La sombra de Moscú se extiende sobre Brasil: del escándalo por el cobijo al espía ruso, al ciberespionaje y la venta de petróleo
Putin sigue explotando su amistad con Brasilia. El gobierno de Lula se niega a extraditar a los EEUU a Cherkasov, el agente ruso que se infiltró en el Tribunal de La Haya con un pasaporte falso. Mientras, crece el temor a una penetración sin retorno de los hackers del kremlin
Moscú, cabe recordar, solicitó su extradición alegando, como es habitual cuando se trata de repatriar a sus propios operativos, que Cherkasov es un fugitivo, miembro de una organización de tráfico de heroína y que sus crímenes fueron cometidos entre 2011 y 2013, aunque Rusia nunca lo había buscado antes de 2022. Más extraño aún cuando se considera que, según los registros brasileños de emigración, el espía ruso estaba en el gigante sudamericano tanto en 2010 como en 2011. En las últimas horas, la prensa de Brasil ha planteado inquietantes escenarios sobre el posible destino del espía. El pasado 24 de julio, el Tribunal Federal de la Tercera Región con sede en San Pablo redujo su condena de 15 años a 5 años, 2 meses y 15 días en régimen semiabierto. Un giro que, según el sitio de noticias Metrópoles, podría sacarle de prisión en los próximos días. El temor es que los servicios de inteligencia rusos aprovechen la decisión para una operación ilegal de exfiltración del espía a Moscú, como es su práctica habitual en estos casos. El resquicio técnico sobre el que se jugará la suerte de Cherkasov en los próximos días es el proceso de extradición en curso en el Supremo Tribunal Federal (STF), donde hay una decisión del juez Edson Fachin que garantiza su encarcelamiento hasta el final del juicio y sólo él, que es relator del caso, tiene poder para revocarla y dejar al espía salir de prisión.
Desde sus primeros meses en la cárcel, Cherkasov está convencido de que pronto se saldrá con la suya. En los documentos posteriores a su detención y citados en el juicio estadounidense, escritos a su novia nombrada en el juicio como W4, Cherkasov parece tener muy claro el resultado de su caso. “No hay ninguna posibilidad de que me quede aquí”, escribe, “tenían que darme una gran condena para salvar las apariencias, ¿vale? Nadie se quedará aquí sentado cumpliendo 15 años por un pasaporte falso”. También según los documentos del juicio en EEUU, antes de su detención Cherkasov se comunicó con un funcionario consular ruso en Brasil, C2 en el juicio, que trabajaba “para el Cónsul General en el Consulado General de la Federación Rusa”. “Las comunicaciones de C2 con Cherkasov”, afirman los documentos del juicio, “confirman que C2 sabía que Cherkasov era un ciudadano ruso que recibía instrucciones del cónsul ruso”. Las comunicaciones se prolongaron desde julio de 2016 hasta finales de diciembre de 2019 sobre diversos temas, incluidos los económicos, lo que demuestra que el riesgo de una exfiltración organizada en Brasil por los rusos con el apoyo de la diplomacia rusa es ahora una hipótesis plausible, como ocurrió en Italia recientemente con Artyom Uss, hijo del gobernador de Krasnoyarsk, en Siberia, que escapó de su arresto domiciliario en Milán para evitar ser extraditado a Estados Unidos.
