El servicio militar obligatorio en Cuba provee carne de cañón para la invasión rusa de Ucrania
Con la mayor parte de la población cubana sumida en la pobreza y un salario medio mensual de apenas $17 USD al mes, los jóvenes están dispuestos a arriesgar sus vidas firmando contratos de un año
Cuba es uno de 25 países con servicio militar obligatorio y uno de solo dos, junto con Corea del Norte, que obliga a los menores de edad al servicio. Los varones de 17 a 28 años deben cumplir dos años de “Servicio Militar Activo” y son parte de la reserva obligatoria hasta los 45 años que permite movilizarlos hasta por un año más. La ley les prohíbe salir del país sin una autorización especial.
Niños de apenas 12 años reciben “preentrenamiento” militar en internados selectos de las Fuerzas Armadas, las llamadas escuelas “Camilito.” Incluso los jóvenes con limitaciones físicas y emocionales son obligados a prestar servicio. La evasión conlleva una pena de 5 años de prisión y los desertores son severamente castigados. Según los datos oficiales de Cuba, en 2021 había 1.033.123 varones de edades comprendidas entre los 15 y 29 años, lo que representa un grupo numeroso cautivo con entrenamiento militar o ansioso por evitar el duro servicio obligatorio en las Fuerzas Armadas de Cuba.
Desde 1959 los jóvenes cubanos han sido carne de cañón para las oportunistas intervenciones internacionales del régimen. La de Angola, de 1975 a 1991, sentó un precedente particularmente espantoso e involucró a 377.033 soldados y 50.000 colaboradores civiles. Con la antigua Unión Soviética proporcionado el equipo militar, se convirtió en un rentable negocio de los Castro a costa de los que fueron obligados al servicio militar. Se calcula que Cuba ingresó entre 4.800 y 9.600 millones de dólares en los 16 años de conflicto con el pago mensual de unos 1.000 dólares por soldado y 2.000 dólares por oficial, sin contar sus ingresos por el saqueo de marfil, diamantes, maderas preciosas y otros activos angolanos. Mientras tanto, a los soldados se les pagaba como si estuvieran cumpliendo el servicio en Cuba, unos míseros siete pesos al mes ($0,71 céntimos de dólar) para los soldados rasos y catorce pesos ($1,43) para los sargentos, es decir, entre $8,5 y $17 al año. Algunos, quizás la mayoría, estuvieron tres años en el frente de batalla sin poder volver a casa de vacaciones. Los soldados que regresaron estaban mutilados, traumatizados o enfermos mentales; hoy, muchos viven en la miseria. Oficialmente, las víctimas mortales de Cuba fueron 2.085, pero la lista nunca se ha publicado y algunos expertos creen que la cifra fue mucho mayor.
Durante décadas, el servicio militar obligatorio en Cuba ha sido un calvario con un saldo de heridas físicas y psicológicas duraderas. Muchos jóvenes son asignados a unidades remotas lejos de casa a vivir en condiciones deplorables y soportar hambre, falta de atención médica, abusos, castigos, adoctrinamiento ideológico y explotación extrema. La mayoría debe trabajar largas horas por salarios miserables en la agricultura, la construcción y otros trabajos duros con equipos inadecuados. Las escasas medidas de seguridad dan lugar a frecuentes accidentes que, a menudo, son mortales. A menudo se coacciona u obliga a los soldados a donar sangre como materia prima para un negocio estatal de exportación de medicamentos derivados del plasma. Algunos reclutas deben trabajar como guardias de prisiones y, tras las protestas masivas de 2021 por toda Cuba, miles fueron movilizados con órdenes de golpear a palos a los manifestantes desarmados.
Para poder cursar la universidad, una vez admitidos, los varones deben primero estar un año en el servicio militar, usualmente en el EJT. El pastor bautista Mario Félix Lleonart relata cómo fue explotado como “mano de obra barata” cuando en 1993-1994, para poder entrar en la universidad, tuvo que servir en la EJT durante ocho meses. Junto con muchos otros jóvenes, fueron tratados como verdaderos “esclavos” durante tres meses en que debieron trabajar en Matanzas para una empresa mixta cubana con dos compañías israelíes. Alojados en campos de concentración sin agua corriente y alimentados miserablemente, fueron privados de su asignación de ropa y productos de higiene, incluido el jabón, y no se les concedió ni un solo pase para visitar sus hogares. La mayoría trabajaba largas horas sin zapatos bajo el sol ardiente cortando marabú para preparar la tierra antes de plantar cítricos.
Tanto en el servicio militar activo como en el EJT, muchos reclutas acaban presos por deserción, se suicidan, se autolesionan buscando licenciarse, o mueren en accidentes sin sentido o en circunstancias misteriosas. Las muertes fuera de situaciones de combate, que no se reportan, deben ser muy elevadas a lo largo de seis décadas. Archivo Cuba sólo ha podido documentar 54 casos y gracias a informes independientes y de los medios sociales. Incluyen una desaparición forzada, dos fusilamientos, 13 ejecuciones extrajudiciales y 14 suicidios. Cuatro eran menores de edad y 20 son del corto tiempo de 2022 a 2023. El anexo del informe detallado de la organización sobre el servicio militar en Cuba trata sobre estas víctimas.
Este esquema de trata de personas viola las propias leyes cubanas sobre los menores de edad y el trabajo forzoso, así como muchos acuerdos internacionales ratificados por Cuba, incluidos la Convención sobre los Derechos del Niño, el Protocolo contra la Trata de Personas, el Convenio sobre el Trabajo Forzoso de la OIT y la Convención contra la Tortura. Los Estados Unidos, en su informe sobre Trata de Personas 2022 del Departamento de Estado, pide al gobierno cubano que, entre otras cosas, “cese el reclutamiento de niños para actividades militares”.