50 años, desde el CTA se vuelve a la fórmula del nombre de pila y el primer apellido, en consonancia con lo que ocurre en el fútbol internacional, y como manera integradora para que los colegiados sean humanizados en un deporte en el que se intenta sacarles de la diana en la que continuamente viven. Para ello trabaja el CTA con numerosas medidas dirigidas a protegerles y cambiar la perspectiva actual, entre las que ha llamado la atención este cambio de denominación.

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