Invasión rusa a Ucrania: el peligro de una operación nuclear de “falsa bandera” en Zaporiyia
La primera semana de junio no ha sido la mejor para el Kremlin en la guerra. Ante la contraofensiva ucraniana, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su ministro de Defensa, Sergei Shoigu, se mantuvieron en silencio
A falta de dos meses para que se cumpla un año y medio desde de la invasión rusa que dio inicio a la guerra, Vladimir Putin y la plana mayor militar de Moscú no tienen una respuesta contundente para Ucrania, tampoco han podido mostrar éxitos concretos en el campo de batalla. Las fuerzas terrestres rusas continúan la lucha más allá de varios repliegues y no pocas derrotas a pesar de algunos logros publicados por propagandistas rusos que no se condicen con la realidad en el teatro operacional. Varias unidades del ejército ruso que habían ganado terreno, se han rendido a los ucranianos desde principios de junio. Si bien las informaciones no parecen ser completas, el Ministerio de Defensa ucraniano mencionó un número cercano a dos mil soldados y oficiales rusos prisioneros. Los militares de Moscú también están sufriendo el poder de fuego de los misiles “Storm Shadow”, provistos a los ucranianos desde mediados de mayo por el Reino Unido. Esos misiles destruyen con facilidad tropas de infantería y tanques en territorios que antes se consideraban controlados y seguros para los rusos.
Un informe de inteligencia de la OTAN del pasado martes -filtrado por la prensa alemana- indica que los generales rusos más leales a Putin están re-evaluando la estrategia militar para re-posicionar el avance de sus tropas y retomar la iniciativa terrestre dentro de Ucrania. Los altos mandos rusos reconocieron estar combatiendo contra las armas más modernas de la OTAN. De allí que pidieron a la Fuerza Aérea más ataques con aviones no tripulados sobre infraestructura y ciudades ucranianas, lo que está afectando a miles de civiles.
En línea con los problemas que se plantean, las fronteras de Rusia han mostrado que tampoco son lo suficientemente seguras. Las operaciones del Cuerpo de Voluntarios Rusos pro-ucranianos aparecidos recientemente junto a la Legión de la Libertad de Rusia, mostraron (el 22 de mayo) que la guerra se trasladó dentro de territorio ruso cuando ejecutaron la Operación de Belgorod.
Los cielos rusos, en especial de Moscú, también aparecen vulnerables a los ataques con drones desde unos días antes del Desfile del Día de la Victoria del 9 de mayo, esos ataques se reiteraron el 30 de mayo y el 2 de Junio, y ocasionaron el fastidio del jefe del grupo de contratistas Wagner, Yevgeny Prigozhin, y también críticas del ultra-nacionalista Igor Strelkov, quien acusó a Putin de incapaz para proteger a los civiles residentes en Moscú, la capital de la Federación Rusa.
Sin perjuicio de las pérdidas de Ucrania, el Kremlin tampoco puede ocultar la realidad a pesar que sus propagandistas o los jefes militares rusos que tratan de minimizar estas operaciones sobre Moscú, pero los moscovitas saben que son vulnerables y muchos de ellos están criticando al Ministro Sergei Shoigu desde que el 30 de mayo emitió un comunicado dando a conocer grandes logros y éxitos en el campo de batalla. “Las tropas rusas están infligiendo grandes daños con incesante cantidad de fuego por tierra y aire sobre el enemigo”, indicó el comunicado firmado por el Ministro de Defensa.
El ministro Shoigu también sostuvo que Rusia continúa sus ataques misilísticos sobre Kiev sin ser neutralizados por el sistema de misiles estadounidenses de defensa Patriot y que Rusia neutralizó el ataque de un comando de entre 60 y 80 ucranianos, de los cuales 72 fueron abatidos en el marco de una “operación anti-terrorista” en Belgorod. También el jueves último, el Ministerio de Defensa emitió un último comunicado donde afirma haber abatido una docena de drones ucranianos que fueron disparados en un nuevo ataque contra Moscú. Sin embargo, no son pocos los militares bajo ordenes de Shoigu que reconocen estos comunicados como falsa propaganda del Kremlin. Un ejemplo de ello es el discurso del oficial retirado de la Marina rusa, Konstantin Sivkov. Para los analistas de inteligencia estadounidenses, Sivkov mintió a los ciudadanos rusos con sus declaraciones de que los ataques con aviones no tripulados sobre Moscú fueron muy positivos ya que movilizaron la voluntad de toda la sociedad rusa contra el enemigo. Otro de los que minimizó los ataques fue el alcalde de la propia ciudad de Moscú, Sergei Sobyanin, quien declaró que el ataque con drones causó daños menores en muy pocos edificios y que nadie resultó herido.
