PLAYOFFS NBA | NUGGETS 90 - WOLVES 98 (3-4) / Rayos y truenos en Denver: los Wolves descabalgan al rey

Minnesota completa la sorpresa de los playoffs con la mayor remontada de la historia en un séptimo partido. Towns se doctora ante un Jokic cansado y solo. Dallas espera en la final del Oeste.

Fernando Faucha
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Es posible que dentro de unos años recordemos este partido como un momento fundamental de la NBA en esta década. El instante en que se materializó del todo un equipo campeón. No es que los Minnesota Timberwolves vayan a ganar seguro el anillo este año o los próximos. Eso nadie puede saberlo. Pero lo que han hecho hoy en Denver, en casa del actual campeón, ante el mejor jugador del mundo y en un séptimo partido es para pensar en un futuro glorioso para este grupo de jugadores. Los Wolves han completado lo que habría sonado a quimera antes de empezar la eliminatoria. ¿Eliminar a los Nuggets? No. ¿Eliminarlos como lo han hecho? Sí. Primero barriéndolos a domicilio en los dos primeros encuentros para dejarse ganar los tres siguientes. Y, después de igualar la eliminatoria en casa, volver a Denver para ganar un Game 7 que iban perdiendo de 20 al principio del tercer cuarto (58-38). Es ya la mayor remontada de un equipo en un séptimo partido de playoffs. En el lugar y el momento menos inesperado. Ahí resurgieron de lo que parecían cenizas unos Wolves que han hecho historia cargándose al rey en una segunda parte memorable.

El 90-98 final habla bien a las claras del infierno que es para los rivales la defensa de Minnesota cuando esta se pone a funcionar a pleno rendimiento. Porque al descanso Nikola Jokic ya firmaba un doble-doble y Jamal Murray llevaba 24 puntos. El primero iba a acabar con 34 puntos, 19 rebotes y 13 asistencias; el segundo con 35 tantos. Pero entre ambos firman un 16/55 en tiros de campo y un 6/22 en tiros libres. Jokic, que jugó los 24 minutos de la segunda mitad, llegó asfixiado a los minutos finales por la falta de descanso, pero también por la defensa rival. Muy especialmente la de Karl-Anthony Towns, que se doctora en esta eliminatoria y en este partido. El número 1 del draft de 2015, el jugador que más tiempo lleva en la franquicia de la actual plantilla de los Wolves, jugó el que puede ser el mejor partido de su carrera. Desde luego es el partido más importante de su carrera. Aparte de su función sobre el serbio, en ataque fue el máximo anotador (23 tantos, los mismo que un renacido Jaden McDaniels). Es el quinto partido en estos playoffs que Towns acaba con 20 o más puntos y todos ellos han llegado lejos de Minnesota. La fortaleza mental e inteligencia en pista que está mostrando el dominicano la mayoría de las noches es una de las noticias de la temporada para los Wolves.

Defensa y más defensa

Decíamos que el partido iba 58-38 con poco más de un minuto jugado del tercer cuarto y nada hacía sospechar lo que iba a pasar a partir de ese momento. Un parcial de 9-32 en los 11 siguientes minutos de unos Wolves desatados, metiendo manos por todas partes, robando balones una y otra vez a media pista, machacando a un rival que, de repente, parecía mucho más viejo y cansado que ellos. Con el último cuarto ya en juego habían saltado todas las alarmas en el Ball Arena. El cortocircuito de los Nuggets estaba provocando un incendio cada vez más difícil de extinguir. Anthony Edwards, que había tenido una primera parte horrible (4 puntos, 0 rebotes y 3 asistencias), empezó a crecer sobre la defensa, con la que acabó por comerse a Murray, y de ahí se elevó con varias canastas decisivas en la remontada. No fue su mejor día en ataque, pero su dimensión va mucho más allá y su forma de ver el baloncesto, con 22 años, le convierte ahora mismo en el mayor talento estadounidense para los próximos años: “Estaba siendo duro porque no encontraba mi ritmo. He tenido que creer en mis compañeros, hacer las jugadas correctas el resto del partido. Yo he hecho eso y ellos han metido canastas, grandes canastas. Hay otras formas de ganar un partido cuando no estás siendo un jugador decisivo en ataque. No soy un jugador de una sola dimensión, un tipo que puede anotar y ya. Soy alguien capaz de apagar al mejor exterior rival, sea quien sea. Creo que eso es lo que he hecho hoy con Jamal Murray en el segundo tiempo y eso ha cambiado el partido”.

El último empuje de los Wolves llegó desde el banquillo. Cuando Towns vio la quinta falta personal fue el momento de Naz Reid, Mejor Sexto Hombre del Año. No pudo demostrarlo en mejor momento. Espectacular en ambos lados de la pista, con 82-85 comandó unos minutos absolutamente decisivos para la eliminatoria. Metió dos tiros libres, un mate y dio una asistencia a Edwards para un triple que dejaba el marcador en un 82-92 prácticamente irremontable. Un poco antes, con 75-77, Rudy Gobert metió una canasta desde 6 metros, a la media vuelta y con la mano de Jokic encima totalmente inverosímil para el jugador francés, pero el viento ya soplaba claramente a favor de los visitantes y si entraba hasta eso es que la noche no pintaba bien para los Nuggets. A los campeones se les ha achacado como defecto la falta de profundidad. Hoy se ha revelado con más fuerza que nunca. Más allá de Jokic y Murray, entre los otros seis jugadores que pisaron la pista metieron solo 21 puntos.

20 años de espera

El campeón este año será el sexto diferente en los últimos seis años, algo que no ocurría desde 1980. No es tiempo de dinastías en la NBA y la caída de los Nuggets lo avala con otro dato. Ningún campeón de la NBA ha llegado a las finales de conferencia al año siguiente de ganar el título desde los Golden State Warriors en 2019. También será la primera en la historia en la que no hay ningún MVP, ni actual ni pasado, en ninguno de los cuatro equipos.

Los Minnesota Timberwolves van a jugar la segunda final de conferencia de su historia, la primera desde 2004, allá por los tiempos de Kevin Garnett. Espera Luka Doncic, Kyrie Irving y compañía a partir del miércoles. Los Mavericks aún no han perdido dos partidos seguidos en estos playoffs, pero tienen un récord de 1-3 ante los Wolves este año con un -53 total. Eso sí, y es importante señalarlo, los cuatro encuentros se jugaron entre diciembre y enero, cuando los Mavs aún no habían incorporado a PJ Washington y Daniel Gafford y estaban lejos de ser el equipo que son ahora. Pero a Minnesota seguramente eso le dé igual en estos momentos. Ahora mismo se deben sentir invencibles y eso es un problema grave para los Mavs. Porque este equipo ha demostrado tener todo lo necesario, deportiva, física y mentalmente, para luchar por su primer anillo de campeón de la NBA.


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