TENIS | ROLAND GARROS / Alcaraz cumple su sueño con el título en Roland Garros

El español de 21 años obtiene una victoria épica ante el alemán Zverev para levantar su tercer trofeo de Grand Slam, primero en París.

Nacho Albarrán
As
“Ganar Roland Garros y Wimbledon”, contestó Carlos Alcaraz cuando le preguntaron hace nueve años en París cuál sería su sueño como profesional. Tenía 12. Este domingo, con 21, lo completó en la Philippe Chatrier. “Españoles, siempre trabajando, solo cambia el nombre”, había comentado un periodista italiano en la sala de prensa antes de la final. Y no le faltaba razón, porque es algo fuera de lo común que después de disfrutar en el circuito de un monstruo como Rafa Nadal, ganador de 22 Grand Slams, el tenis de la Armada tenga el gusto de contar ahora, y al mismo tiempo, con alguien como Alcaraz. Al límite, con molestias en una pierna y esa malla compresora que se ha hecho perenne en su antebrazo derecho, fue capaz de obtener una victoria épica en cinco sets (6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2 en 4h19) ante Alexander Zverev, que le superaba por 5-4 en el cara a cara y le había eliminado en el mismo escenario en 2022. Así ganó por primera vez el torneo francés, el mismo en el que reinó 14 veces el balear y una Muguruza, y antes que ellos, Ferrero, Costa, Moyá, Bruguera, Arantxa, Gimeno y Santana. Historia.

“Cuando terminaba el colegio, corría a poner la tele y ver este torneo, y ahora estoy levantando el trofeo delante de vosotros, así que muchas gracias por todo este viaje”, le dijo a su familia Alcaraz, que acumula ya tres trofeos de Slam (en otras tantas finales), tras los conquistados en el US Open 2022 (dura) y Wimbledon 2023 (hierba). Es el más joven en triunfar en majors sobre tres superficies distintas. Le faltaba la tierra y cerró el círculo en el Bosque de Bolonia. En la Era Open, solo lo habían logrado antes que él, Nadal (22 años), Wilander (23), Connors (26), Federer (27), Djokovic (29) y Agassi (29). Tras escuchar el himno nacional con emoción, recibió la Copa de los Mosqueteros de manos de otra leyenda, Bjorn Borg, seis veces campeón de Roland Garros, la primera hace ahora 50 años. Charly se había dejado el alma sobre la arcilla. Tumbado sobre ella, trató de asimilar lo que había conseguido en un choque generacional inolvidable, ante un contrincante que le exigió mucho.

Y eso que Zverev, poderoso sacador, comenzó el partido con dos dobles faltas. Mala señal, porque sin ese aspecto de su tenis al máximo rendimiento, sus opciones decaían claramente. De hecho, perdió el primer juego con su servicio, y aunque recuperó el break de inmediato al coger con la guardia aún baja a Alcaraz, el murciano fue muy superior después, golpe por golpe, con mejores porcentajes, y se apuntó sin mayores sufrimientos el primer set.

video

Ninguna victoria es fácil, aunque a veces lo parezca, menos en una gran final. Y era de esperar que Zverev reaccionara. Lo había hecho en tres partidos durante el torneo tras perder la primera manga, ante Griekspoor, Rune y Ruud. Sencillamente, el hamburgués elevó el nivel y la efectividad de su golpeo (cuatro errores no forzados en este set). También sacó mejor (apenas seis puntos perdidos) y eso le permitió no afrontar ni un punto de break en contra y poder presionar en todos los restos. A Carlitos se le atragantaron las bolas altas y profundas de su rival. Las dejadas no le ayudaron tanto como otra veces, porque Sascha está en un momento de forma sensacional y corre como una gacela con sus 198 centímetros de estatura. Al prodigio de El Palmar le tocaba agachar la cabeza y trabajar para encontrar soluciones. Necesitaba proteger su saque. Lo había perdido ya tres veces.

Drama y final feliz

El tercer set fue un auténtico thriller. Con un planteamiento sereno al principio; un nudo en el que Zverev perdió dos puntos tontos en sendos restos que se le habían quedado cortos a Alcaraz, y un desenlace con giro inesperado. Porque Charly tenía un más que interesante 5-2 a favor y por culpa de una doble falta, de algunas subidas mal hechas, que no tocaban, y de un evidente bajón físico, todo se le torció hasta el punto de encajar un parcial de 5-0 y verse realmente contra las cuerdas. El teutón aguantó mucho y bien para cerrarlo, estuvo muy bravo y metió un derechazo a la línea demoledor. El jugo de pepinillos, que le vino muy bien a Carlos en la semifinal contra Sinner para evitar los calambres, no fue mágico en esta ocasión y, para colmo, la cancha perdió arcilla a causa del viento. “Esto es una pista dura, no una de tierra. Es increíble”, se quejó Alcaraz al ver una calva que lo cierto es que se avistaba desde lejos.

El partido se merecía un quinto acto, y lo hubo gracias, en gran parte, a un Zverev que se dejó ir. Quizá necesitaba un descanso mental, después de su doble reacción, y se le escapó la manga muy rápido sin que Alcaraz hiciera nada del otro mundo. De hecho, el bajón que había padecido anteriormente tenía su explicación. Y se vio cuando con 4-0 a favor, no pudo disputar con garantías de éxito el siguiente juego y pidió la asistencia del fisio y del médico del torneo para que le trataran por unas molestias en el muslo izquierdo. Masaje, antiinflamatorio y a jugar. Por suerte para él, Sascha no supo aprovechar los problemas de un oponente herido y cayó en sus ‘trampas’ en forma de pelotas altas y pesadas. Alcaraz tenía que acortar necesariamente los puntos, no le quedaba otra. Y le funcionó.

Con cabeza, corazón y… la otra ‘c’, ese lema de su abuelo que lleva tatuado, Carlitos puso en pie al público francés. Una dejada maravillosa le sirvió para evitar el contrabreak de su enemigo en un momento clave, después de haberse adelantado en el marcador aprovechando errores de bulto del alemán, que se quejó, al parecer con razón, porque el juez de silla, el local Damien Dumusois, dio por bueno un saque que se había ido fuera por un par de milímetros. De haber señalado doble falta, hubiera igualado a dos juegos en la manga definitiva. El caso es que poco después, Alcaraz salvó otra ocasión de quiebre con un saque-red. Y posteriormente sentenció al resto para sellar después otro triunfo de relumbrón ante un Zverev luchador, pero con vitola de perdedor, que lo tenía todo a favor y no supo aprovecharlo, como le pasó en 2020 en la final del US Open ante Dominic Thiem. Alcaraz soñó despierto y demostró que a veces, algunas veces, los sueños se cumplen.


Entradas populares