Sin embargo, más allá de las declaraciones de los jerarcas del Kremlin, esos ataques con drones generaron un fuerte golpe psicológico en la ciudadanía rusa que nunca pensó que Ucrania tendría los sistemas de armas necesarios para atacar Moscú.
Mayoritariamente la población rusa acompañó la invasión a Ucrania en la creencia que ello sería una operación militar rápida que no se extendería más allá de dos semanas para que Kiev cayera en manos de Putin. No obstante, esa operación hoy está transitando su decimosexto mes, y como informó Igor Girkin, “algo militarmente tan limitado como calificó Putin a la operación especial, no debería haber involucrado ataques sobre Moscú, donde desde la época soviética disponían del mejor sistema de defensa antiaérea y antimisiles, algo que quedó obsoleto y evidentemente en el presente ya no brinda seguridad a los civiles rusos”.
En contraposición a esta vulnerabilidad y en ausencia de capacidad militar convencional, a menudo el Kremlin recurre a propagandistas en redes sociales -como Telegram- que publicitan ataques de represalias de Putin contra civiles ucranianos como si fueran éxitos militares importantes en el campo de batalla. Sin embargo, a medida que los ataques con misiles y drones rusos se suceden contra blancos críticos como redes eléctricas, gas y agua para afectar y quebrar la voluntad de defensa ucraniana, una red de defensa aérea suministrada por Washington está mostrando las vulnerabilidades de Putin y se está convirtiendo en amenaza grave hacia una escalada nuclear con tragedias ambientales y humanas mayores a lo ocurrido en Chernobyl. En esa línea, información confirmada por el Pentágono indica que el pasado lunes, el circulo estrecho de Putin informó a Washington que el líder ruso preparó y firmó un documento que Estados Unidos considera de clara connotación nuclear para enviar un mensaje potente al presidente Biden y a la OTAN. El documento es un aviso confirmando el despliegue de armas nucleares tácticas en Bielorrusia bajo control del Kremlin. El propio presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, ratificó que armas nucleares tácticas están en camino hacia su país.
También el pasado lunes, Putin ratificó un decreto por medio del cual retiró a Rusia del Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa. El decreto generó una nueva situación compleja con respecto a las cuatro regiones ucranianas anexadas unilateralmente por el Kremlin (Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporiyia). En el documento, Putin promete defender los territorios de Rusia -incluidas las regiones anexadas- con todos los medios militares disponibles en la Federación Rusa, lo que incluye las armas nucleares.
Rusia está mostrando cierta debilidad y ante su autolimitación -momentánea- de usar armas tácticas-nucleares y carecer de capacidad militar convencional adecuada para enfrentar los sistemas de armas modernas de la OTAN que dispone Ucrania, por ahora, la conducta de Moscú es generar daños y desastres ambientales. Esto ya sucedió, entre la noche del 25 y la madrugada del 26 de mayo, cuando las fuerzas rusas volaron la represa Karlivka en la región de Donetsk, al este de Ucrania y por medio de un ataque misilistico rompiendo la represa y enviando agua río abajo lo que provocó la evacuación de cientos de civiles de sus hogares. Las inundaciones lograron interrumpir las operaciones militares ucranianas cerca de las líneas del frente y demoraron la capacidad de Kiev para reabastecer y sostener el despliegue de sus unidades.
El martes último otro golpe similar de parte de Rusia se hizo presente con la destrucción de la represa de Nova Kajovka, al sur de Ucrania, lo que generó una inundación a gran escala que afectó unas 23 localidades ucranianas y obligó la evacuación de miles de civiles. Luego del incidente, informes de inteligencia compartidos entre Ucrania, Estados Unidos y la OTAN, sugieren que Rusia puede estar planeando un gran accidente en la planta nuclear de Zaporiyia fraguando una operación de “falsa bandera” para frustrar completamente la contraofensiva en curso de Ucrania. Si eso ocurre, al fingir un ataque ucraniano a la planta y causar la fuga de sustancias radiactivas, el Kremlin buscaría desencadenar una investigación internacional que requeriría un alto al fuego, lo que permitiría a Rusia usar la interrupción de los combates para prepararse mejor y finalmente vencer a Ucrania con una gran contraofensiva. No obstante, Kiev sostiene que no cederá al chantaje nuclear ruso a pesar de las armas nucleares de Putin dentro de su territorio o las que piensa instalar en Bielorrusia.
De allí que el interrogante actual no es si Rusia estaría perdiendo la guerra convencional en Ucrania, sino cuándo lo reconocerá.