Avi Loeb, astrofísico de Harvard: “Es nuestro deber cívico como científicos aportar claridad sobre los OVNIS”
El profesor de astrofísica de la prestigiosa universidad ha estado en el centro de controversias por sus opiniones sobre la búsqueda de vida extraterrestre. En un reportaje con The Guardian, dijo que este escepticismo podría estar limitando avances científicos en un campo lleno de posibilidades
La temática de los OVNIS, una cuestión que siempre está en análisis y genera interes, volvió a copar la agenda en todo el mundo en los últimos días. Son varios los científicos que siguen de cerca la vida fuera de nuestro planeta. Desde hace ya varios años, Abraham Loeb -conocido como Avi- viene diciendo que ha llegado el momento de intensificar la búsqueda de seres inteligentes en otros mundos, o al menos continuar localizando indicios de su existencia en el cosmos.
El profesor de astrofísica en la Universidad de Harvard base su punto de vista en su interpretación de datos recopilados hace 6 años, cuando un telescopio detectó algo que, según Loeb, podría ser una tecnología de origen extraterrestre. El astrofísico de Harvard ha publicado un libro donde explora la importancia de este evento, esboza el camino futuro para la ciencia en este campo y cuestiona la actitud conservadora de sus pares.
En múltiples ocasiones, Loeb se ha mostrado abierto a considerar la posibilidad de tecnologías no terrestres como explicación para ciertas observaciones astronómicas que confunden a la ciencia tradicional. A sus 61 años, ha escrito Interstellar: La búsqueda de vida extraterrestre y nuestro futuro más allá de la Tierra, que sirve como seguimiento de su exitoso libro en la lista de bestsellers del New York Times.
Cuando se trata de OVNIS, ¿por qué a veces parece que hay algún tipo de encubrimiento de los gobiernos? ¿Qué rol cumplen los astrónomos a la hora de buscar ovnis? ¿No deberían ser ellos las personas que más miran al cielo?
“El gobierno sería el primero natural en reconocer cualquier cosa inusual en el cielo o en los lugares del accidente porque su trabajo diario es preocuparse por la seguridad nacional y monitorear el entorno cercano. Los astrónomos siempre enfocan sus telescopios hacia objetos muy distantes y que se mueven lentamente. No buscan nada que se mueva rápidamente o que esté cerca. Por lo tanto, es posible que si sucediera algo inusual, el gobierno de EE. UU. se diera cuenta primero”, explicó Loeb en un reportaje con The Guardian.
Dirigido por el mismo Avi Loeb, el Proyecto Galileo congrega a un diverso conjunto de científicos de instituciones renombradas como Harvard, Princeton, Cambridge y Caltech. Su objetivo es descubrir pruebas de inteligencia tecnológica extraterrestre. Sin embargo, a diferencia del proyecto SETI que se enfoca en señales electromagnéticas, el Proyecto Galileo busca evidencias mediante el estudio y análisis de objetos como Oumuamua.
Este objeto, detectado en 2017 y con una longitud cercana a los 300 metros, atrajo atención como el primero de su tipo proveniente del espacio interestelar. “Hemos construido el primer observatorio del Proyecto Galileo en la Universidad de Harvard y monitoreamos el cielo todo el tiempo en infrarrojos, ópticos, radio y audio. Utilizamos software de aprendizaje automático para determinar si todo lo que vemos es natural (pájaros o insectos, o creado por humanos como globos, drones o aviones) o tal vez algo más. Los océanos y el cielo no están clasificados. Podemos explorarlos científicamente. No necesitamos esperar a que el gobierno desclasifique la información”, expresó el experto, quien confesó que el descubrimiento del objeto interestelar Oumuamua, fue el desencadenó su interés por los ovnis.
El descubrimiento Oumuamua fue en octubre de 2017. “Pasó cerca de la Tierra y fue marcado como un objeto cercano a la Tierra. Pero en realidad se movía más rápido que la velocidad de escape del sistema solar, por lo que procedía de fuera del sistema solar. Luego se descubrió que era inusual en términos de su forma, probablemente plana, según la variación de la luz mientras caía. Y luego se lo vio alejarse del sol sin mostrar ninguna evidencia de evaporación, por lo que no era un cometa”, expresó Loeb.
