Cómo recordamos lo que leemos y por qué olvidamos detalles importantes
Expertos consultados por Infobae y un estudio científico respondieron a esta pregunta sobre la lectura, un proceso fundamental en el desarrollo humano. La influencia de factores como el estrés, las conexiones emocionales y la capacidad cognitiva
¿Cómo recordamos lo que leemos y por qué olvidamos detalles importantes? Esto plantean los científicos
En diálogo con Infobae, Celeste Beltramini, especialista en neurología en la Unidad de Neurología Cognitiva de la Clínica Universitaria Reina Fabiola, de Córdoba.“La memoria funciona a través de la consolidación. Al leer, la información se guarda primero en la memoria de trabajo (memoria a corto plazo) en el lóbulo frontal. Si repasamos, reflexionamos o nos conectamos emocionalmente con lo leído, esa información se transfiere a la memoria a largo plazo (lóbulo temporal, hipocampo). La lectura implica varias áreas del cerebro”, postuló Beltramini.
Y sumó: “El área de Broca (lóbulo frontal) y el área de Wernicke (lóbulo temporal) intervienen en la decodificación y comprensión del lenguaje. En paralelo, se activa la memoria de trabajo en los lóbulos frontales, que nos ayuda a integrar la información en el contexto y a generar significado.
¿Es posible que algunas personas tengan mayor capacidad que otras de recordar una lectura? “Sí, esto varía entre individuos. Factores como las diferencias en la capacidad de atención, el entrenamiento en técnicas de memoria, y las conexiones emocionales con lo que leen juegan un papel importante. Además, ciertas regiones cerebrales pueden ser más eficientes en algunas personas, permitiéndoles una mayor retención de lo leído”, respondió la neuróloga.
“En tanto, algunas personas olvidan con facilidad lo que leen por razones como la falta de atención durante la lectura, el estrés, la fatiga o la incapacidad para generar conexiones emocionales o contextuales. También, puede deberse a una baja activación del hipocampo, clave en la consolidación de la memoria. Para evitar esto, es útil mejorar la atención plena durante la lectura, hacer resúmenes, reflexionar sobre lo leído y aplicar técnicas de estudio”, consideró Beltramini.
Para ella, “la lectura mejora la ‘conectividad cerebral’ al estimular múltiples áreas al mismo tiempo. También fortalece la memoria, la concentración, la capacidad de resolución de problemas y desarrolla el vocabulario. A largo plazo, puede retrasar el deterioro cognitivo y proteger contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Además, fomenta la empatía al permitirnos comprender diferentes perspectivas”.
La lectura y el cerebro
Por su parte, en diálogo con Infobae, el neurólogo Santiago Tizio, jefe del área de Neurología del Hospital Español de La Plata, apuntó: “La lectura es un proceso bastante complejo que involucra numerosas áreas del cerebro, distribuidas en casi toda su extensión, que funcionan como una red donde se produce un flujo de información. Generalmente, este flujo va desde la corteza occipital hacia la corteza frontal, donde se desarrollan varios procesos que son necesarios para la comprensión de la lectura”.
“En un primer momento -dijo Tizio- lo que ocurre es que reconocemos la forma de las letras. Este proceso ocurre en la corteza occipital, cuando vemos una palabra y se detectan las formas ahí. Esa información pasa a áreas secundarias visuales, y sobre todo, a la corteza occipitotemporal, avanzando hacia adelante. El área involucrada en esto se llama giro fusiforme. Es un área especializada en reconocer secuencias de letras como palabras familiares, y en ese momento, las palabras familiares ya son reconocidas”.
“Para las palabras que no conocemos, el proceso es diferente. Al leer en voz alta, el cerebro convierte esos símbolos escritos en sonidos. Primero, los convertimos en sonidos para poder entenderlos. Este proceso ocurre en un área del lóbulo parietal, que se llama giro angular y giro supramarginal, donde se integra la información visual y auditiva. Después de eso, la información tiene que cobrar sentido, lo que se denomina comprensión semántica. Una vez que se ha reconocido la palabra y su sonido, para acceder al significado, la información se interpreta en el lóbulo temporal anterior y la corteza prefrontal. Ahí es donde se le da significado, en relación con conceptos que ya están almacenados en la memoria”, profundizó el experto.
