FINALES NBA | MAVS 0-CELTICS 3 / Los Mavericks pierden el tren
Los Celtics tampoco fallaron en Dallas pese a la baja de Porzingis y ya están a un solo paso de ser campeones. Decepcionantes Mavs.
¿Más? Mañana, sin tiempo de reacción y con el ánimo de su rival descosido, pueden poner un 4-0. El anillo 18, el segundo desde 1986 y el primero en dieciséis años. La puesta al día de la gran leyenda verde y, si lo cierran por la vía rápida, solo la novena barrida en Finales desde 1949, el punto de partida de la NBA moderna. Y la cuarta de este siglo: Lakers a los Nets en 2002, Spurs a los Cavaliers en 2007, Warriors otra vez a los Cavs en 2018… y, ¿Celtics a los Mavs en 2024? Mañana lo sabremos. A priori, a estas Finales no les queda más emoción que esa; el tanteo, la fecha exacta del Día D. De la hora verde.
El tercer partido (99-106), al menos, tuvo drama. Que no es poco, porque la diferencia real entre los dos finalistas es notable, muy visible. Francamente grande. Si a los Mavericks les quedaba una vida, era esta. Si tenía que pasar un tren por su estación, era el del tercer partido. Y pasó, pero los texanos no supieron subirse a él y acabaron viendo desde el anden como su segundo anillo depende ya de una hazaña que nadie ha hecho, mucho menos en unas Finales: ganar cuatro partidos seguidos en una eliminatoria. Y hacerlo contra unos Celtics que marchan en números históricos, un equipo que recordaremos siempre. Lleva sin perder desde el 9 de mayo, más de un mes. Ha ganado (7-0) todos sus partidos como visitante en unos playoffs en los que amasan un 15-2 descomunal que pone su total de la temporada en 79-20. Con una victoria más en cuatro intentos, a priori está chupado, recuperarán ese trono de la NBA que en los viejos tiempos era suyo mientras no se demostrara lo contrario. Por defecto.
Los Mavericks rozan un imposible
Pero sí, al menos hubo drama: el traslado a Dallas dio (algo esperable) vitaminas a los Mavericks, que además supieron poco antes del partido que Kristaps Porzingis no iba a jugar, y pasaba a ser duda para el resto de la eliminatoria, por su extrañísima lesión de tobillo. Fantasmas en los armarios, el del letón y el de su equipo. La bala de plata, el golpe del destino y los tambores de guerra tenían un resquicio, una puerta entreabierta. Pero el guion pasaba, sí o sí, por este tercer partido. Era ganar o ganar.
Los Mavs, con el empujón del factor cancha, jugaron sus mejores minutos de la serie, un huracán de seis minutos (22-9, su mayor ventaja de las Finales) que en seguida fue ventisca (31-30 al final del primer cuarto) y poco después nada, la calma chicha por la que los Celtics fueron operando en marchas cada vez más largas. Primero igualaron el partido, sin mucho esfuerzo, y después lo reventaron en un tercer cuarto casi perfecto (19-35) en el que dieron 8 asistencias sin pérdidas, anotaron el 65% de sus tiros y dejaron a los Mavs en un 38%. El último parcial se abrió con dos triples seguidos, a priori la sentencia: 70-91 a once minutos del final. Y ahí, en el momento más inopinado, se concentró el drama: la versión zombi de los Mavericks enlazó un 12-0 en tres minutos (82-91) y un 22-2 en siete y medio (92-93). Hubo tiros para empatar, oportunidades reales de consumar una remontada histórica.
Los Celtics se olvidaron durante todo el último cuarto de lo que les había funcionado, de su lógica del drive and kick y el esfuerzo colectivo, seguramente porque lo vieron ganado y les costó, después, sacudirse el susto final. Pero hicieron lo justo para amarrar un partido que debieron ganar más cómodamente pero que también pudieron perder. Jaylen Brown, que da zancadas hacia el MVP de las Finales, anotó las canastas más importantes de ese trance que se jugó sin Luka Doncic, eliminado por seis faltas a 4:12 del final y con la victoria a tiro (90-93). La tercera vez que le sucede en toda su carrera NBA, la primera en playoffs. Y, desde luego, la que llegó en peor momento.