El experto sugirió que era empujado por el reflejo de la luz solar en su superficie. “Eso generó la posibilidad de que [su superficie] fuera una membrana producida por medios tecnológicos. Unos años más tarde, se descubrió otro objeto que compartía la misma cualidad de ser alejado del sol pero sin evaporación cometaria. Terminó siendo un cohete propulsor que la NASA lanzó en 1966. Así que aquí estaba un objeto tecnológico que produjimos. La pregunta es: ¿quién produjo Oumuamua?”, agregó.
El mes pasado Loeb organizó una expedición marítima para rastrear el Océano Pacífico cerca de Papúa Nueva Guinea en busca de posibles artefactos tecnológicos extraterrestres. ¿Qué fue lo que lo llevó? “En enero de 2019, me entrevistaron para un programa de radio sobre un meteoro que explotó sobre el mar de Bering. Al leer sobre meteoros, encontré este catálogo que compiló la NASA de 273 meteoros con información de velocidad”, contó el experto.
Fue ahí cuando le dijo a su alumno Amir Siraj: “¿Por qué no revisamos este catálogo y comprobamos los meteoros que se mueven más rápido? Quizás uno de ellos sea como Oumuamua y vino de fuera del sistema solar”.
Dice Loeb: “Efectivamente, encontramos este meteoro del 8 de enero de 2014 que se movía a 60 kilómetros por segundo. Tres años después, el gobierno estadounidense confirmó que era interestelar y proporcionó información sobre la bola de fuego. Eso me convenció de liderar la expedición porque los datos del gobierno indicaban que explotó en la atmósfera inferior. Por tanto, debió ser más duro que todos los demás meteoros del catálogo. Para mí, eso planteó la posibilidad de que tal vez estuviera hecho de alguna aleación artificial, tal vez de acero inoxidable, y que además se moviera rápido porque se beneficiaba de la propulsión. Eso nos llevó al Océano Pacífico, donde cayó”,
¿Que fue lo que encontró el hombre de Harvard? “Localizamos el lugar de la explosión del meteorito utilizando datos de sismómetros y luego llegamos allí con un trineo que tiene imanes en ambos lados y recogimos 500 esférulas, que son gotas fundidas de la superficie del objeto”, contó Loeb, quien ahora está analizando su composición para poder responder a la pregunta de si el material procede de fuera del sistema solar y si tiene un origen tecnológico.
“Si ese material fuera acero inoxidable, podemos averiguarlo. Si se trataba de material semiconductor o de pantallas de ordenador, lo sabremos porque la abundancia de elementos será diferente. He asignado los materiales a tres laboratorios para determinar la composición. Veremos qué encontramos”, explicó.
Loeb ha recibido algunas críticas mordaces por hablar sobre estos temas. Él dice que se trata de celos académicos. “Ven la atención que está recibiendo mi investigación e intentan pisar esta flor que se eleva por encima del nivel de la hierba. Mi punto es que la ciencia puede ser apasionante si resuena con el interés del público. El hecho de que el gobierno se preocupe y hable sobre objetos que no pueden identificarse debería convertir esto en un tema de investigación dentro de la corriente principal de la ciencia. Es nuestro deber cívico como científicos aportar claridad, utilizando instrumentos y metodologías científicas”, dijo.
Y agregó tajante: “En lugar de ridiculizarlo o estar celosos de la atención que recibo, los científicos deberían unirse a mí para lograrlo. Si insistimos en que todo lo que vemos debe encajar con el conocimiento pasado, nunca aprenderemos algo nuevo. Ése es un aspecto de mi libro Interestelar”.
Es en este libro donde Loeb sostiene además que “encontrar evidencia extraordinaria requiere financiación extraordinaria”. Dice el experto: “En lugar de centrarnos en disputas y conflictos militares, si invertimos 2 billones de dólares al año en exploración espacial, podríamos enviar una sonda a cada estrella de la Vía Láctea durante este siglo”.
Se trata, comentó en el reportaje, sólo de una cuestión de prioridades. “Podría elevarnos a un nivel superior de inteligencia para que seamos dignos de la atención de otras civilizaciones”.
Loeb corre todas las mañanas al amanecer y eso lo hizo en el barco. Había un equipo de filmación junto a él y el director le preguntó: “¿Estás huyendo de algo o hacia algo?”.
El experto le contestó: “Ambos. Estoy huyendo de algunos de mis colegas que tienen opiniones firmes sin buscar pruebas. Y estoy corriendo hacia una inteligencia superior en el espacio interestelar”.
*Stuart Clark es astrónomo, periodista, autor y conferencista. Escribe para The Guardian