El baloncesto que quería Phil Jackson
El Maestro Zen, uno de los mejores entrenadores de la historia, pedía que se implantara una línea de tiro desde la que las canastas valieran cuatro puntos.
Después de sus años como jugador, en los que le marcó lo que aprendió a las órdenes de Red Holzman en aquellos Knicks, pasó de entrenar en Puerto Rico y la CBA a hacerse cargo de los Bulls. Para entonces, ya había comprado totalmente la idea del triángulo ofensivo de Tex Winter, el padre de todo el sistema y el estudio de los fundamentos que perfeccionó y llevó a su terreno un Jackson que había conocido a Winter, por pura casualidad, en un aeropuerto durante un viaje de los Knicks. Bill Bradley, su compañero y años después senador demócrata, lo vio y le dijo “ese es Tex Winter. Tiene el mejor sistema de ataque de todo el baloncesto universitario”. Años después, Jackson lo tuvo como su mano derecha tanto en los Bulls como en los Lakers.
Una visión muy particular del futuro
No sabemos qué pensará Jackson del baloncesto actual, con la revolución del triple, los ataques con cinco jugadores abiertos, la velocidad innegociable y la constante percusión exterior. Pero sí que él, un genio de la táctica, ya vaticinó algo de todo eso en 2016 y pidió, lo que en todo caso suena extravagante, algunos cambios para el juego: “¿Por qué no creamos una línea de cuatro puntos que esté a unos diez metros y medio del aro? Los jugadores no tardarían en tirar desde esa distancia con comodidad, y ayudaría a que los equipos pudieran dar la vuelta con más facilidad a marcadores que ahora son palizas”.
Algo de eso pasa con la proliferación del tiro de tres. Anthony Davis reconoció hace unos días que “una ventaja de 20 puntos ya no significa nada en la NBA actual”. Pero el Maestro Zen, Jackson, iba más allá: “Habría que añadir seis segundos al reloj de posesión y que estas fueran de 30 y no de 24. Los ataques tendrían más tiempo para funcionar a partir de los jugadores en el poste, harían que las defensas tuvieran que trabajar más y se potenciarían los pases y el movimiento de los jugadores”. Esto, añadir segundos a las posesiones, sí que parece ir en contra de una NBA que tiende a hacer el juego más ágil aunque esta misma temporada ha tenido que echar el freno por el exceso anotador en el que se había metido la competición.
Pero la importancia de la colocación, el movimiento y la intuición de los jugadores y el pase como eje del juego sí fueron principios incuestionables para un Jackson que anticipó en el baloncesto que estaba por venir adaptando fundamentos básicos del pasado. Uno de sus grandes logros fue implicar en el juego colectivo a súper estrellas con tendencia a ser egoístas y ultra anotadoras. Primero Michael Jordan (seis títulos) y después Kobe Bryant (cinco).
En su libro ‘Once Anillos’ explicó cómo consiguió, cuando llegó a los Bulls, que Jordan se comprometiera, comprara su idea del triángulo ofensivo y empezara a ser más generoso para ser más ganador: “Sabía que no sería una conversación fácil. Jordan acababa de ganar su tercer título seguido de Máximo Anotador y yo le iba a pedir que redujera su número de tiros para que sus compañeros pudieran involucrarse más en el ataque. Sabía que le estaba planteando un desafío. Acababa de ser el segundo jugador, además de Kareem Abdul-Jabbar en 1971, que ganaba MVP y título de Máximo Anotador en la misma temporada. Le dije que quería que jugáramos con el triángulo, y que eso implicaba que probablemente él no iba a ganar más títulos de Máximo Anotador. Le dije que si no compartía la responsabilidad con sus compañeros, no crecería como jugador. Y él dijo ‘vale, supongo que puedo promediar 32 puntos. Son ocho por cuarto, nadie más va a hacerlo’. Y le contesté que así podría ser campeón, pero que qué le parecía anotar más en la parte final de los partidos, y eso le gustó. A partir de ahí, había veces que le decía que fuera agresivo y anotara para contagiar a los demás y otras que intentara que Scottie Pippen anotara más para que la defensa se centrara en él y le dejara más espacios. En general, intenté que fuera encajando su ambición personal con las necesidades del equipo”.
Jordan, a pesar de esa advertencia de Phil Jackson, volvió a ganar el título de Máximo Anotador los cuatro primeros años en los que tuvo a Phil Jackson de entrenador. Y después, otros tres cuando regresó tras su enigmática primera retirada de las canchas.