El Boca de Gago en su punto más alto
Le ganó a un rival importante, se sobrepuso a un primer tiempo malo y lo aplastó en el segundo. Llega al superclásico como candidato.
Boca llega al superclásico de la semana que viene en el punto más alto del ciclo Gago. Desde lo numérico, indiscutible: mejor equipo de la tabla anual, el que más partidos ganó, entre los de mayor eficacia ofensiva y defensiva (22 goles a favor, segundo en el rubro; 8 en contra, igualmente segundo). Pero sobre todo, llega muy bien desde lo futbolístico, con un equipo que podríamos recitar ahora mismo sin esperar ninguna confirmación, lo cual habla de un asentamiento. Y lo mejor de todo, algo que sólo sale cuando se entra en el círculo virtuoso: todos los que ingresan, rinden. Sea Costa, Miramón o Merentiel, nuevamente una Bestia, que se bancó el gran momento de Giménez sin perderle pisada, entró por él ante la lesión y fue decisivo con asistencia y golazo. Un hombre que, además, sabe perfectamente lo que es hacerle goles a River. Una virtud adicional: Boca parece recuperado anímicamente y, como contra Belgrano, supo reponerse rápido de un golpe (penal errado por Cavani), no se cayó y aplastó a Estudiantes en el segundo tiempo. Lo pasó por arriba. Lo borró. Lo noqueó con intensidad, con inteligencia y con autoridad.
¿Más para elogiar? Sí, hay. Que Gago haya sacado a Blanco porque estaba amonestado demuestra lo importante que es en este momento el lateral izquierdo, alguien que no entraba en el paladar futbolístico del entrenador y la dio vuelta. Los otros que salieron: Rojo, noveno partido al hilo -venía de gripe-, otra vez sólido; Zenón, importante como socio de Blanco, partícipe del primer gol; Merentiel, que tiene el gol siempre a mano, mucho más que Cavani; Delgado, el 5 del equipo, tan importante que le ponen marca personal. Todos ellos forman parte de una columna con el chileno Palacios, que hizo un golazo y está retomando el nivel con el que había encandilado en los primeros partidos. Fue el organizador y el cerebro de Boca. De un Boca que no sacó la gamba y fue al roce cuando había que meter, en el primer tiempo, y que jugó un gran segundo tiempo.
Ahora, como siempre el palo. Con buena leche, eh, para corregir. A Boca no le dan muy seguido un penal. Mucho menos dos en pocos partidos. En la cancha de Riber, donde el banquero la pone toda, salvo que a un jugador nuestro le peguen dos tiros, no nos van a dar nada, ni un lateral. Pero por las dudas quiero avisar esto: si a Boca le llegan a cobrar un penal y lo patea Cavani, Gago se tiene que ir en el acto. Más allá de que lo meta. Con Boca no se jode, muchachos. Si Boca es más grande que Riquelme, que Bianchi y que Palermo, entonces es infinitamente más grande que Cavani. Me importa poco su apellido. "Me chupa un huevo", podríamos parafrasear al Araña Gallanto. No puede ser que lleguemos una sola vez en un tiempo y en esa única que tenemos, el tipo tira una masita. Y ojo, que no estaban Dibu ni Oblak ni Courtois en el banco. Ni siquiera Keylor Navas, que se lo desvió en cancha de Newell's. Estaba el muchacho del casco en la cabeza que encima le había atajado el mismo penal cuando Estudiantes eliminó a Boca el año pasado. Un tipo que no existe y que les va a contar a los nietos que lo abrochó dos veces a un uruguayo famoso.
El final es para la hinchada, no hay nada que inventar: "El domingo, cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar". Es una responsabilidad y una obligación porque es el único torneo que jugamos. ¿Que ellos levantaron? No está claro. Le ganaron a Gimnasia, cualquier boludo le gana. No importan ellos, además. Importamos nosotros y sería saludable ir a imponer lo nuestro, más que estar atento a lo que hay enfrente. Somos Boca. Que se preocupen los demás.