Estados Unidos, Japón y Corea del Sur condenaron el “comportamiento peligroso y agresivo” de China en aguas internacionales
“Nos oponemos firmemente a cualquier intento unilateral de cambiar el status quo”, señalaron los mandatarios Joe Biden, Fumio Kishida y Yoon Suk-yeol en una cumbre trilateral
“Nos oponemos firmemente a cualquier intento unilateral de cambiar el status quo en las aguas del Indo-Pacífico”, declararon los mandatarios, señalando la militarización por parte de Beijing de pequeñas islas y arrecifes de la región.
Se había mantenido como incógnita hasta el último minuto el lenguaje que los tres líderes iban a usar en su comunicado final para referirse a China.
El documento conjunto también menciona el estrecho de Taiwán, isla cuya soberanía reclama China, y reafirma la importancia de que haya “paz” y “estabilidad” en esa zona, vital para el comercio internacional. “No hay cambios en nuestras posiciones básicas sobre Taiwán, y hacemos un llamamiento a la resolución pacífica de las cuestiones a través del estrecho”, remarcaron.
Además el presidente demócrata anunció una “línea directa” de emergencia entre los tres gobiernos para “compartir información y coordinar nuestras respuestas cada vez que haya una crisis en la región o que afecte a cualquiera de nuestros países”.
Una de sus grandes preocupaciones es Taiwán. Pekín considera que esta isla con gobierno propio forma parte de su territorio y que volverá algún día bajo su control, por la fuerza si es necesario.
El mandatario estadounidense Joe Biden dio la bienvenida el viernes a los líderes de Corea del Sur y Japón a una cumbre en Camp David destinada a reforzar los lazos, en un momento en que los tres países intentan proyectar unidad ante el ascenso de China y las amenazas nucleares de Corea del Norte.
Además, Yoon y Kishida son los primeros líderes extranjeros a quienes Biden ha invitado a Camp David desde el inicio de su mandato en enero de 2021, lo que según fuentes japonesas y estadounidenses subraya la importancia que Washington atribuye a la alianza entre las naciones para la estabilidad en Asia-Pacífico.
Esta cumbre entre los tres mandatarios también es la primera que se celebra de manera independiente y no en los márgenes de un foro multilateral, como el reciente encuentro de los tres en mayo aprovechando el G7 en Japón.
En los llamados “principios de Camp David” los tres países se comprometieron a expandir su cooperación trilateral y elevar su ambición compartida “a un nuevo horizonte”, en todo el Indo-Pacífico “y más allá”.
“Fortaleceremos nuestras economías, proporcionaremos resiliencia y prosperidad, apoyaremos el orden internacional libre y abierto basado en el estado de derecho y reforzaremos la paz y la seguridad regionales y mundiales”, recalcó el comunicado conjunto.
Biden, Yoon y Kishida recalcaron que reforzarán su coordinación de cara a la promoción de la democracia y protección de los derechos humanos y apostaron por tener esa “línea directa” de comunicación para coordinar sus respuestas.
“Juntos, defenderemos el derecho internacional, la libertad de navegación y una resolución pacífica de las disputas en el mar de la China Meridional. En segundo lugar, ampliamos nuestra cooperación económica para construir un Indo-Pacífico que sea pacífico y próspero”, dijo Biden en la rueda de prensa conjunta que concluyó la cita.
Su foco también se dirigió a Corea del Norte, al reafirmar su compromiso a favor de su “completa desnuclearización” y la creación de un grupo de trabajo para combatir los ataques cibernéticos del país.
“Cualquier provocación o ataque contra cualquiera de nuestros tres países activará el proceso de toma de decisiones de este marco trilateral y nuestra solidaridad se volverá todavía más fuerte”, añadió el presidente surcoreano.
Los tres países recordaron que ya cooperan en reforzar la resiliencia de las cadenas de suministro, particularmente en lo relativo a las baterías y los semiconductores, y de cara al futuro se comprometieron a crear sistemas de alerta ante posibles interrupciones.
Este nuevo capítulo de “amistad y unión”, resumió el primer ministro nipón, debería dar lugar a “una nueva era”, especialmente entre Tokio y Seúl, cuyos intercambios son menos frecuentes, aunque ambos países sí participan por separado en ejercicios militares con Washington.