En esta etapa delicada el riesgo de que las actividades cibernéticas rusas apunten a Brasil es alto, como explica a Infobae uno de los principales expertos en ciberseguridad de Europa, Pierluigi Paganini, CEO de CYBHORUS y miembro del Grupo de Panorama de Amenazas (Threat Landscape en inglés) de la Agencia de Ciberseguridad de la Unión Europea (ENISA). “Existe la posibilidad de que actores del estado-nación (”Nation-State actors” en inglés) que trabajan para el gobierno ruso apunten a entidades gubernamentales brasileñas y a empresas del país sudamericano con fines de espionaje. Además, hay que tener en cuenta que los actores criminales rusos tienen motivaciones financieras y, por lo tanto, están dispuestos a atacar a cualquiera y en cualquier lugar con fines de lucro”, dijo Paganini. Las actividades cibernéticas rusas llevan mucho tiempo operando en Brasil y no sólo con fines de espionaje. Los hackers rusos han desarrollado a lo largo de los años habilidades únicas en actividades específicas como la creación de malware, especialmente ransomware y Trojan bancarios, hacking y servicios de carding, es decir, compra y venta de datos robados de tarjetas de crédito”, explicó Paganini. “Al mismo tiempo, la comunidad cibercriminal brasileña se ha especializado en el desarrollo de malware para atacar a clientes de bancos que utilizan sistemas de home-banking. A lo largo de los años, la interacción entre ambas comunidades se ha intensificado, especialmente en lo que respecta a la comercialización y desarrollo de Trojan bancarios y sistemas capaces de robar tarjetas de pago de sistemas PoS y ATM. Estamos hablando de colaboraciones de larga data que han dado lugar, y seguirán haciéndolo en el futuro, a amenazas muy sofisticadas. Recientemente, estamos observando grupos criminales brasileños que pretenden afiliarse a grandes bandas de ransomware que operan a escala global como Lockbit o BlackCat”, explicó Paganini a Infobae.
La alargada sombra de Rusia también se extiende sobre Brasil en el frente petrolero. Como informó el periodista de investigación Leonardo Coutinho, el Brasil de Lula importó más petróleo ruso que la suma de las importaciones del mismo producto en los doce años anteriores. Más precisamente, el flujo de petróleo ruso a Brasil en los primeros cinco meses de 2023 fue un 48,7% más que la cantidad total importada entre 2010 y 2022. Además, según informan medios disidentes cubanos, a mediados de julio desembarcó por primera vez en Cuba un barco de bandera vietnamita, El Orión, procedente del puerto de Paraguaná, en Brasil. En su interior había petróleo, probablemente ruso. Esta noticia pone a Brasil en una nueva situación de desconcierto diplomático por su nuevo papel de país abierto a triangulaciones de mercancías sancionadas por las autoridades europeas y estadounidenses.
Mientras tanto, la pretensión de Lula de contar con un plan de paz propio para poner fin a la invasión rusa de Ucrania parece cada vez más irrealizable. El jueves, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, declaró en una entrevista a Globo TV que espera ser invitado por Lula. Itamaraty respondió diciendo que es “bienvenido a Brasil”, pero sin formalizar ninguna invitación. Sin duda, los ricos oligarcas rusos son bienvenidos a Brasil, quién sabe si para huir de las sanciones europeas y estadounidenses, y se han fijado en el lujoso mercado inmobiliario de Río de Janeiro, que ha crecido gracias a ellos un 23,5% en el primer semestre de este año. “Alquilan propiedades de alta gama, pisos grandes. Son familias con niños pequeños, que no están implicadas en la guerra”, explicaron algunos agentes inmobiliarios de Río de Janeiro al diario O Globo. “Son personas que han invertido dinero en el extranjero, que trabajan desde casa, en situaciones en las que la función geográfica no importa. No hablan de la guerra”. Entre los ejemplos citados está el de un ruso, cuyos datos personales no se han proporcionado, que gastó casi dos millones de dólares en un ático. Según ha informado recientemente Abbas Gallyamov, antiguo portavoz de Putin, si la guerra en Ucrania fracasara, Vladimir Putin podría huir a América Latina. El canal de Telegram “Mozhem Obyasnit” afirmó que funcionarios rusos de alto rango supuestamente han empezado a comprar propiedades y a solicitar el estatus de residentes en Venezuela, Ecuador, Paraguay y Argentina. Además, diplomáticos rusos habrían comprado propiedades en la Isla Margarita de Venezuela para escapar de la detención en caso de que la guerra conduzca a un cambio de régimen en Rusia.