Ucrania denunció que el régimen de Corea del Norte envió tropas para reforzar al Ejército ruso en la guerra
Volodimir Zelensky sostuvo que la cooperación entre Moscú y Pyongyang ya no solo se trata del suministro de armas, sino también del despliegue de personal norcoreano en territorio ocupado
“Obviamente, en estas circunstancias, nuestras relaciones con nuestros socios deben desarrollarse. La línea de frente necesita más apoyo”, afirmó.
Zelensky realizó la semana pasada una gira por capitales europeas —entre ellas Berlín, Londres y París — para pedir el mantenimiento del respaldo militar en momentos en que las tropas de Vladimir Putin incrementan la presión en el este de Ucrania.
El mandatario también espera que sus aliados occidentales le autoricen a usar sus armas para golpear en profundidad el territorio ruso.
Esta presencia de tropas norcoreanas en el conflicto representa un nuevo nivel de apoyo extranjero a las fuerzas rusas.
El dictador norcoreano, Kim Jong-un, visitó Rusia el año pasado para reunirse con Putin. Durante el encuentro, fortalecieron sus lazos mediante un acuerdo secreto de armas. Este pacto ha permitido que el régimen de Pyongyang envíe municiones cruciales para las fuerzas rusas, facilitando su avance en el este de Ucrania durante el verano. Sin embargo, el acuerdo parece haber ido más allá del suministro de material, involucrando también el despliegue de personal militar.
El ministro de Defensa de Corea del Sur, Kim Yong-hyun, declaró que es “muy probable” que oficiales norcoreanos hayan sido desplegados junto a las tropas rusas, y que varios de ellos murieron en un ataque reciente. Además, el ejército ucraniano informó haber destruido municiones norcoreanas en un ataque a un depósito en la región de Bryansk.
La participación de Corea del Norte en el conflicto ofrece al país la oportunidad de probar sus armas y ganar experiencia de combate, lo que podría fortalecer su posición ante aliados internacionales poderosos. Según Lim Eul-chul, profesor del Instituto de Estudios del Lejano Oriente en Seúl, esta experiencia es crucial para Corea del Norte, que busca aprender a manejar diferentes armas y ganar experiencia en combate real.
Los misiles norcoreanos, aunque considerados de baja calidad y poco confiables, han sido esenciales para mantener el fuego constante de las armas rusas contra el ejército ucraniano. Se estima que Pyongyang ha proporcionado alrededor de la mitad de la munición de mayor calibre utilizada en el campo de batalla este año, incluyendo más de 2 millones de balas y misiles KN-23.
A pesar de las negaciones públicas de Moscú y Pyongyang sobre las ventas de armas, ambos países han celebrado la profundización de sus lazos en los últimos meses. Corea del Norte busca la ayuda de Rusia para su programa de satélites espía, que ha enfrentado fracasos recientes. Sin embargo, no está claro hasta qué punto Rusia está dispuesta a compartir tecnología militar sensible con Corea del Norte a cambio de su apoyo en Ucrania.
Cada vez son más contundentes las evidencias que confirman la colaboración militar entre ambos regímenes. A finales de abril, expertos de la ONU concluyeron que las tropas de Putin utilizaron el pasado 2 de enero un misil balístico norcoreano durante un ataque a la ciudad ucraniana de Kharkiv. En el informe de 32 páginas, los supervisores de sanciones de Naciones Unidas señalaron que “los restos recuperados proceden de un misil de la serie Hwasong-11 de la RPDC” y violan el embargo de armas a Corea del Norte.
Khrystyna Kimachuk es una joven inspectora de armamento ucraniana. Ese 2 de enero, tras enterarse del ataque contra un edificio de Kharkiv, se comunicó con sus contactos en el Ejército para solicitar acceso a los restos del misil, ya que había llamado la atención de las fuerzas ucranianas por su aspecto inusual.
Finalmente, una semana después tuvo acceso a esos restos en la capital Kiev.
Los desmontó y fotografió cada una de las piezas, incluidos los pequeños chips informáticos. Inmediatamente se dio cuenta de que no se trataba de un misil ruso.
Durante la inspección observó un pequeño caracter del alfabeto coreano. Pero posteriormente se topó con un detalle aún más revelador. En algunas partes del armazón estaba estampado el número 112; número que corresponde al año 2023 del calendario norcoreano. En ese instante constató que tenía en sus manos la primera prueba contundente de que las armas norcoreanas se estaban utilizando para atacar a su país.
Kimachuk, quien trabaja para Conflict Armament Research (CAR), una organización que recupera armas utilizadas en la guerra para averiguar cómo se fabricaron, descubrió que el misil Hwasong-11 contaba con la última tecnología extranjera.
Según detalló, gran parte de las piezas electrónicas se habían fabricado en Estados Unidos y Europa en los últimos años. De hecho, se encontró un chip norteamericano fabricado en marzo de 2023. Esto prueba, al mismo tiempo, otra denuncia que viene haciendo Occidente hace años: que la dictadura de Kim Jong-un, con la colaboración de sus aliados, burla las sanciones internacionales para adquirir ilícitamente componentes vitales para su programa armamentístico.