Jannik Sinner y la otra cara del campeón del Australian Open: destacado esquiador juvenil, padres de perfil bajo y Federer como espejo
Un viaje a la intimidad del primer tenista italiano en consagrarse en Melbourne
Sus padres (él es chef; ella, camarera) tenían un restaurante en las montañas de Tirol del Sur, una zona cercana a Austria, donde se habla alemán y el esquí es uno de los deportes más populares. “Fui campeón italiano de slalom, en 2008, con los chicos de mi edad. Más adelante, en 2012, terminé segundo”, relató Sinner en 2019, cuando explotó su popularidad en el circuito de tenis por ganar el Next Gen ATP Finals, el Masters de los Sub 21. Jannik comenzó a jugar al tenis con 7 años, pero su capacidad ramificó sus gustos deportivos. “Al esquiar debés descender una colina durante unos 90 segundos. Si cometés un error…, estás acabado”, apuntó alguna vez, sonriente.
Novak Djokovic llegó a decir que uno de los secretos de su elasticidad y desplazamientos correspondía a haber practicado esquí de chico. “Son deportes muy diferentes, pero el equilibrio es muy importante, tanto en uno como en el otro. Puedo llegar a entender por qué Novak dijo que haber esquiado lo ayudó para jugar al tenis”, apuntó Sinner. Claro que el esquí de alta velocidad, a partir de sus compromisos con el tenis cada vez más elevados, quedó al margen.
Sinner, en modo campeón de esquí
A los 13 años dejó aquella zona de nieve para sumarse a los entrenamientos con el sabio y veterano entrenador Riccardo Piatti en Bordighera, Liguria. “No fue fácil salir de mi casa, pero estaba feliz de poder vivir en una familia en la que el padre es mi entrenador, Riccardo. Hicimos una amistad y todo salió bien”, contó Jannik, que aún hoy destaca el trabajo que realizó Piatti pese a que desde 2022 ya no trabaja con él. Hoy lo acompañan Simone Vagnozzi y el australiano Darren Cahill (excoach de Andre Agassi, Lleyton Hewitt y Simona Halep).
Así como Carlos Alcaraz González y Verónica Garfia, los padres de Carlitos Alcaraz, son cultores del bajo perfil en El Palmar (Murcia), Johann y Siglinde actúan de la misma manera con Jannik. En Sesto, un pueblo de 1900 habitantes, donde radican los padres del nuevo mito tenístico, Sinner, y donde todos quieren jugar al tenis, nadie hace alarde de ello. “Ahora todos los niños del valle toman clases de tenis y, cuando Sinner juega, hay emoción en el pueblo. Su padre, un chef jubilado, siempre lo sigue; en cambio, la madre administra las habitaciones de Casa Sinner. Son gente normal”, declaró una mujer de la zona en el diario Corriere della Sera. ¿Qué es la Casa Sinner? En realidad, los “Appartements Sinner”, unas cabañas de madera operadas por la familia del jugador. La mamá se disculpa, pero no hace declaraciones.
Son los chicos del lugar o los instructores de esquí los que, a menudo, preguntan por Sinner. Saben que la familia prefiere la austeridad. Se generó mucha curiosidad y expectativa por el tenista a partir de su evolución. Claro que este parece ser apenas el comienzo de una gran historia de un chico que pudo haber seguido destacándose en el esquí, pero que eligió otro camino con éxito.
Diestro, con revés de dos manos y de 1,88m, siempre tuvo como ídolo a Roger Federer (”Debe ser maravilloso ser Roger por un día, jugar al tenis con tanta facilidad y elegancia. Me asombra lo relajado que estaba siempre, dentro como fuera de la cancha. Tenía un gran equilibrio en los entrenamientos y en el tiempo libre, siempre fue mi referente”, contó una vez). Cumplió un sueño al poder entrenarse con el suizo durante un Abierto de Italia, en Roma. Su serie de TV favorita es Prison Break y su músico preferido es Eminem. Es hincha futbolístico de Milan y dice que su mejor virtud es “mantener la calma”. Adora la pizza y el sushi, pero sus “placeres prohibidos” son el chocolate y los dulces. Claro que ahora, tras obtener su primer Grand Slam, tendrá sus permitidos y celebrará como le plazca.