De Klopp a Pochettino, el juego de los proyectos, la “paciencia”, y cómo transformarse en el técnico más importante de la historia de Liverpool
Próximo a partir luego de casi nueve temporadas, el alemán volvió a consagrarse en el gigante rojo
No fue así. Klopp ganó mucho más de lo que perdió, consiguió una identidad definida, recuperó la mística de Anfield, construyó equipos de galera, bastón y fuego en las venas, todo eso es muy cierto. Pero perdió, perdió todo lo que pudo ganar durante los primeros años. La final de la Europa League (con sabor a poco para el gigante rojo) con Sevilla, en 2016, un 1-3 en Basilea. Subcampeonatos en la Premier League. La final de la Champions League con Real Madrid, en Kiev, un 1-3. Y años después: otra final perdida, de Champions y frente a la Casa Blanca, en París, un inexplicable 0-1.
En 2019, en Madrid y frente al Tottenham de Mauricio Pochettino (las vueltas de la vida y del fútbol), acabó el maleficio, al festejar la sexta Champions para las vitrinas de la entidad. “El perdedor de finales”: así era conocido por una parte cruel del mundo de fútbol. “Siempre he sido mejor en las otras finales y perdí. No quiero explicar por qué hemos ganado, solo quiero disfrutarlo. Se lo dedicamos a todos los aficionados. Me siento aliviado por mí y por mi familia. La sensación es distinta, por fin. Este éxito es de todos: afición, jugadores, propietarios y familiares. Hace dos días hablamos de mi carrera desafortunada. Cuando oigo eso, yo no lo siento. Mi vida es mejor de lo que esperaba. Es importante también llegar a finales. Ya dejarán de preguntarme cómo me siento por perder siempre. ¿Soy un perdedor? No tengo palabras. Perdí siete finales y mi familia sufrió más que yo”.
Después, solo después, la consagración definitiva y el aroma a mejor DT de la historia de uno de los conjuntos más poderosos del mundo. Próximo a partir, como esas historias de amor que se acaban con suficiente tiempo de antelación, en la ciudad de los Beatles se debate si ya está instalado en la cúspide. Rafael Benítez y Sir Kenny Dalglish, entre otros, luchan metafóricamente por ese espacio.
Premier League, dos Copas de la Liga, FA Cup, Community Shield, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes, nada mal. Líder en el campeonato inglés y con viento a favor en la Europa League, su salida, expresada públicamente el 26 de enero pasado, abre otro debate. Proyectos, títulos y fracasos.
En la otra vereda está Pochettino, otra vez, en la cuerda floja en Chelsea. Y un mensaje elocuente del hombre surgido en Newell’s: “Por supuesto que estamos decepcionados”, reiteró y volvió a poner como ejemplo el ciclo de Jürgen Klopp. ”Liverpool no ganó ningún título en los primeros años de Klopp (el primero fue en el quinto) pero contó con el apoyo del club para seguir adelante y ahora están recibiendo lo que se merecen”, expresó.
Ya lo había anunciado un mes atrás. Acorralado por las críticas luego de una nueva derrota, Pochettino quiso ganar tiempo en el espejo del alemán. Recordó un partido contra el Liverpool de Klopp de hace varios años, cuando los Reds jugaban lindo y se quedaban en la orilla. “En el tercer año del Liverpool de Klopp, ellos vinieron a jugar a Wembley. Nosotros estábamos en el Tottenham y les ganamos 4-1, pero nadie dijo: ‘es el fin del mundo para el Liverpool’. Después de eso, mira lo que pasó: ganaron la Premier League, ganaron la Champions League. En el cuarto año, todo comenzó a funcionar”, expuso.
¿Hay paciencia selectiva en la Premier League? ¿Y en nuestro medio? ¿Por qué el caso de Klopp en Liverpool (un DT extranjero, sin ninguna relación previa con el club) es imposible de replicar en nuestro fútbol? Salvando las distancias: tal vez, Carlos Bianchi en Boca. O Marcelo Gallardo en River. Pero hasta el Muñeco, un hijo pródigo del Monumental, dijo más de una vez: “Si no hubiéramos empezado ganando, esta historia hermosísima no habría existido”. Se refería a la Copa Sudamericana 2014, con eliminación sobre Boca mediante.
