La primera ministra de Estonia: “Estamos como en 1938″
El editor diplomático Patrick Wintour hizo referencia en su artículo en The Guardian a las palabras que Kaja Kallas pronunció el pasado abril.
De hecho, el presentador de la televisión estatal rusa y propagandistas de Putin, Vladimir Solovyov, avisó de que la Tercera Guerra Mundial “ha empezado”. Sin ir más lejos, el pasado mes de abril, la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, afirmó que el mundo está “como en 1938″. La mandataria argumentó que “hay un montón de guerras y conflictos relacionados, se están formando ejes irreconciliables y no se puede hablar de “tiempos de paz”, ni caer en trampas por el miedo al enemigo”.
“Cuando una agresión sale a cuenta es una invitación a que haya más”, concluyó Kallas. Precisamente, estas palabras han sido rescatadas por el editor diplomático Patrick Wintour quien, en su artículo publicado en The Guardian, hizo referencia a las tensiones que se vivieron en Abisinia, Japón y Alemania en el año previo al inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Sobre el conflicto bélico en territorio ucranio, Wintour reflexionó con esta afirmación. “Si los ucranianos se rinden, o si nosotros nos rendimos con Ucrania, entonces es diferente. Es Rusia la que hará la guerra en el futuro. Lo que nos permiten es prorrogar 1938″. Kallas hizo hincapié en la necesidad de invertir en defensa, y advirtió de las consecuencias que podría tener para Europa no hacerlo. “Si Ucrania cae, vamos a ver el conflicto en una escala más amplia”, expresó meses atrás.
En busca y captura por Rusia
Al igual que sucedió con su secretario de Estado, Taimar Peterkop, y con el ministro de Cultura de Lituania, Simonas Kairys, la primera ministra estonia fue puesta en busca y captura por el Kremlin. Una orden que podría estar relacionada con presuntos cargos de destrucción y daños a monumentos dedicados a soldados soviéticos en Estonia.
Estonia comenzó a desmantelar varios monumentos soviéticos en su territorio tras la invasión de Ucrania en 2022. Estas acciones provocaron una fuerte reacción por parte del gobierno ruso, que consideraba que esos monumentos cobraban una relevancia trascendental para el país, como parte de su legado histórico y cultural.