Tizio amplió: “Para recordar lo que leemos, el cerebro tiene que procesar aún más esa información para almacenarla de forma duradera. En esto intervienen dos grandes tipos de memoria: la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. Cuando leemos, la información se retiene primero en algo que se llama memoria de trabajo, ubicada en el lóbulo frontal y la corteza prefrontal. Esta es una memoria instantánea, muy rápida, que nos permite utilizar la información por unos segundos o minutos antes de que se pierda. Es muy importante para comprender frases largas o ideas complejas. La información se almacena de forma transitoria mientras se crean conceptos más grandes”.
Recuerdos de lectura
Recientemente, un estudio ha revelado cómo las células individuales del hipocampo en el cerebro responden a pronombres. Según los autores, “esto puede ayudarnos a desentrañar cómo recordamos lo que leemos”. Esta investigación fue publicada en la revista Science.
Una pregunta central del trabajo fue cómo el cerebro humano logra vincular con precisión los pronombres a los sustantivos correspondientes, una habilidad que parece tan natural y automática. Para explorar este proceso, un equipo internacional compuesto por neurocientíficos, neurocirujanos y neurólogos llevó a cabo una serie de experimentos. Los investigadores Doris Dijksterhuis y Matthew Self, del equipo dirigido por Pieter Roelfsema, trabajaron junto a sus colegas para analizar la actividad cerebral de pacientes con epilepsia.
Estos pacientes habían sido sometidos a la implantación de electrodos profundos en el hipocampo como parte de su tratamiento médico. El hipocampo es una región cerebral que desempeña un papel crucial en el aprendizaje y la memoria, de acuerdo a los especialistas. Aprovechando esta situación clínica, los científicos realizaron pruebas adicionales para estudiar las respuestas neuronales. “Podemos medir la actividad de las células cerebrales individuales en el hipocampo mientras el paciente realiza una tarea”, precisó Matthew Self.
En el hipocampo, se sabe que existen células que responden a personas específicas, llamadas “células conceptuales”. Un caso muy conocido es el de la “célula de Jennifer Aniston”, que se activa no solo al ver una imagen de la actriz, sino también al leer o escuchar su nombre, según ejemplificaron los expertos.
“Nos preguntamos si estas células también se activan al leer un pronombre como ‘él’ o ‘ella’, y si son capaces de vincular el pronombre con la persona adecuada”, dijo Self.
Para llevar a cabo esta investigación, los científicos realizaron pruebas en las que mostraban una serie de fotografías a los pacientes hasta identificar una célula que respondiera a una imagen en particular. Doris Dijksterhuis señaló: “Por ejemplo, encontramos una célula que respondía a una imagen de ‘Shrek’ pero no a otras imágenes. Llamamos a esta célula ‘célula del concepto de Shrek’. Posteriormente, cuando los pacientes leyeron una frase como ‘Shrek y Fiona estaban cenando. Él sirvió un poco de vino’, la célula de ‘Shrek’ no solo respondió al nombre, sino también al pronombre ‘Él’”.
Este hallazgo tiene un valor significativo, ya que demuestra que el pronombre se puede asociar a diferentes significados según el contexto de la oración. “En otro ejemplo, si la frase es ‘Donald Trump y Kamala Harris estaban cenando. Él sirvió un poco de vino’, el mismo pronombre ‘Él’ se referiría a Donald Trump, lo que impediría que la célula de Shrek reaccionara”, comentó Dijksterhuis. En este sentido, las células del hipocampo parecen rastrear de forma dinámica y flexible a quién se refieren los pronombres, de acuerdo al trabajo.
Además, se pidió a los participantes que respondieran preguntas sobre quién había realizado una determinada acción al final de las frases leídas. Self repasó: “Podíamos predecir si los pacientes darían la respuesta correcta basándonos en la actividad de las células conceptuales individuales”.
