La guerra en Gaza y sus consecuencias: el futuro de los Acuerdos de Abraham y la creciente influencia de Irán
La escalada bélica en la Franja de Gaza amenaza con hacer saltar por los aires los Acuerdos de Abraham y las negociaciones entre Israel y Arabia Saudita. Mientras tanto, Irán utiliza a sus aliados en Medio Oriente para desestabilizar la región y Qatar asume un rol clave como mediador.
Los Acuerdos de Abraham, en suspenso
Los atentados de Hamás ponen en suspenso las negociaciones entre Israel y Arabia Saudita, la principal monarquía del Golfo y protectora de los dos mayores lugares santos del Islam, La Meca y Medina. “En estos momentos, mientras la ofensiva israelí se prolongue y se agudice, la expansión de los Acuerdos de Abraham quedaría totalmente descartada, principalmente con Arabia Saudita”, manifestó Luciano Zaccara.
“Ya los países que han firmado esos acuerdos están encontrando dificultades para seguir sosteniendo la necesidad de mantener relaciones diplomáticas con Israel”, añadió Zaccara. A su juicio, el nuevo escenario deja “poco margen de maniobra” a los gobiernos árabes de la región, ya que “cualquier acercamiento a Israel los alienaría de su propia opinión pública, muy crítica con la firma de esos acuerdos, aunque no haya podido expresar ese descontento públicamente”.
El régimen iraní, beneficiado por la crisis
“La aproximación entre Israel y sus vecinos árabes parece ser aún insuficiente para contener la influencia de Irán, especialmente a la luz del acercamiento entre Arabia Saudita e Irán gracias a la mediación de China”, afirman, por su parte, Alexandria Casarano, Bettina Kovács y Emilija Zebrauskaite, en un trabajo publicado por el Center for Global Affairs and Strategical Studies, un think tank asociado a la Universidad de Navarra (España). “Si bien la amenaza iraní llevó a Israel y los países del Golfo a una cooperación más estrecha, es poco probable que estos últimos apoyen cualquier movida radical en contra de Irán por parte de Israel”, matizan.
“Irán ya está obteniendo mayores beneficios políticos que cualquier otro actor regional y, mientras la contienda no se extienda geográfica y temporalmente, puede ser el ganador regional de este conflicto”, opinó Zaccara. Desde su punto de vista, el régimen de Teherán logró “atraer la atención mundial, por ser el único Estado que mantiene una militancia activa contra Israel y, al mismo tiempo, muestra su músculo diplomático en la región y frente a EE. UU.”.
Qatar, un actor necesario
Mientras tanto, entre las monarquías árabes del Golfo, Qatar es la que ha asumido el perfil de “mediador” en este complejo escenario. Zaccara aclaró que ese rol se vuelve “mucho más complicado” en el contexto actual, ya que Qatar alberga en su territorio al liderazgo político de Hamás, encabezado por el expremier Ismael Haniyeh, exiliado en el emirato desde que fue destituido del cargo por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas.
El investigador argentino recordó que Qatar es “el principal sostenedor financiero de la población y de la administración de la Franja de Gaza, con aprobación de Israel y bajo tutela de Naciones Unidas”. Se estima que la suma que el emirato destina a ese territorio palestino asciende a 30 millones de dólares mensuales.
Rusia y China observan de reojo
La escalada bélica en la Franja de Gaza también afecta a dos países que han forjado una estrecha alianza política en clave antiestadounidense: Rusia y China. Moscú y Pekín podrían explotar el descontento de los países árabes y de una parte considerable del llamado “Sur global”, erigiéndose en defensores de los derechos del pueblo palestino.
Ocupada en su propia guerra contra Ucrania, la Federación Rusa no oculta sus intereses geopolíticos en Medio Oriente Su participación en la guerra civil siria del lado del régimen de Bashar Al-Assad reforzó la histórica presencia de Moscú en la zona. Hoy cuenta con dos infraestructuras militares clave: la base aérea de Jmeimim y la base naval de Tartus, sobre el Mediterráneo.
Por su parte, China se mueve con pragmatismo en defensa de sus intereses energéticos, como demostró en la exitosa mediación entre dos de sus mayores proveedores de crudo: Arabia Saudita, el número uno, e Irán, el tercero, detrás de Rusia. El restablecimiento de las relaciones entre Riad y Teherán fue fruto del trabajo de la Cancillería china, que se aseguró un triunfo diplomático frente a Washington.
La operación militar de las Fuerzas de Defensa israelíes no se detiene. Mientras tanto, la ONU sigue paralizada por los vetos cruzados entre las grandes potencias en el Consejo de Seguridad y el mundo asiste atónito a un conflicto de consecuencias imprevisibles.