Medio Oriente al rojo vivo y un desafío a Occidente, ¿China busca convertirse en la nueva potencia regional?
Mientras el enfrentamiento entre Israel e Irán amenaza con desatar una nueva guerra regional, el gigante asiático mueve sus hilos silenciosamente y teje alianzas en la región
El interés principal del gigante asiático no es muy distinto del de los estadounidenses y el resto de las potencias occidentales. China es un gran consumidor de energía: en 2023, fue el mayor importador de petróleo del planeta, con un total de 11,3 millones de barriles diarios.
Más del 40 % de sus importaciones de crudo provienen de Medio Oriente, que es también un exportador clave de gas natural licuado (GNL) por barco. Su principal proveedor es Qatar, con el que el gobierno de Pekín firmó un contrato de 27 años para la provisión de GNL.
La diplomacia del dragón en el Golfo
El 6 de abril de 2023, la firma en Pekín del histórico acuerdo de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán significó un gran éxito diplomático para el gobierno chino.
En agosto del año pasado, por su parte, los BRICS, el grupo integrado por China, junto a Brasil, Rusia, India y Sudáfrica, anunció el ingreso de seis nuevos miembros, cuatro de ellos de Medio Oriente: Arabia Saudita, Irán, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
No son simples hechos aislados, sino el resultado de una estrategia diseñada por China para disputar ese escenario geopolítico a otras potencias globales y erigirse en un nuevo socio confiable de los países de la región.
En este contexto, en el marco de su política hacia los países árabes, China apuesta a cooperar en tres sectores que son muy sensibles en el actual contexto global: la energía nuclear; el sector espacial y satelital; y, por último, las energías renovables.
Una polémica alianza con Irán
Mientras tanto, del otro lado del golfo Pérsico, hace poco más de dos años, China puso en marcha un Acuerdo Estratégico de Cooperación con la República Islámica de Irán. Desde hace más de diez años, China es el principal socio comercial de Irán.
Un dato para destacar, en el contexto de la fuerte presión diplomática por su opaco plan nuclear, es que el régimen iraní aún logra esquivar las sanciones internacionales que pesan sobre su sector petrolero gracias a la ayuda de China, que se convirtió en el mayor comprador de petróleo iraní. Para ello, Irán cuenta con una flota “fantasma” de buques que ocultan su propiedad y evitan ser detectados, lo que les permite transportar el crudo y evadir las sanciones internacionales.
Un actor cada vez más potente
La ambición de China es convertirse en un actor protagónico en un Medio Oriente que vive hoy una crisis de consecuencias imprevisibles. El pragmatismo de Pekín y su capacidad de negociación en una región clave del planeta parecen estar dando sus frutos.
Mientras tanto, con una mirada de mediano y largo plazo, los inversores chinos también están desembarcando en el Golfo. La presencia de Huawei y su red 5G es apenas una muestra de la ambición china de erigirse en un poder alternativo a EE. UU. y sus socios occidentales.