En los ensayos más complejos, se presentaron frases con dos personas del mismo género para desafiar la capacidad de los pacientes de interpretar el pronombre de manera precisa. “Un ejemplo de esto es la oración ‘Jennifer Aniston y Kamala Harris entraron en un bar. Ella se sentó a la mesa’. Los pacientes solían elegir a la persona que provocaba una mayor actividad en el hipocampo al comienzo de la oración”, explicó el especialista.
Dijksterhuis, por su parte, añadió que este tipo de estudios arrojan luz sobre la importancia del hipocampo en la interacción entre la memoria y el lenguaje. “El hipocampo es esencial para el aprendizaje y la memoria, pero aún no está claro cómo participa en la forma en que recordamos lo que leemos. Cuando pensamos en lo que hemos leído, los diferentes conceptos se combinan para formar una historia. Los pronombres son claves en este proceso, ya que nos ayudan a entender quién realizó una acción determinada. Las células del hipocampo parecen codificar estas acciones en nuestra memoria”, dijo.
La lectura como habilidad
En diálogo con Infobae, Juan Pablo Barreyro, doctor en psicología, coordinador y docente de la maestría en Psicología Cognitiva de Facultad de Psicología UBA e Investigador Independiente de CONICET, apuntó: “La lectura es una habilidad que adquirimos con diferentes grados de éxito. No es algo que se consigue de forma absoluta, sino que varía en matices y niveles. Algunas personas leen más rápido que otras y pueden obtener más información de un texto en una sola lectura. Esto demuestra que la lectura, como habilidad, se puede entrenar y mejorar con el tiempo”.
Barreyro, quien también se desempeña en el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental (CIIPME) - CONICET, detalló que el recuerdo de un texto puede estar, en cierto modo, influenciado por nuestras metas o conocimientos previos. Según él, cuando tenemos un conocimiento robusto sobre un tema, es más probable que recordemos lo que hemos leído.
“La representación o idea que vamos formando a partir de la lectura no se almacena en nuestra memoria semántica, que es la que conserva nuestros conocimientos del mundo de manera organizada. Cuando leemos una novela o un texto, esa primera idea que construimos se almacena en la memoria episódica: la información que se encuentra allí compite constantemente por el recuerdo, debido a la gran interferencia de otros recuerdos almacenados. En la memoria episódica se acumula mucha información de nuestra experiencia diaria y de todos nuestros recuerdos recientes”, dijo el especialista.
Y agregó: “El olvido, en general, puede ocurrir dependiendo de los procesos que intervienen durante la comprensión. Por ejemplo, cuando me levanto y leo varios diarios para mantenerme informado a lo largo del día, a medida que pasa el tiempo, no retengo mucha información porque la lectura fue superficial. Si en cambio hiciera una lectura más profunda y activando mis conocimientos previos, probablemente recordaría mejor y olvidaría menos”.
En tanto, la doctora Florentina Morello, investigadora de CONICET, aportó ante la consulta de Infobae: Es importante diferenciar entre decodificación lectora, el proceso de más bajo nivel por el cual reconocemos los elementos escritos, y la comprensión lectora, que también involucra la participación de otras funciones como la memoria, las funciones ejecutivas, la atención. El procesamiento de la lectura recorre desde lo más simple, como el reconocer la forma de la palabra, hasta lo más complejo, como entender su significado y relacionarlo con otros elementos ya conocidos”.
Mientras que la doctora Lucía Crivelli, jefa del Servicio de Neuropsicología de Fleni, desarrolló: “El proceso de recordar lo que hemos leído está íntimamente relacionado con la memoria y no difiere en gran escala del recuerdo de otro tipo de información. Inicialmente, aquello que leemos es codificado, luego, almacenado y, finalmente, evocado o recuperado cuando es necesario. Las emociones y la motivación juegan un papel importante en esto, determinando el éxito del recuerdo. También son de importancia la repetición y elaboración de lo leído”.
Crivelli sumó: “Factores como el estrés, la fatiga mental y la sobrecarga de información pueden interferir en la capacidad de recordar. También es importante destacar que la memoria se ve afectada por el nivel de interés y motivación hacia el material de lectura, entre otros”.