Asociaciones civiles acá, sociedades anónimas allá. Y más allá de la prepotencia de los millones, ideas. Proyectos: a Klopp, probablemente, lo habrían despedido luego del primer semestre en nuestro medio. Otra sociedad, además. “Dejaré el club a final de temporada. Puedo entender que esto es un shock para mucha gente en este momento cuando lo escuchas por primera vez, pero obviamente quiero explicarlo o al menos intentar explicarlo. Amo absolutamente todo acerca de este club, de esta ciudad, de sus hinchas...”, decía el alemán, de 56 años.
“Es que estoy... ¿Cómo puedo decirlo? Estoy quedándome sin energía. No tengo problema ahora, obviamente. Creo que lo sé y que debo anunciarlo en algún momento. Pero estoy absolutamente bien ahora, pero sé que no puedo hacer el trabajo otra vez, y otra vez, y otra vez..”, aseguró, a través de un video oficial. En ese lapso, Liverpool no bajó los brazos por la nostalgia de lo que vendrá: ganó cinco partidos, perdió uno (con Arsenal). Y logró un título. Y su aura es todavía más grande, porque la última vuelta olímpica (1-0 con gol de Virgil van Dijk) fue sostenida por un piberío.
La nómina de lesionados representa el 75% por ciento de la formación titular: Mohamed Salah, Darwin Núñez, Thiago Alcántara, Alisson, Alexander-Arnold, Szoboszlai, Curtis Jones, Matip y Diogo Jota. El aporte de los chicos -algunos, apenas mayores de edad- será otro legado del alemán. Los jóvenes de la academia de Liverpool son protagonistas en esta fase decisiva de la temporada.
“Sí, tuvimos que adaptarnos, pero francamente, fue más divertido que problemático”, aseguró Klopp. En efecto, la frescura y confianza de Bobby Clark, James McConnell (ambos de 19 años) y de Jayden Danns (18 años y 40 días) marcaron la diferencia y provocaron la admiración en Inglaterra, a veces hasta el exceso, según cita la agencia AFP.
“En la prórroga, fueron los ‘kids de Klopp’ contra los ‘bottle jobs’ (expresión local que se usa para calificar a los deportistas que no rinden a su nivel cuando están bajo presión) de los 1000 millones”, declaró Gary Neville, el exjugador de Manchester United y ahora polémico comentarista, en referencia al monto en fichajes gastado por el Chelsea desde 2022. “Los entrenadores especiales hacen cosas especiales. Es un entrenador monstruoso”, advirtió.
Con palabras y actos, Klopp preparó a sus pupilos para que estuvieran listos en caso de tener que jugar en Wembley, el templo del fútbol inglés, ante 90.000 espectadores. “Los chicos están preparados y no lo hubiera hecho si no lo hubieran estado”, explicó tras darle ingreso a Clark, McConnell y Danns, el miércoles pasado en la victoria 4-1 contra el Luton en Anfield, un partido decisivo en la pelea por el título de la Premier League. “Confiamos absolutamente en ellos para que hagan lo que saben hacer”, sostiene.
En Wembley, Bobby Clark era el más experimentado del trío, con nueve partidos con la camiseta roja. James McConnell hizo su séptima aparición y para Jayden Danns fue su segundo encuentro, tras haber debutado contra Luton. El éxito de los jóvenes del Liverpool lo encarnan también jugadores como Conor Bradley y Harvey Elliott, los dos de 20 años y más asentados en el grupo, al punto de ser ya titulares.
Cuando abandone Anfield el próximo 30 de junio, además de los títulos obtenidos en sus nueve temporadas y la mística reinstaurada, ese será el otro gran legado de Klopp en Liverpool. La fábrica de talentos. Pero alguien, mucho antes, largos años atrás, tuvo paciencia. Se inclinó por el proyecto, cuando el “perdedor de finales” jugaba lindo... y espiaba las vueltas olímpicas ajenas.