PARÍS 2024 | NATACIÓN / McIntosh y Popovici suben al trono, del que Titmus se resbala
Exhibición de la canadiense en los 400 estilos para su primer oro, como el rumano en 200 libres. La australiana, campeona ya en 400 libres, sufre la revancha de O’Callaghan en los 200, con récord olímpico.
Con pasión y muchas ganas de disfrutarlo, pero sin la efervescencia de las veladas del fin de semana, con la llamada carrera del siglo el sábado -aunque dos de sus medallistas repetían este lunes- y con la coronación del ídolo local Léon Marchand el domingo, e incluso con algún hueco en la imponente grada de La Défense Arena, con capacidad para 17.000 espectadores en la natación de estos Juegos. Así partió la final de los 400 metros estilos, en que la canadiense trataba de dar un paso más tras la plata en los 400 libres que había supuesto el primer metal de su trayectoria. Fue ella, y solo ella, la que prendió la mecha del éxtasis en Nanterre.
Apenas le hizo falta un primer largo en mariposa, 50 metros, para sacarle más de medio segundo a Grimes (27.36 a 28.04), la única que parecía seguirla, ni que fuera para agarrarle un pie para que no se escapara. Pero tras el primer estilo, la distancia entre ambas ya era de 1.35 segundos. Y subiendo. La espalda estuvo algo más apretada, pero el margen se iba ensanchando. Y tras la braza eran cinco los segundos que la canadiense le sacaba a las mortales que trataban de perseguirla. Faltaba el crol, que además se le da especialmente bien (en realidad, como todos los demás). Y ahí remató la faena con 4:27.71, 5.69 por delante de Grimes y a 7.22 de la también estadounidense Emma Weyant. Tras el título mundial en Fukuoka 2023, ahora ya es suyo igualmente el olímpico.
También lo buscaba, en la segunda finalísima de la noche, otra joven estrella. A punto de cumplir 20 años, en septiembre, y tras deslumbrar en los Mundiales de Budapest 2022 y desaparecer en un 2023 complicado, como recientemente relató en AS, consiguió David Popovici hacerse con su primera medalla en unos Juegos a lo grande: colgándose el oro. Fue en los 200 metros libres, donde había sido cuarto en Tokio 2020, y con un tiempo peor que el cosechado en las semifinales (1:44.72) pero suficiente para superar por dos exiguas centésimas al británico Matthew Richards (que sucede en el segundo peldaño del podio a su compatriota Duncan Scott, cuarto ahora en París) y por siete que el estadounidense Luke Hobson.
Lo logró el rumano en un último largo espectacular, formidable, meteórico, después de haber ido a remolque los 150 metros antes, tercero incluso en el ecuador de la carrera que dominó Lukas Maertens -oro en 400 libres el sábado- de principio hasta prácticamente el fin, cuando se desfondó para caer a la quinta posición.
Revancha completa de O’Callaghan a Titmus
Y de nadadores que suben por vez primera al trono olímpico a una que cae cuando podía convertirse en la reina indiscutible de París 2024. Tras derrotar a la propia McIntosh y a la mismísima Katie Ledecky el sábado en la final de los 400 libres, esta vez en el doble hectómetro no pudo Ariarne Titmus conseguir doblete, ni reeditar el oro que se colgó en Tokio en esta distancia. Y fue una revancha en toda regla de su compatriota, compañera y amiga Mollie O’Callaghan.
Ambas venían de batir el récord del mundo en la misma carrera, el pasado 12 de junio en los Trials australianos, pero Titmus fue quien lo hizo con mejor tiempo, así que la que se salió con la suya. Pero esta vez en París O’Callaghan (1:53.27) le arrebató el oro en los Juegos, y no solo eso, sino que también hace suyo el récord olímpico. Tercera fue la hongkonesa Siobhan Haughey, que había sido plata hace tres años.
En la final anterior, Tatjana Smith (1:05.28) se había hecho con el oro en los 100 braza, por delante de Tang Qianting y de Mona McSharry. Por la zona mixta desfilaba a la carrera y totalmente desconsolada la italiana Benedetta Pilato, quien tras ser descalificada en Tokio 2020 esta vez se quedó fuera del podio, quinta. Quizá fue peor lo de Lilly King, cuarta, a un paso de una nueva medalla.