Una región separatista de Moldavia se apoya en Rusia y agrava el conflicto con el Gobierno que respalda Estados Unidos
Washington considera que el pedido de protección a Rusia de este territorio es un intento más de Moscú por desestabilizar el país, que fue una república soviética hasta 1991
A pesar de no avanzar con la anexión formal, la región adoptó su propia moneda y bandera bajo el nombre de República Moldava Pridnestroviana y el Kremlin desplegó allí unos 1.500 soldados -supuestas fuerzas de paz- que custodian los arsenales de armas y municiones soviéticas.
Sin embargo, este miércoles, legisladores de la región aprovecharon una reunión en Tiráspol para pedir a la Duma rusa que “aplique medidas para defender el territorio en medio de la creciente presión de Moldavia, dado que más de 220.000 ciudadanos rusos residen allí”. En su declaración, los congresistas se referían a los nuevos aranceles aduaneros que impuso Moldavia a las importaciones y exportaciones de Transnistria, como parte de su camino por ingresar en el bloque de la Unión Europea.
Alexander Korshunov, presidente del Consejo Supremo de Transnistria, aseguró que Moldavia está “aprovechándose de la situación geopolítica” y utilizando la economía “como herramienta de presión y chantaje”.
“La política y los objetivos de Moldavia respecto a Transnistria no han cambiado en las últimas décadas: destruir nuestro potencial económico, crear unas condiciones de vida insoportables para nuestros ciudadanos y lograr el desmantelamiento de nuestra condición de Estado”, continuó.
Es por ello que, en un intento por revelarse ante el Gobierno pro occidental, los legisladores alzaron su voz en contra de las “violaciones de derechos y libertades” de Moldavia sobre su pueblo.
Sin embargo, desde Rusia respondieron que es una “prioridad” para el Kremlin dar protección a estos ciudadanos. “Proteger los intereses de los residentes de Transnistria, nuestros compatriotas, es una de nuestras prioridades”, dijeron desde el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Es por ello que el portavoz del Departamento de Estado de Washington, Matthew Miller, ratificó que su país “apoya con firmeza la soberanía e integridad territorial de Moldavia dentro de sus fronteras reconocidas” y agregó que “dado el creciente rol agresivo y desestabilizante de Rusia en Europa, estamos monitoreando de cerca sus acciones en Transnistria y en la frontera”.
Asimismo, en un intento por desescalar la situación, pidió a las partes un “trabajo conjunto” para “identificar soluciones a las preocupaciones de las comunidades a ambos lados del río Dniester”.
Por su parte, el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, aseguró que “la amenaza de una intervención rusa o, por lo menos, de una provocación, es permanente” y consideró que las tensiones en el país son “peligrosas” para toda la región “y no sólo para Ucrania”.
Desde el inicio de la guerra en Kiev, Transnistria se volvió un foco de conjeturas, con Occidente temiendo una ofensiva rusa desde ese frente contra la ciudad de Odesa, y los separatistas advirtiendo de un supuesto plan de ataque sobre su territorio y atentado contra sus dirigentes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores ucraniano no tardó en pronunciarse tras los recientes sucesos y abogó por una “solución pacífica de los aspectos económicos, sociales y humanitarios” que conciernen a las partes, “sin una interferencia externa destructora”, en referencia a la crisis que puede desatar la influencia de Rusia en esta cuestión.