Dos de esas faltas (alguna muy discutida por un público enfadado con el arbitraje, en algunas jugadas con razón) llegaron, casi seguidas, en ese momento en el que una victoria imposible se había puesto a tiro. Otras fueron fruto de la frustración, perfectamente evitables. Su salida prematura de la pista fue el feo colofón de un partido en el que Doncic no estuvo bien, no jugó a la altura de su (muchas veces sobrehumano) estándar y no hizo lo (muchísimo) que necesita su equipo para ganar partidos en esta latitud de la temporada. No fue un superhéroe, y esta vez no bastaba otra cosa.
Muy claramente de más a menos, dirigió la tremenda carga inicial de su equipo (9 puntos en 5 minutos) y acabó con 13, 3 rebotes y 3 asistencias un primer cuarto en el que firmó un 5/9 en tiros. Su estadística final fue 27+6+6 (11/27, 1/7 en triples), así que amasó un 14+3+3 en los últimos tres cuartos, con un 6/18 en tiros y dos pérdidas por esos escasos tres pases de canasta. Otra vez obligado por los Celtics a sudar cada punto, a producir a base de canastones; Demasiado enzarzado con los árbitros, pendiente de las faltas que se pitaban y sobre todo de las que él creía que no, nervioso y cazado atrás por un rival que volvió a no dejarle respirar, a explotar unas deficiencias defensivas que, entre problemas físicos y falta de oxígeno, están siendo estruendosas en esta serie. Su +9 en 38 minutos en pista y -16 en los 10 que faltó demuestran que su actuación no fue pésima (básicamente nunca lo es), pero no llegó a lo que necesitaban los Mavs. Descentrado en el segundo cuarto, superado en el tercero y fuera de juego los últimos cuatro minutos, cuando se resolvieron el partido y, salvo milagro, las Finales 2024.
Los Jays pueden más que Kyrie Irving
Kyrie Irving, que lleva trece derrotas seguidas contra unos Celtics a los que no gana desde junio de 2021, dejó atrás su desastre generalizado de los partidos de Boston y montó la resistencia en tramos de espléndidas acciones individuales: 35 puntos, solo 2 asistencias. Sus mejores momentos evidenciaron, la paradoja que acaba matando a los Mavs, lo poco sostenible que es contra un rival tan superior un plan de partido que pasa por canastas de alta dificultad de dos súper estrellas y un abandono casi permanente de esos secundarios que fueron tan valiosos en los playoffs del Oeste. Al descanso, Kyrie y Doncic llevaban el 74% de los puntos de su equipo (37 de 51). Solo durante la reacción heroica del último cuarto aparecieron PJ Washington y Dereck Lively II. Pero no fue suficiente. Y eso es exactamente lo que buscan unos Celtics que, al contrario, tienen los suficientes tramos en los que generan buenos tiros a base de circulación y movimiento colectivo. Dos mundos: 38 canastas por bando, un tiro libre más anotado por los Mavs (14-13)… pero 24 puntos más de los Celtics desde el triple (9-17) con situaciones de tiro mucho más eficientes. La historia de estas Finales.
Jayson Tatum apareció al principio, cuando hubo que controlar el inicio furioso de los Mavs: 20 puntos en la primera parte, 31 al final con 6 rebotes y 5 asistencias. Le faltó autoridad en esa zozobra del último cuarto, por ponerle un pero. Jaylen Brown hizo el camino contrario, de menos a más: 6 puntos y solo dos canasta en la primera parte, 30 al final con un 10/16 en el segundo tiempo; Además, 8 rebotes y 8 asistencias en un partido que convierte a los Jays en los primeros celtics, y hay mucha historia ahí, con al menos 30+5+5 en el mismo partido de unas Finales. El resto, trabajo de Jrue Holiday, los triples que le acabaron entrando a Derrick White (16 puntos) y muchos minutos de Al Horford, que puso sus 38 años al servicio de un equipo que notó la baja de Kristaps Porzingis… pero encontró la forma de ganar sin él. Que sufrió, voló y sobrevivió, todo en el mismo partido. Uno que vale más de medio anillo. O el anillo entero, si nos fiamos de la historia...