Estados Unidos repatrió a más de 20 ciudadanos de países occidentales de un campo para familiares de terroristas del ISIS en Siria
Washington facilitó el regreso de 11 estadounidenses, seis canadienses, cuatro neerlandeses y un finlandés, entre ellos varios niños. Antony Blinken dijo que “es la mayor repatriación desde el noreste de Siria hasta la fecha”
En la misma operación, Estados Unidos facilitó la repatriación de seis ciudadanos canadienses, cuatro holandeses y un finlandés, entre ellos ocho menores, añadió.
“La única solución duradera a la crisis humanitaria y de seguridad en los campos de desplazados y centros de detención en el noreste de Siria es que los países repatríen, rehabiliten, reintegren y, en su caso, garanticen la rendición de cuentas por los delitos cometidos”, añadió.
Estados Unidos lleva mucho tiempo presionando a los gobiernos europeos para que repatríen a los ciudadanos que fueron a luchar para el grupo Estado Islámico, o a sus hijos.
La mayoría de los países europeos lo han hecho, pero lentamente y a pesar de las reservas iniciales, especialmente en países con un historial de ataques yihadistas internos, como Francia y Gran Bretaña.
Blinken no identificó a las personas repatriadas.
El New York Times, citando fuentes no identificadas, dijo que entre ellas había una mujer estadounidense, cuyo marido turco aparentemente llevó a la familia a territorio del Estado Islámico y fue posteriormente asesinado, y sus nueve hijos.
El Star Tribune de Minneapolis informó la semana pasada de que un hombre que se unió al Estado Islámico pero luego se convirtió en un valioso informante estaba solicitando la repatriación de dos hijos, uno al parecer no ciudadano estadounidense, para ser criados por sus abuelos en Minnesota.
Las repatriaciones siguen siendo controvertidas también en Estados Unidos, con la administración del ex presidente Donald Trump insistiendo en un caso destacado en que una joven que pretendía regresar no era legítimamente ciudadana estadounidense.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dirigidas por kurdos, ayudaron a las fuerzas estadounidenses a derrotar al grupo Estado Islámico en 2019, poniendo fin a su autoproclamado “califato” que había gobernado una gran franja de territorio a caballo entre Irak y Siria.
Cinco años después de que los extremistas fueran expulsados de su último territorio, las FDS aún retienen a más de 56.000 detenidos con presuntos o supuestos vínculos con el grupo Estado Islámico. La mayoría se encuentran en los campos de al Hol y al Roj, que actualmente acogen a unas 30.000 personas de más de 60 países, la mayoría niños.
Las autoridades kurdas han pedido a gobiernos extranjeros que repatríen a sus nacionales, pero los gobiernos occidentales han respondido con lentitud por temor a reacciones internas.
Grupos de derechos humanos han informado regularmente sobre lo que describen como condiciones de vida inhumanas y abusos en los campamentos y en los centros de detención donde se aloja a presuntos miembros del ISIS.