TENIS | ROLAND GARROS / Alcaraz cumple su sueño con el título en Roland Garros
El español de 21 años obtiene una victoria épica ante el alemán Zverev para levantar su tercer trofeo de Grand Slam, primero en París.
Y eso que Zverev, poderoso sacador, comenzó el partido con dos dobles faltas. Mala señal, porque sin ese aspecto de su tenis al máximo rendimiento, sus opciones decaían claramente. De hecho, perdió el primer juego con su servicio, y aunque recuperó el break de inmediato al coger con la guardia aún baja a Alcaraz, el murciano fue muy superior después, golpe por golpe, con mejores porcentajes, y se apuntó sin mayores sufrimientos el primer set.
Ninguna victoria es fácil, aunque a veces lo parezca, menos en una gran final. Y era de esperar que Zverev reaccionara. Lo había hecho en tres partidos durante el torneo tras perder la primera manga, ante Griekspoor, Rune y Ruud. Sencillamente, el hamburgués elevó el nivel y la efectividad de su golpeo (cuatro errores no forzados en este set). También sacó mejor (apenas seis puntos perdidos) y eso le permitió no afrontar ni un punto de break en contra y poder presionar en todos los restos. A Carlitos se le atragantaron las bolas altas y profundas de su rival. Las dejadas no le ayudaron tanto como otra veces, porque Sascha está en un momento de forma sensacional y corre como una gacela con sus 198 centímetros de estatura. Al prodigio de El Palmar le tocaba agachar la cabeza y trabajar para encontrar soluciones. Necesitaba proteger su saque. Lo había perdido ya tres veces.
Drama y final feliz
El tercer set fue un auténtico thriller. Con un planteamiento sereno al principio; un nudo en el que Zverev perdió dos puntos tontos en sendos restos que se le habían quedado cortos a Alcaraz, y un desenlace con giro inesperado. Porque Charly tenía un más que interesante 5-2 a favor y por culpa de una doble falta, de algunas subidas mal hechas, que no tocaban, y de un evidente bajón físico, todo se le torció hasta el punto de encajar un parcial de 5-0 y verse realmente contra las cuerdas. El teutón aguantó mucho y bien para cerrarlo, estuvo muy bravo y metió un derechazo a la línea demoledor. El jugo de pepinillos, que le vino muy bien a Carlos en la semifinal contra Sinner para evitar los calambres, no fue mágico en esta ocasión y, para colmo, la cancha perdió arcilla a causa del viento. “Esto es una pista dura, no una de tierra. Es increíble”, se quejó Alcaraz al ver una calva que lo cierto es que se avistaba desde lejos.
El partido se merecía un quinto acto, y lo hubo gracias, en gran parte, a un Zverev que se dejó ir. Quizá necesitaba un descanso mental, después de su doble reacción, y se le escapó la manga muy rápido sin que Alcaraz hiciera nada del otro mundo. De hecho, el bajón que había padecido anteriormente tenía su explicación. Y se vio cuando con 4-0 a favor, no pudo disputar con garantías de éxito el siguiente juego y pidió la asistencia del fisio y del médico del torneo para que le trataran por unas molestias en el muslo izquierdo. Masaje, antiinflamatorio y a jugar. Por suerte para él, Sascha no supo aprovechar los problemas de un oponente herido y cayó en sus ‘trampas’ en forma de pelotas altas y pesadas. Alcaraz tenía que acortar necesariamente los puntos, no le quedaba otra. Y le funcionó.
Con cabeza, corazón y… la otra ‘c’, ese lema de su abuelo que lleva tatuado, Carlitos puso en pie al público francés. Una dejada maravillosa le sirvió para evitar el contrabreak de su enemigo en un momento clave, después de haberse adelantado en el marcador aprovechando errores de bulto del alemán, que se quejó, al parecer con razón, porque el juez de silla, el local Damien Dumusois, dio por bueno un saque que se había ido fuera por un par de milímetros. De haber señalado doble falta, hubiera igualado a dos juegos en la manga definitiva. El caso es que poco después, Alcaraz salvó otra ocasión de quiebre con un saque-red. Y posteriormente sentenció al resto para sellar después otro triunfo de relumbrón ante un Zverev luchador, pero con vitola de perdedor, que lo tenía todo a favor y no supo aprovecharlo, como le pasó en 2020 en la final del US Open ante Dominic Thiem. Alcaraz soñó despierto y demostró que a veces, algunas veces, los sueños se cumplen.